El descenso de la temperatura es un factor determinante para que bajen los casos de esta enfermedad viral. Sin embargo, el mosquito Aedes aegypti sigue circulando y se puede adaptar al cambio de clima en algunas regiones, según detallaron tres expertos consultados.
El brote de dengue en Argentina registra al menos 84.433 casos y 56 fallecimientos, de acuerdo a lo informado por el Ministerio de Salud en el último Boletín Epidemiológico Nacional. Los datos de este documento llegan hasta el 29 de abril, y muestran que la enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti alcanzó un pico histórico a nivel nacional en relación a los contagios, superando las cifras de 2020, cuando ascendieron a 58.435.
Según informaron desde la cartera sanitaria, el número de infectados bajó por tercera semana consecutiva, en coincidencia con la llegada del otoño y el descenso de la temperatura. Es que el clima es, de acuerdo a los expertos consultados, un factor determinante para el avance del dengue.
“Cuando lleguemos al invierno, el mosquito vector de la enfermedad ya no se va a reproducir, porque debajo de los 15 grados empieza desaparecer y no transmite la enfermedad”, introdujo el virólogo de la Universidad Nacional de Quilmes, Mario Lozano. Sin embargo, la temporada invernal aún no comenzó, y las medidas de prevención deben sostenerse, de acuerdo al experto.
“Estos mosquitos, en algunos casos, se empiezan adaptar a zonas más templadas como la nuestra, especialmente al centro de Argentina y en particular la Ciudad de Buenos Aires y alrededores. Entonces, esos transmisores, si siguen sobreviviendo a temperaturas más frías, van a poder transmitir el dengue. Además, por el cambio climático, estamos muy metidos en el otoño y aún no hubo un periodo de frío intenso y los mosquitos siguen circulando, por lo que tienen la potencialidad de transmitir el virus”, sumó Lozano.
Por su parte, el médico infectólogo Ricardo Teijeiro dialogó sostuvo: “El período de circulación del vector del dengue, que es el mosquito Aedes aegypti, no se interrumpe inmediatamente. Ese mosquito vive alrededor de tres semanas en promedio. Por ese motivo, aquellos ejemplares que están circulando ahora y están contagiados con el virus porque picaron a personas que estaban cursando la enfermedad, pueden seguir circulando e infectando”.
Para Teijeiro, “hasta que no termine la circulación de esos mosquitos, que quizás tengan una, dos o tres semanas más de vida, pueden seguir apareciendo casos de dengue. Sin embargo, la curva de contagios está disminuyendo considerablemente porque ya no hay un gran desarrollo del vector: hay algunos de ellos que siguen vivos pero van disminuyendo y, de esa manera, también bajan las cifras de la enfermedad”.
En la misma línea, Lozano profundizó: “El dengue es una enfermedad con una dinámica muy particular, ya que se transmite muy mal entre personas. Es decir que no es para nada eficiente la transmisión directa entre personas y personas. Para que alguien infectado contagie a otro, sabemos que se necesita la intermediación de un vector, en este caso el mosquito. Ese mosquito no se convierte en transmisor inmediatamente, ya que el virus tiene que madurar durante 4, 5 ó 6 días, aproximadamente. Esta dinámica, en lugares donde por la humedad o por la temperatura los mosquitos no sobreviven, no se puede dar fácilmente: por más que a ese lugar llegue alguien con dengue, no se lo puede transmitir a otra persona”.
“En cambio -siguió Lozano-, si una persona vive en lugares donde por cuestiones climáticas el mosquito prolifera, cuando llega una persona con dengue, rápidamente se puede transmitir. De todos modos, como dije anteriormente, los Aedes aegypti van evolucionando y, por más que circulen menos porque hace frío, aún siguen reproduciéndose y tienen la potencialidad de transmitir el virus”.
A su turno, el doctor Tomás Orduna, ex jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero en el Hospital de Infecciosas Muñiz y miembro del Comité Científico de la Fundación Mundo Sano, dijo : “Para que haya posibilidad de transmisión de dengue, tiene que haber mosquitos. En épocas de frío, se evita la proliferación, pero no las temperaturas bajas no matan automáticamente a los mosquitos adultos, que tienen una potencial sobrevida de 30 días, en promedio. Por ende, si, por ejemplo, un mosquito está escondido en un living o en un cuarto en donde la temperatura es adecuada para que sobreviva, puede picar y, si está infectado con dengue, puede contagiar”.
“En Argentina -añadió Orduna-, el inicio de la etapa de frío suele ser en mayo y, a lo sumo, dependiendo de la ubicación, en la primera semana de junio. En este período hay una parálisis biológica y dejamos de tener al mosquito Aedes aegypti en el territorio nacional. El último lugar en el que termina la actividad del mosquito es en el norte: cuanto más al norte, más tardíamente finaliza la circulación. En Buenos aires, esto ocurre generalmente entre la última semana de mayo y la primera de junio”.
En condiciones normales, de acuerdo a Lozano, lo que sucede es que cuando llega el invierno, “el vector no se reproduce y no crecen las larvas; no se desarrollan. Por lo tanto, no hay población de mosquitos, quedan como en estado estacionario en sus huevos y no eclosionan ni circulan. Pero la temporada invernal en Argentina todavía no empezó”.
Bajo estos preceptos, Teijeiro advirtió que se deben sostener las medidas básicas de prevención. “Hay que cuidarse al salir a lugares descubiertos y usar repelente; observar que no quede agua estancada en las casas y, si tenemos síntomas, concurrir a un médico inmediatamente. Si alguien se contagia, además, debe seguir con le uso de repelente para que no lo pique un mosquito y luego contagie a otra persona. Y cuando llegue la vacuna al país, también será un gran mecanismo de prevención”, sugirió el especialista.
Justamente en lo relacionado a vacunas, semanas atrás, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó el uso del inoculante contra el dengue desarrollado por la farmacéutica japonesa Takeda. Esta vacuna también conocida como Qdenga, estará destinada a todas las personas mayores de 4 años, hayan cursado, o no, previamente la enfermedad, sin la necesidad de la realización de análisis de sangre confirmatorio previo a su aplicación. El esquema completo incluye dos dosis que deben aplicarse separadas por un intervalo de 3 meses.
“El laboratorio está trabajando para acortar los tiempos de producción y distribución, estimando que la vacuna estará disponible en nuestro país para mediados de la primavera”, adelantaron desde Takeda.
Otra vacuna contra el dengue que está aprobada en Argentina es Dengvaxia, una fórmula tetravalente que fue desarrollada por el laboratorio Sanofi-Pasteur. Producido con microbios vivos debilitados o atenuados por medio de una tecnología de ADN recombinante, este inoculante se aplica con un esquema de 3 dosis a los 0, 6 y 12 meses.
En 2017, la ANMAT autorizó Dengaxia “exclusivamente para prevenir el dengue causado por los serotipos 1, 2, 3 y 4 del virus del dengue en personas de 9 a 45 años que viven en áreas endémicas, considerando que las áreas serán las establecidas a partir de datos epidemiológicos por el Ministerio de Salud. La vacuna no se encuentra prevista y, por lo tanto, su uso y comercialización en ocasión de brotes o para viajeros no se encuentra autorizado. (…) Que la condición de venta sea autorizada bajo condiciones especiales, bajo prescripción médica”, según consta en el documento oficial al que accedió este medio.
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