

La vestimenta en la Antigua Grecia y Roma no solo representa un reflejo de la moda de dos civilizaciones que han influido profundamente en la historia, sino también de su estructura social, creencias, avances técnicos y formas de interacción cotidiana. Profundizar en cómo se vestían griegos y romanos es adentrarse en su mundo privado y público, descubrir la importancia de los materiales, los colores, las diferencias de género y clase, y hasta el papel simbólico que cada prenda podía tener desde las ceremonias religiosas hasta el día a día en el ágora o el foro. A través de los tejidos, los diseños y los complementos, encontramos mucho más que simples hábitos textiles: se dibuja todo un universo de costumbres, jerarquías y significados culturales.
En este completo recorrido, abordaremos con rigor y detalle las prendas básicas y especializadas, los materiales que se empleaban, el sentido de los adornos y colores, los aspectos técnicos del tejido y la confección, así como las diferencias marcadas por sexo, edad y estatus social. Además, exploraremos el calzado, los peinados, los tocados y accesorios que caracterizaban a ambos pueblos, destacando las particulares tradiciones de cada uno frente a las influencias mutuas e históricas que marcaron su desarrollo. Si quieres comprender a fondo cómo vestían en la Grecia y Roma antiguas, aquí tienes la guía más exhaustiva y actualizada.
Prendas básicas en la Antigua Grecia: estructuras y tipos
La indumentaria en la Grecia clásica se caracterizaba por su sencillez, elegancia y versatilidad. El diseño de las prendas respondía tanto a la funcionalidad como a la estética. En general, la ropa griega se componía de piezas rectangulares de tela que se adaptaban y sujetaban al cuerpo mediante broches, fíbulas, cinturones o simples nudos, permitiendo un gran juego de pliegues y drapeados.
Las dos categorías principales de prendas eran:
- Endimata: Prendas interiores, llevadas directamente sobre el cuerpo. Aquí destacan el quitón y el peplo.
- Epiblemata: Prendas exteriores, similares a mantos o capas, como el himatión y la clámide.
El quitón (chitōn) era la prenda básica, una túnica de lino ligero, plisada y generalmente cosida o sujeta en los hombros mediante broches. Se podía ceñir a la cintura con una faja (zone) o un cordón, y su largo y forma variaban según el sexo y actividad: los hombres solían llevarlo corto en faenas agrícolas, militares o deportivas (quitoniscos), mientras que las mujeres preferían las versiones largas y sueltas.
El peplo (peplos) fue especialmente común entre las mujeres, sobre todo en épocas arcaicas y en Esparta. Consistía en una pieza rectangular de lana que se doblaba y sujetaba sobre los hombros, dejando abierta la parte lateral del cuerpo y creando un doblez decorativo (apoptigma) en la zona superior. A menudo se ceñía con un cinturón, formando pliegues elegantes (kolpos).
El himatión (himation) era un manto rectangular, pesado y voluminoso, utilizado tanto por hombres como por mujeres como prenda superior. Se colocaba envolviendo los hombros y la espalda, y podía servir de abrigo o hasta cubrir la cabeza como velo en ocasiones solemnes o de duelo.
La clámide (chlamys) era otro tipo de manto, más pequeño y ligero, asociado tradicionalmente a viajeros, efebos y soldados. Se prendía sobre el hombro izquierdo y resultaba muy práctica para el combate o los desplazamientos.
Además de estas prendas, existían variantes regionales y adaptaciones específicas, como el tribón para las clases humildes y filósofos, de lana áspera y sencilla, y el exomis, una túnica corta de esclavos y trabajadores que dejaba libre un hombro para mayor movilidad.
Materiales empleados en la confección griega
La confección de ropa en Grecia dependía del telar y del acceso a los materiales adecuados. Los dos tejidos más empleados eran la lana y el lino. La lana era producida localmente y predominaba por su adaptación al clima y disponibilidad, mientras que el lino, más ligero y fresco, se importó inicialmente desde Asia Menor y Oriente antes de cultivarse en Grecia.
La calidad del tejido marcaba claras diferencias sociales: el lino era considerado prenda de lujo entre las clases altas, mientras que la lana gruesa era habitual entre campesinos y artesanos. Además, existían tejidos especiales como el biso (posiblemente algodón) y los amorgina, trajes transparentes de finísimo lino provenientes de la isla de Amorgos, muy valorados por las mujeres acomodadas.
También se utilizaban pieles, sobre todo en capas invernales o para ceremonias iniciáticas como las nebris de piel de cervatillo en los rituales dionisíacos.
En la época helenística y romana, la seda importada de Asia y el algodón comenzaron a aparecer en prendas exclusivas, aunque su uso fue limitado al principio por su elevado coste.
Colores, tintes y decoración en la moda griega
El color y la ornamentación en la indumentaria griega eran signos de estatus y gusto personal.
Los tonos más usados eran el blanco natural de las telas, especialmente en los epiblemata de mujeres modestas, pero también se empleaban colores como amarillos, azules, vino y púrpura. El rojo y el púrpura eran especialmente caros y reservados a las clases elevadas. Los espartanos, por ejemplo, teñían su ropa de escarlata para ocultar manchas de sangre en combate.
Los vestidos podían incorporar ribetes, franjas, bordados y estampados, a veces tejidas directamente y otras veces cosidos a posteriori. Los adornos podían imitar patrones orientales y motivos geométricos o florales, como los representados en la cerámica y las pinturas murales.
En el caso de las mujeres, además de los tejidos coloridos, se empleaban pesas diminutas cosidas en los extremos de los mantos para conseguir un drapeado perfecto y mantener la caída de los pliegues.
Formas de llevar y sujetar la ropa

La ropa griega se caracterizaba por su adaptabilidad y la ausencia de cortes sofisticados. Las piezas rectangulares salían directamente del telar y se envolvían en el cuerpo, ajustándose mediante fíbulas (broches metálicos), cinturones o simples nudos. Era habitual el uso de grandes alfileres, conocidos como perónai, sobre los hombros para sujetar tanto quitones como peplos.
En los hombres, el quitón podía ser corto o largo según la actividad, y ceñirse con uno o varios cinturones para modular la longitud y los pliegues. El exomis dejaba el brazo derecho libre, útil para el trabajo. En las mujeres, el peplo y el quitón también podían acortarse mediante el uso de cinturones (zone o zoster), creando un efecto de doble largo (kolpos).
Los mantos (himatión, clámide) se disponían artísticamente para realzar la silueta y adaptarse a las necesidades climáticas o rituales, sin reglas estrictas salvo en ocasiones formales como los oradores o los sacerdotes.
La indumentaria infantil y el simbolismo en Grecia
La ropa de los niños griegos solía ser una versión reducida de la de los adultos, aunque en la primera infancia era habitual envolver a los bebés con spárgana, tiras de tela a modo de pañales, como señala Platón. El cambio de prenda podía marcar etapas de desarrollo o estatus familiar.
Al igual que los adultos, los niños varones llevaban quitón corto y, a partir de la efebía, podían vestir la clámide. Las niñas usaban peplos sencillos o quitones. El color, el tejido y los adornos también podían comunicar la situación social del niño.
La ropa interior y los complementos textiles griegos
La ropa interior apenas estaba presente en la indumentaria clásica griega, especialmente en los hombres, que solían vestir la túnica directamente sobre la piel. Sin embargo, tanto hombres como mujeres disponían de perizoma (taparrabos triangulares) en determinadas circunstancias, y las mujeres podían llevar bandas o sujetadores primitivos conocidos como strophion o apódesmos, que ceñían el busto y se ataban en la espalda.
El cinturón ocupaba un lugar relevante, no solo por su función práctica, sino también como adorno: podía llevarse alto, bajo el pecho, o en la cintura, y servía para acomodar los pliegues de la túnica y subrayar la silueta.
Calzado: tipos y funciones en la antigua Grecia
El calzado era otro marcador social y funcional clave en la Grecia clásica. Los tipos más usuales incluían:
- Pédilon: Sandalia ligera con suela de cuero y correas atadas al tobillo.
- Krēpís: Zapato abierto usado principalmente por los hombres y militares, derivando en modelos de bota alta (endromis) para legionarios.
- Embás: Borceguí cerrado, de distintos colores, usado tanto por hombres como por mujeres.
- Coturno: Calzado de suela alta adoptado por los actores trágicos, que aportaba altura y prestancia.
- Diábathron: Zapato formal femenino para bodas y ceremonias, decorado con aplicaciones metálicas.
Las sandalias y zapatos femeninos solían ser más variados y lujosos, con decoraciones de colores vivos, piedras y perlas para las mujeres acomodadas. En casa se solía estar descalzo.
Tocados y sombreros griegos: tradición y funcionalidad
El uso de sombreros en Grecia se centraba en la protección frente al sol o el frío, más que en la moda decorativa. Los principales tocados eran:
- Pilos: Gorro cónico de fieltro, típico de las clases humildes y viajeros.
- Pétaso: Sombrero de copa baja y alas anchas, empleado por viajeros y pastores.
- Kausía: Gorra plana de fieltro, de origen macedonio.
- Pilidion: Gorro simple, similar a una cofia de dormir.
Las mujeres solían ir descubiertas en la ciudad, cubriéndose únicamente en ocasiones especiales con velos (calyptra), mantos o tocados ligeros tipo kekryfaloi, pañuelos susceptibles de múltiples formas y motivos. Peinetas, diademas y cintas (tenia, sfendone) adornaban el cabello según la moda y el nivel socioeconómico. Para viajes o festividades se empleaba el pétaso femenino o la tolia, derivada de la cabeza de las estatuas tánagras.

Peinados y joyas: el arte del adorno personal en Grecia
El cuidado del cabello y la joyería eran fundamentales en la imagen femenina griega. Las mujeres solían recogerse el pelo en moños, adornados con cintas, diademas, aros, peinetas y redecillas. Los tocados podían indicar la edad o el estatus. Los hombres, según la época, llevaban barba y melena corta o se afeitaban completamente en los siglos posteriores.
Las joyas abarcaban collares, pulseras, brazaletes, anillos, pendientes y tobilleras, de oro, plata o bronce, a veces con motivos religiosos, mágicos o puramente ornamentales. Era común que las joyas pasaran de generación en generación o se ofrecieran a los dioses. Los adornos podían reflejar la moda del momento, con patrones como el meandro o formas de animales y plantas. Se guardaban en cofres especiales y representaban tesoros familiares.
Indumentaria y simbolismo en Roma: estructura y evolución
La moda romana, aunque heredera en parte de la griega, desarrolló características propias muy definidas, sobre todo en lo que respecta a la función social de las prendas. La vestimenta en Roma se dividía también en dos categorías:
- Indutus o indumenta: Prendas interiores.
- Amictus: Prendas exteriores.
La prenda interior básica era la túnica, de lana o lino, tanto en hombres como en mujeres. Se ceñía a la cintura mediante un cinturón y podía llevarse con o sin mangas, larga hasta las rodillas en los hombres y más extensa y holgada en mujeres.
Sobre la túnica, los hombres libres y ciudadanos vestían la toga, símbolo de estatus, ciudadanía y dignidad. Las mujeres casadas y matronas vestían la stola, prenda larga y con tirantes, acompañada del manto femenino (palla).
La toga: símbolo de poder y ciudadanía romana
La toga era la prenda distintiva y ceremonial por excelencia de la sociedad romana, reservada únicamente a los varones ciudadanos. Su color, forma y decoración variaban según la función y el rango:
- Toga virilis: Prenda blanca y sin oramentos, signo de alcanzar la mayoría de edad.
- Toga praetexta: Decorada con bandas púrpura, usada por niños y magistrados.
- Toga candida: De lana blanquísima, símbolo de pureza y aspirantes a cargos públicos.
- Toga picta: Adornada con bordados de oro, vestida por militares en sus triunfos y por altos dignatarios.
- Toga purpurea: De color púrpura, propia de reyes y emperadores. Prohibida a los ciudadanos ordinarios.
- Toga trabea: Con franjas de colores, asignada a augures y sacerdotes.
Vestir la toga era una tarea compleja y requería ayuda, por lo que los ciudadanos acomodados disponían de esclavos especializados en este cometido. Su longitud (hasta seis metros), el peso y la forma de los pliegues conferían solemnidad y distinción, aunque resultaba incómoda y, con el tiempo, fue limitada a actos públicos o solemnidades.
La túnica romana y sus variantes
La túnica era la prenda común para hombres y mujeres, generalmente de lana o lino, cosida por los lados y sujeta con cinturón o fíbula. La versión masculina era corta y sin mangas, mientras que la femenina era larga, holgada y adornada.
Tras el primer siglo del Imperio, la túnica sufrió modificaciones: se introdujeron mangas, se alargó para el clima frío y se diversificaron las formas según el grupo social (esclavos, pastores y extranjeros empleaban túnicas sencillas, sin mangas, más amplias y rústicas).
En las clases modestas, la túnica constituía a menudo la única prenda, complementándose con abrigos o mantos cuando era necesario.
La stola y la palla: prendas femeninas en Roma
La stola era la prenda distintiva de las matronas romanas, larga y decorada, con tirantes que dejaban parte de los hombros al descubierto. Era símbolo de matrimonio y virtud, y su corte podía variar en función de la moda y la condición social.
Las mujeres que habían tenido varios hijos (stola matronae) podían lucir modelos exclusivos, ceñidos con cíngulo y decorados con ribetes o bordados.
La palla era el manto femenino, rectangular y versátil, que se podía apoyar sobre el hombro, enrollar alrededor del cuerpo y, en ocasiones, cubrir la cabeza.
La ropa interior y los complementos en Roma
La ropa interior existía tanto en hombres como en mujeres romanas, aunque su función y uso variaban. Destacaban:
- Subligaculum o cinctus: Calzón similar a una braguita o taparrabos, empleado por deportistas, trabajadores y tradicionalistas.
- Subucula: Túnica interior fina, parecida a una camiseta, usada tanto de día como de camisón nocturno.
- Fascia pectoralis: Banda de tela utilizada por las mujeres como sostén o corpiño primitivo.
Las mujeres también empleaban corpiños de cuero para realzar el busto, y diferentes túnicas interiores, sobre todo en invierno, hechas de lino o seda, con mangas largas para protegerse del frío.

Prendas exteriores y mantos en la vida romana
El indutus romano se complementaba con prendas exteriores especializadas, sobre todo abrigos y capas como la lacerna (gabán o capa cerrada por delante), el sagum (manto militar de lana gruesa) y la penula (capa con capucha para la lluvia o el frío). Estas piezas podían ser sencillas o estar adornadas con broches, bordados y esclavina.
Hacia el final de la República, la toga quedó relegada a las ceremonias y los mantos exteriores ganaron popularidad entre la élite y los viajeros.
Vestimenta militar y de protección: armaduras y símbolos
Los romanos desarrollaron un sistema vestimentario militar muy avanzado, en el que el sagum era la prenda básica de la tropa y el paludamentum (capa púrpura o escarlata) la vestimenta propia de los generales en campaña. El color y la forma de la prenda revelaban el grado militar o la función del portador.
Las armaduras incluían la loriga (protección de tiras de acero), la galea (casco de cuero y metal), las ócreas (resguardos para piernas y brazos), y la lorica squamata o plumata (coraza de escamas). Los altos mandos empleaban corazas rígidas de dos piezas, ricamente decoradas, y una clámide larga ceremonial. El cinturón de cuero chapeado de metal (cinturón militar) era indispensable para sujetar la espada (gladius).
El calzado en la antigua Roma: clases, usos y significados
El calzado romano no solo protegía el pie, sino que era un signo de rango y ciudadanía. Los principales tipos de calzado eran:
- Sandalia: Suela de cuero o esparto, utilizada en casa, considerada de poca formalidad para el exterior.
- Zapatos: De cuero, sujetos con tiras, reservados para salidas y actos públicos.
- Calceus senatorius: Zapato especial de senadores, con suela gruesa y correas altas, de color rojo en el caso de los patricios, con adorno de luna creciente.
- Perones: Calzado sencillo para las clases más humildes.
- Caligae: Botas de soldado, resistentes y reforzadas con tachuelas de hierro.
Las mujeres, sobre todo las de clase alta, lucían zapatos de piel fina, decorados con piedras y colores vistosos, reservando las sandalias para el entorno doméstico.
Tocados, peinados y accesorios romanos
El tocado romano servía tanto para la protección como para señalar el estatus y la personalidad. Se empleaban distintos tipos de gorros (cucullus adherido a la penula, birretes de fieltro o lana) y sombreros de ala ancha para protegerse del sol. En las ceremonias religiosas, el sacerdote tapaba la cabeza con un pliegue de la toga.
El peinado fue evolucionando: los hombres pasaron de llevar barba a afeitarse y llevar el cabello corto, mientras que las mujeres preferían moños y trenzas, teñían el pelo de colores (incluso azul o rubio, según la moda y el simbolismo) y empleaban diademas, pendientes, collares y pulseras. Los ricos lucían joyas de oro, perlas y gemas.
El uso de prendas decorativas (tiras de púrpura, florones, apliques bordados) en los vestidos exteriores permitía mostrar el rango o la función pública: las bandas angusticlavi y laticlavi distinguían a los caballeros y senadores respectivamente.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/vestimenta-en-grecia-y-roma/
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