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Jue. Nov 21st, 2024
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Mar de sal. En suelo boliviano

Víctor Pelado Roa pedaleó durante 13 días, una aventura extrema sobre dos ruedas.

De esos locos que se trazan retos inalcanzables, pero que él lo hace posible. Víctor Manuel Roa Ortiz, 38 años, del barrio San Pablo, agarró su bicicleta y se echó a la aventura de llegar a uno de los paisajes más hermosos de América de Sur: el salar de Uyuni, Bolivia, a 1.663 kilómetros desde Asunción.

Llegó. Pelado Roa llevó al límite su físico. 

“Mi viaje comenzó el jueves 1 de diciembre, desde Asunción. El primer desafío fue cruzar el Chaco paraguayo, con este calor de locos llegamos a 47°, mucho calor”, comienza diciendo Roa.

A boxes. Parchar las gomas formó parte de la aventura. 

“Primeramente el recorrido hice con un compañero, Sandro Giménez. Él me quería acompañar hasta el domingo. (cuatro días). Después le agarró la locura y me siguió hasta la frontera con Bolivia, de ahí en más vine solo”, siguió diciendo. “Nunca antes había cruzado más allá de los límites del territorio paraguayo por el Chaco. Un paisaje impresionante, hermoso y a la vez peligroso”, comenta.

Impresionante. Su máquina en descanso pasando Tarija.

ALTURA Y MUCHA PIEDRA. ”No había tanta altura aún hasta Villa Montes, pero después de Tarija, sí… Un poco después de Tarija hay un lugar que se llama El Paso, 5.200 metros sobre el nivel del mar, de ahí había puro caminos de piedras, pedregullos, sin asfalto, tuve que caminar un poquitito, me agarró la noche en el medio del monte; había pinchado unas seis veces la rueda ese día en menos de 60 km”. No es algo que motiva tanto cuando sucede muy a menudo, apunta.

Apoyo. Sandro Giménez (c) lo acompañó hasta la frontera.

UN PUMA QUE ASUSTA. En un momento en el camino, después de Tarija, Roa tuvo varios percances y le agarró la noche en el medio del monte. “Me preparé para pasar la noche, puse las cosas para descansar y escucho el rugido de un puma ‘a la pu….’ Estaba muy cansado. ‘No puede ser esto dije’, escuché dos veces el rugido y después pillé que era el puma, entonces agarré mi bici y tuve que caminar unos 20 km hasta llegar a Tupisa y de ahí a Atocha, desde allí llegué al Salar”. Rememora que fue la aventura más increíble en el trayecto en suelo boliviano.

Su promedio de recorrido diario era de 160 km de promedio. “El último día hice más de 200 km; no quería pasar una noche más en la ruta, solo quería llegar a destino”, replica.

”Cada gota de sudor valió la pena. Ver ese paisaje impresionante, es muy lindo el lugar. Conocer nuevas ciudades, cultura”, con esas palabras cerró la charla con ÚH.

No es la primera vez

Víctor Roa ya había realizado una aventura extrema desde Asunción a Río de Janeiro, en ocasión de los Juegos Olímpicos de Río 2016. En aquel año había llegado a destino también sin muchos apremios.

¿Qué le motiva a hacer este tipo de aventuras? “Son las ganas de conocer ciudades, gente, otras culturas. Llevo 11 años haciendo cicloaventura por todo el país y hago ciclismo hace 32 años”.

“Quiero agradecer a la gente que hizo posible este viaje, a Marcelo Querino, la señora Liliana Villalba, una gran amiga, y al señor Ramón Castillo, quien es mi jefe, mi amigo y a la vez es como mi segundo padre”, subrayó Víctor Manuel Roa, quien ya se traza un nuevo objetivo rutero.

Amílcar Noguera

Tw: @NogueraAmilcar

 

UH


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