El reciente ataque armado al refugio canino Xollin, hogar de más de 300 perros rescatados del maltrato extremo, abrió nuevamente una herida conocida: la vulnerabilidad en la que viven miles de animales en México, incluso aquellos que ya fueron “salvados”. Dos hombres dispararon desde una motocicleta hacia el interior del refugio en plena madrugada. Uno de los habitantes, Noa, terminó con una fractura y heridas por esquirlas. Este hecho deja en evidencia una realidad más profunda: cuando un espacio dedicado a proteger vidas se convierte en objetivo, la pregunta no es por qué pasó, sino qué lo permitió.
Ataque al refugio canino Xollin: qué ocurrió esa madrugada
Rosa María Segura, encargada del refugio, relató que los atacantes recorrieron la zona varias veces antes de disparar con escopetas hacia los animales. El ataque duró varios minutos, tiempo suficiente para sembrar miedo entre los perros, muchos de ellos rescatados de abusos severos: quemaduras, desnutrición extrema o violencia física.
Para un animal que ya vivió traumas, un estruendo de esa magnitud puede significar semanas de retrocesos emocionales. Un refugio no es solo un lugar físico: es un espacio donde un perro aprende, a veces por primera vez, que no será golpeado, perseguido ni lastimado. Por eso un acto violento ahí repercute mucho más allá de las heridas visibles.
Una historia de ataques y un refugio que resiste
Este no es el primer incidente que enfrenta Xollin. Desde mayo, desconocidos han saboteado sus instalaciones: la ocasión más grave fue cuando abrieron las puertas durante la madrugada, provocando que varios perros (muchos con antecedentes de trauma) entraran en conflicto. Cuatro de ellos murieron.
Situaciones como esta muestran que un refugio es tan vulnerable como los animales que alberga. Aunque Xollin tiene 14 años de vida y seis funcionando en San Martín de las Pirámides, su estabilidad depende de factores frágiles: desde el apoyo comunitario hasta la voluntad del ayuntamiento. Cuando esos pilares se rompen, el refugio queda expuesto, y con él, cada perro que lucha por recuperarse.
El peso emocional del ataque en los animales rescatados
Los perros del refugio Xollin no son animales recién abandonados; muchos llegan después de vivir situaciones extremas: peleas clandestinas, abandono prolongado, violencia doméstica o desastres naturales. Algunos llegaron tras las inundaciones de Chalco, enviados por Cepanaf en condiciones críticas.
En ese contexto, el ruido, las luces repentinas, el olor a pólvora o el caos son detonantes que reabren heridas. Un disparo no solo fractura huesos: rompe la sensación de seguridad que un animal rescatado tarda meses en construir. La recuperación emocional de un perro puede ser más lenta que la física, y un ataque así obliga al refugio a empezar de cero con muchos de ellos.
Abandono institucional y el efecto sobre la vida de los animales
La encargada del refugio denunció la falta de apoyo del ayuntamiento: problemas con la recolección de basura, cortes de agua y la ausencia de mesas de trabajo que antes permitían coordinar esfuerzos. Para cualquier refugio, estos servicios son esenciales. Sin agua, por ejemplo, los riesgos sanitarios se disparan: enfermedades gastrointestinales, deshidratación y estrés por hacinamiento.
Cuando la infraestructura básica falla, el impacto recae directamente en los animales. Un perro rescatado necesita estabilidad: comida diaria, limpieza constante, rutinas predecibles. Sin eso, la rehabilitación se frena, y en casos extremos puede revertirse por completo.
¿Qué pasará ahora con el refugio y los animales?
Después del ataque, las autoridades solo levantaron un reporte preliminar, pero la encargada anunció que presentará una denuncia formal ante el Ministerio Público. Aunque esto es un paso necesario, el proceso suele ser lento y no garantiza protección inmediata.
En lo inmediato, el refugio tendrá que reforzar medidas básicas de seguridad por su cuenta: iluminación, cerraduras, vigilancia comunitaria o incluso reubicar temporalmente a los perros más vulnerables. Noa, el perro herido, requerirá tratamiento prolongado y cuidados especiales, lo que implica recursos adicionales.
A nivel interno, también habrá que trabajar en la estabilidad emocional de los animales: más tiempo con cuidadores, rutinas calmadas y espacios protegidos para reducir su estrés. Si las autoridades no intervienen con firmeza, el refugio seguirá expuesto, y cada ataque futuro tendría consecuencias aún más graves.
Lo que revela el caso Xollin sobre la situación de los animales en México
El ataque es un síntoma de algo mayor. A nivel nacional, México registra más de 60 mil denuncias de maltrato animal al año, aunque organizaciones estiman que la cifra real es mucho más alta. Muchos municipios no tienen programas de protección animal consolidada, y los refugios operan con pocos recursos, voluntarios limitados y sin seguridad.
Esto convierte a los refugios (espacios que deberían funcionar como un remanso para animales traumatizados) en lugares que sobreviven contra corriente. Xollin, con sus 300 perros y 17 gatos, es un ejemplo claro: mucho corazón, mucha resiliencia, pero sin protección garantizada.
El ataque al refugio canino Xollin es más que un acto de violencia: es un recordatorio incómodo de lo indefensos que pueden estar incluso los animales ya rescatados. Entre disparos, abandono institucional y traumas previos, cada perro de ese espacio lucha por una segunda oportunidad que debería estar asegurada. La pregunta que queda en el aire es simple y profunda: si ni los lugares destinados a protegerlos están a salvo, ¿qué futuro estamos construyendo para los animales que dependen completamente de nosotros?
Carolina Gutiérrez Argüelles
Fuente de esta noticia: https://ecoosfera.com/medio-ambiente/natura/ataque-armado-refugio-xollin/
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