El dictador Nicolás Maduro continuará en el poder hasta 2031, pese a que varios mandatarios de la región reconocieron a Edmundo González como el presidente electo. ¿Cómo es vista esa situación en Ecuador y qué lecciones deja?
Los ecuatorianos deberán ir a las urnas el 9 de febrero de 2025 y en agosto se cumplirán 46 años de la democracia en el país. Hay algunas prácticas que se deben evitar para alejarse de la realidad venezolana, según expertos.
El dictador Nicolás Maduro extenderá su poder en Venezuela durante los próximos seis años, tras su posesión del 10 de enero. Edmundo González, reconocido como líder opositor, no pudo asumir pese al respaldo de algunos jefes de Estado, entre ellos Daniel Noboa, de Ecuador.
“A quienes aún defienden el régimen de Maduro, les recuerdo que la historia siempre pone las cosas en su lugar”, refirió Noboa el 8 de enero, luego de una reunión virtual con González y María Corina Machado.
¿Cómo se ve a Venezuela desde Ecuador?
Marcelo Fernández de Córdova, exvicecanciller de Ecuador, dice que la posesión de Maduro “es la consolidación de una dictadura, porque él ya era un dictador, este tipo de dictadores no quieren abandonar el poder jamás. Únicamente se puede producir un cambio (en el Gobierno) en caso de que muera”. O si llega a ser asesinado, añade.
Lo ocurrido en Venezuela “es un golpe tremendo para la democracia y para los venezolanos”, indica al recordar la salida de esos ciudadanos hacia otros países como Ecuador, debido a la “represión y la pésima situación económica que atraviesa (Venezuela)”. Para el exvicecanciller, hay una crisis en la democracia en todo el continente.
Santiago Pérez, analista en temas internacionales, evalúa que la situación en Venezuela ya se venía venir por los movimientos de Maduro con el ejército.
Lecciones para Ecuador tras la experiencia venezolana
“La gran lección aprendida es que la democracia es fundamentalmente la alternancia de los gobernantes, que no se perpetúen los partidos en determinados países”, resalta Fernández de Córdova.
Observa la necesidad de que las organizaciones políticas de Ecuador se robustezcan: “Porque una división total por parte de los otros partidos puede ocasionar el retorno del correísmo al país”.
Si gana la Presidencia de Ecuador la candidata del correísmo, Luisa González, “obviamente van a mirar hacia el perdón a (Rafael) Correa, la salida de (Jorge) Glas a México, eso se compagina con que en el país tenemos un grave momento que inclina a que los ecuatorianos refresquemos la memoria y veamos qué nos conviene para lo futuro”, advierte. Menciona que “Correa maniató todo y gobernó 10 años, un periodo larguísimo”.
Alejandro Suárez, director de la Academia Diplomática Galo Plaza Lasso, también ve que la postura de Ecuador respecto a Venezuela podría cambiar si triunfa Luisa González: “Ese grupo político ha manifestado que está en la línea de la dictadura venezolana y que reconoce a Maduro como presidente de Venezuela”.
En cuanto a Daniel Noboa, que el fin de semana pasado encargó la Presidencia a Cynthia Gellibert (vicepresidenta designada mediante decreto, en reemplazo de Verónica Abad), Fernández de Córdova dice: “Muchas de las acciones del presidente Noboa no están encuadradas dentro de la Constitución. Esperemos que, si es que gana, no se produzca el fenómeno que estamos criticando (el caso venezolano)”.
Abad dijo el 9 de enero que se rompió el orden constitucional, cuando Noboa la reemplazó con decretos y no tomó licencia para hacer campaña electoral. Habló de una “escala dictatorial”.
Pérez menciona que “el incumplimiento de la ley y el orden constitucional ya son una práctica autoritaria”. Refiere el libro ‘Cómo mueren las democracias’ de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt para resumir que hay cuatro indicadores clave de un comportamiento autoritario:
- Rechazo o débil aceptación de las reglas democráticas del juego.
- Negación de la legitimidad de los adversarios políticos.
- Tolerancia o fomento de la violencia.
- Predisposición a restringir las libertades civiles de la oposición, incluidos los medios de comunicación.
“Estamos viviendo una época política atomizada, las fuerzas políticas no se ponen de acuerdo. Nos alejamos del sentido mismo de la política que es la resolución de los conflictos que se dan en la sociedad”, resume el analista.
Hay una “recesión democrática” que responde a prácticas relacionadas con “el populismo, con el autoritarismo y con liderazgos mesiánicos que priman dentro de las relaciones políticas” en la región y el mundo, resalta.
“Alejarnos de las prácticas autoritarias sería una gran lección que debemos reconocer”, sugiere a la clase política ecuatoriana. Agrega que otra lección es sobre la polarización: “La polarización es algo que nos está terminando, está influyendo mucho en las decisiones políticas. Son 16 candidatos a la Presidencia, eso demuestra que vivimos en un Estado atomizado. Y cuando no hay consenso, no existe la gobernabilidad. Un presidente que llega al poder sin una Asamblea Nacional que lo secunde, en el caso ecuatoriano, puede ser el anuncio de una muerte anunciada”.
Diferencias entre los procesos electorales de Venezuela y Ecuador
Para Suárez, no cabe comparar los procesos electorales de Ecuador y Venezuela porque en este último país sí hay una dictadura. Puntualiza que “el proceso electoral de Venezuela dio como resultado una victoria definitiva, aplastante, de la oposición al régimen de Maduro. Pero el régimen venezolano cometió un fraude monumental, que ha permitido que Maduro se proclame como presidente por tercera ocasión (…). La posesión es una ratificación del poder dictatorial que Maduro ha venido ejerciendo desde hace años”.
En cambio, es optimista sobre las elecciones en Ecuador: “Entendemos, será un proceso transparente, honesto, como lo han sido los anteriores procesos electorales”.
“El único movimiento en este momento en Ecuador que busca llevar al país a una situación equivalente a la de Venezuela es el partido del expresidente Correa”, advierte.
En el Informe Latinobarómetro 2024 se recoge que en América Latina, desde 1979, han habido 146 elecciones democráticas que han elegido presidentes que ejercieron su cargo como mandatarios democráticamente elegidos. En ese estudio no se considera que una elección es suficiente prueba para que un país sea democrático.
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