Todas trabajan en capacitación y visibilización, ejes clave para expandir sus negocios, no solo en su comunidad, sino también a nuevas fronteras, más allá de la región.
Cinco lideresas de asociaciones de artesanas y de productoras del Gran Chaco y emprendedoras de Salta compartieron en Formosa sus conmovedoras historias de vida.
Con entusiasmo y orgullo a flor de piel, dialogaron sobre cómo el hecho de tejer redes colaborativas con otras mujeres les permitió superar brechas digitales y financieras para poder ser independientes y cumplir sus sueños.
Francisca: “Luchemos, seamos libres, no dependamos de los hombres”
Francisca Carmen Tolaba acaba de cumplir 60 años, tiene 2 hijos y está casada con un exfutbolista. Cuenta que cuando su marido se iba por varios días (por el fútbol o por su otro trabajo) ella se sentía sola. Siempre soñó con tener su propio negocio y ser independiente, aunque su esposo le dijera que no era necesario que trabajara. El diagnóstico de artritis rematoidea fue el click que, en vez de hundirla en la tristeza y voltearla en la cama, le dio impulso para dedicarse a sí misma.
Hace 15 años puso una librería y hoy está orgullosa por cómo su comercio vende todo tipo de productos: “Con la pandemia me tuve que reinventar, porque ya no se vendían los útiles”.
En diálogo con TN, Francisca recalca “la importancia de salir adelante. Progresar y decir, ‘yo también puedo’”. Insiste en la necesidad de tener confianza en una misma y de hacer red con otras mujeres. Sin juicio ni críticas, impulsa a otras mujeres de su comunidad a lograr la independencia económica: “Es lindo tener tu propio dinero y poder comprarte lo que quieras”.
Cuando la invitaron a viajar a Formosa para contar su experiencia, su marido le dijo que no quería que fuera: “Yo le dije ‘me voy. No tengo por qué pedirte permiso’. Somos mujeres, somos libres, luchemos, no dependamos de los hombres. Démosle el ejemplo a nuestros hijos y nietos de que se puede salir adelante a pesar de cualquier obstáculo que nos ponga la vida”.
Entusiasmada, enumeró sus logros: “Vendo por redes, recibo tarjeta, hago transferencia. Aprendí a ser contadora de mi negocio”. Con la voz quebrada, aseguró: “Hace poco cumplí 60 años y estoy feliz por lo que me dio la vida”.
Norma: “Queremos capacitar a más mujeres para salir adelante”
Norma Rodríguez es presidenta de la Cooperativa de Mujeres Artesanas del Gran Chaco (COMAR), integrada por mujeres wichí, qomle’ec y pilagá.
Esta mujer wichí y lideresa indígena de la región habla bajo, con pausa y sin prisa sobre las asociaciones de mujeres tejedoras de chaguar. De repente, como al pasar, deja un dato que sorprende: “Trabajo con 2600 mujeres artesanas y estamos capacitando a otras de comunidades de Santa Victoria Este, en Salta”.
Norma no necesita levantar la voz, su legado ya recorre la región y su poder se expande más allá de la sala donde nos encontramos, en la calurosa ciudad de Formosa, un martes con 33 grados.
Cuenta que están organizadas hace 23 años y que la mayor complicación es la movilidad “para visitar las comunidades”.
Esta lideresa también es presidenta de la asociación Hinaj de Lote 8, Formosa, y como productora de algarroba, genera innovación y trabajo para las familias de la región. Participó de la ejecución de proyectos de la Ley 26.331 para la reforestación y manejo forestal de sus territorios, que permitió reforestar 3000 hectáreas con algarrobo en Formosa, y desarrollar la cadena de harina de algarroba.
Su recorrido parece extenso, pero no se detiene, porque las mujeres de la región necesitan seguir estando incluidas en la cadena productiva: “Queremos capacitar más mujeres para que lleguen a hacer artesanías bien terminadas. Queremos salir adelante. A veces es difícil vender nuestro producto. Queremos mejorar la calidad para poder vender más”.
Lucía: “Las mujeres campesinas somos parte del entramado productivo del país”
Entre muchas otras cosas, Lucía Ruiz es fundadora del grupo de “Mujeres Campesinas Sembrando Esperanza” y en 2019 fue la voz de las mujeres campesinas en el Congreso Internacional por el Cambio Climático de España.
Lidera actividades para fortalecer la organización de las mujeres campesinas con el objetivo de lograr la independencia económica. A partir de procesos innovadores en el sistema de producción y mejoras en la comercialización local, visibiliza y reivindica el rol de las mujeres campesinas en la economía regional.
“Las mujeres productoras fuimos olvidadas y relegadas – expone Lucía-. Tratamos de que las mujeres tengan las herramientas para trabajar con ganadería menor. Para que sigan siendo pilar, pero que tengan el reconocimiento”.
Con una claridad indiscutible, esta referenta explica cómo un mecanismo sociohistórico de base hizo que las mujeres campesinas fueran invisibilizadas: “Ellas eran siempre las que criaban y los hombres eran los que sacaban los productos y vendían. A las mujeres no se las venía, pero tampoco cobraban dinero por su esfuerzo y trabajo. Ahora queremos que estén registradas en la AFIP para que reciban la plata de lo que venden”.
Uno de sus principales desafíos es que las campesinas puedan capacitarse en los parajes y no tengan que hacer kilómetros: “Que esto fortalezca a las y los jóvenes y que tengan fuentes de trabajo que puedan retenerlos y no tengan necesidad de migrar”.
Lucía remarca: “Somos parte del entramado productivo del país. Trabajamos con los animales amigablemente con el monte. Queremos capacitarnos para cuidar el medioambiente”.
Fabiana: “Confiar en una misma, en los sueños y los proyectos”
Fabiana Funes es salteña. Siempre supo que quería dedicarse a crear ropa. Encontró su camino después de superar un cáncer de cuello de útero. Hace 20 años, creó su emprendimiento textil “Lágrimas Sonrientes”.
“Puse una librería en el living de mi casa y compraba ropa en Buenos Aires. Después empecé a comprar telas. Hasta que un día me jugué y dije ‘voy a hacer lo mío’”, contó a TN.
Empezó tirando una manta en la calle para vender, según su relato, y hoy tiene sus máquinas industriales y un local en el centro de Salta, donde vende sus diseños originales. Rescata la contención de sus compañeras y sus crecimientos: “Hay algunas que ya tienen sus propios locales, y eso no tiene precio”.
Fabiana dejó un mensaje inspirador a las mujeres que quieren emprender y no se animan: “Amarse mucho y soñar. No perder el entusiasmo que es un gran motor que nos moviliza a crear. También capacitarse. Confiar en uno mismo, en los sueños y los proyectos”.
Analía: “Valorizar las artesanías y la cultura indígena”
Analía Rodríguez es una lideresa indígena del pueblo Qom de Fortín Lavalle, en la provincia del Chaco. Dirige la organización de mujeres artesanas “Asociación Civil Qomlashepi Onataxanaxaipi” (Mujeres Indígenas Trabajadoras) que nuclea a casi 50 mujeres de su comunidad.
“Empezamos creando una asociación informal para que la gente que venía de afuera valore las artesanías”, cuenta Analía. Sin embargo, para tener éxito, tuvieron que quebrar una fuerte barrera cultural, muchas veces autoimpuesta: “Recibir al comprador y atender a la gente eran nuestras principales debilidades, porque éramos muy cerrados en nuestra comunidad. Tuvimos que aprender y capacitarnos en cómo tratar a las personas que venían de afuera”.
También remarca la necesidad de achicar las brechas tecnológicas y apostar a la innovación: “En nuestra comunidad, rechazábamos el tema de la telefonía, pero logramos adaptarnos a los cambios”.
Además de su rol de liderazgo en su comunidad, Analía es artesana de palma y productora caprina.
Con orgullo, destaca el cambio cultural que les permitió integrarse a la cadena productiva y revalorizar su trabajo: “Muchas mujeres se avergonzaban de su trabajo y ahora se sienten cómodas. Pueden, por ejemplo, ponerle precio a su esfuerzo y tiempo”.
El desafío de fortalecer proyectos sociales dirigidos a mujeres rurales e indígenas
Las mujeres campesinas e indígenas de la Región del Gran Chaco tienen una gran diversidad de saberes, potencialidades y actividades económicas que no logran desarrollarse plenamente por la falta de acceso a servicios básicos de calidad, entre los cuales también se encuentran las herramientas digitales y financieras.
Fabiana y Francisca forman parte de Pro Mujer, la empresa social que hace foco en la igualdad de género y lleva 33 años en la región (Jujuy, Salta y Chaco) trabajando para empoderar a mujeres como agentes de cambio. La organización busca generar la independencia económica a través de inclusión financiera, capacitación y emprendimiento y en el área de salud y bienestar.
Norma, Analía y Lucía forman parte de “Womek, emprendedoras del Gran Chaco”, un proyecto de ONU Mujeres con implementación territorial de la Fundación Gran Chaco para incrementar la autonomía económica de las mujeres de esta región.
A través de su brazo filantrópico Google.org, Google brindó un apoyo de un millón dólares, en dos fondos de 500 mil dólares cada uno, a ONU Mujeres y Pro Mujer para fortalecer los proyectos sociales dirigidos a mujeres rurales e indígenas del norte argentino que están enfocados en la capacitación en habilidades digitales y financieras para el desarrollo de emprendimientos colectivos, la incubación y aceleración de negocios, y el acceso a microcréditos para impulsar sus proyectos.
“Lo más desafiante para nosotros es que la información llegue a todos y a todas, para eliminar las brechas de género que existe en el acceso a la información y la tecnología”, concluyó Tamar Colodenco, gerenta de Políticas Públicas y Asuntos Gubernamentales para Google en Cono Sur.
Los proyectos ya están en etapa de implementación y continuarán durante todo el año.
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