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Jue. Nov 21st, 2024
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Los dictadures de venezuela y Cuba, Nicolas Maduro y Miguel Diaz-Canel (Reuters)

Lo que sucede en uno de los países tiene repercusiones directas en el otro, y viceversa. La crisis del combustible es el mayor ejemplo. Maduro no toma ninguna decisión sin el aval de la isla.

Las imágenes que nos llegan desde Cuba con respecto a la crisis de combustible son espeluznantes: colas kilométricas, protestas sociales en plena ebullición, suspensión de actividades escolares y desabastecimiento de alimentos son parte del panorama que está en pleno apogeo en la isla. A los cubanos en general les preocupa enormemente el desbordamiento de la situación, ya que podría significar el retorno de un nuevo Período Especial.

La crisis de gasolina es tan profunda que el régimen cubano suspendió el desfile del Primero de Mayo, que tradicionalmente se celebraba en la Plaza de la Revolución el Día Internacional de los Trabajadores. Así de acentuada es la situación, que una de las festividades más emblemáticas, en la que los dictadores cubanos botan la casa por la ventana, fue cancelada. El propio dictador Miguel Díaz Canel reconoció que en el país se utilizan diariamente alrededor de 500 o 600 toneladas de gasolina, de las cuales solo se han estado despachando unas 400. Sin embargo, lo que muchos no saben es que el origen de este caos es Venezuela bajo el gobierno de Maduro.

Debido a la compleja situación de la industria petrolera venezolana, afectada por la corrupción estatal y la falta de productividad, la dictadura de Maduro se ha visto obligada a reducir los envíos de petróleo a La Habana. Lo que en algún momento llegó a ser un subsidio de más de 130.000 barriles de petróleo diarios se ha reducido a 50.000 barriles. Por supuesto, una economía tan débil como la cubana, que dependía en gran medida de los recursos venezolanos, ha sentido directamente el impacto de esta disminución de suministros por parte de PDVSA.

La crisis en Cuba nos envía varios mensajes. En primer lugar, nos confirma una vez más que Venezuela y Cuba son prácticamente un solo país. Son dos proyectos unidos, con un mismo destino y corazón. Considerarlos por separado es un error grave. Lo que sucede en uno tiene repercusiones directas en el otro, y viceversa, porque Venezuela es prácticamente una colonia cubana. Maduro redujo el subsidio petrolero y, de inmediato, el caos se desató en Cuba. Cuba y Venezuela son como dos personas ebrias que caminan juntas, sosteniéndose mutuamente. Donde uno vaya, el otro lo sigue. Uno sostiene al otro para evitar que caigan, porque saben que si uno cae, el otro inevitablemente también terminará en el suelo.

Existe una relación de interdependencia total. Maduro le proporciona a Cuba el subsidio económico que los cubanos necesitan, ya que no producen absolutamente nada y su economía es completamente parasitaria. A su vez, los cubanos le brindan a Maduro todo su sistema de inteligencia y espionaje para mantenerlo en el poder y socavar los sueños de cambio de los venezolanos. Pero también hay una relación de subordinación: Maduro no toma ninguna decisión sin el aval de Cuba. Cuba depende de que Maduro siga en el poder para continuar obteniendo dinero de los venezolanos. Los destinos políticos, económicos y sociales de ambos países dependen de las decisiones tomadas en una sala de guerra en La Habana.

La sumisión es tan profunda que Maduro sigue enviando petróleo a la isla a pesar del colapso de Venezuela. Aunque no es suficiente para cubrir las necesidades de Cuba, resulta llamativo que Maduro, a pesar de su propia crisis interna marcada por la falta de recursos económicos y las fracturas en su entorno, siga proporcionando ayuda a Cuba. Solo a finales de marzo, la dictadura venezolana envió cuatro buques petroleros con más de 350.000 barriles a Cuba. Esto demuestra su completa entrega a sus líderes políticos, cuyas verdaderas cabezas no se encuentran en Venezuela, sino en el Palacio de la Revolución.

Los “regalos” a Cuba ya han alcanzado más de 40.000 millones de dólares en 20 años, solo en concepto de petróleo, sin tener en cuenta la ayuda humanitaria enviada ni las plantas eléctricas financiadas.

Uno de los errores de los actores y pensadores de la política contemporánea es tratar el tema de Cuba y Venezuela por separado, como si fueran realidades distintas. La verdad es que se trata del mismo problema: falta de democracia, violaciones de derechos humanos, miseria, pobreza, migración y dictadura. Venezuela ha adoptado el proyecto cubano sin adaptación alguna. Es el mismo sistema que oprime a los cubanos desde hace más de 60 años y que durante mucho tiempo ha conspirado para socavar el funcionamiento del sistema democrático en la región. Es un proyecto antidemocrático, anti-derechos humanos y anti-integración. Es un sistema perverso que no le importa que millones de personas salgan expulsadas por las fronteras en busca de un mejor futuro. Es un sistema que solo busca el poder a cualquier costo para un grupo de dictadores.

Debemos luchar contra ese sistema. Los demócratas venezolanos y cubanos debemos unirnos más. La unidad es fundamental para aquellos que luchamos por la libertad en ambos países. Debemos redoblar nuestros esfuerzos y comprender que lo que sucede en Cuba es trascendental para Venezuela y viceversa. Unamos nuestras luchas y busquemos un desenlace definitivo que garantice la libertad para ambos pueblos.

infobae.com


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