

En Francia, un tribunal de Béziers sancionó a principios del 2025 a la dueña de un gato naranja, acusado de molestar a su vecino. Ahora la mujer debe enfrentarse a otra cita ante la Justicia por reincidencia del felino.
Esta vez el protagonista no es Garfield, el gato egocéntrico conocido por sus travesuras y su amor inquebrantable a la lasaña, sino de Remi, un felino naranja de la calle Treille en Adge, Hérault, Francia.
Su historial de “fechorías” se inicia a comienzos de este año, cuando fue acusado de dejar huellas en el pavimento fresco, orinar en un edredón y de dejar sus necesidades en el jardín ajeno.
Por esos hechos, el tribunal de Béziers lo declaró culpable el pasado 17 de enero y ordenó a su dueña, Dominique Valdez, pagar una sanción de 1.250 euros por daños y costos legales, además incluyó una multa de 30 euros cada vez que su gato vuelva a cruzar la valla.
Sin embargo, su vecino lo volvió a acusar de reincidente y ahora debe ir a otra citación judicial para el próximo diciembre, informó el medio francés Le Parisien.
Esta vez, la sanción podría ser de 2.000 euros por daños y la multa subiría a 150 euros por cada vez que Remi aparezca en el jardín del vecino.
En declaraciones para el medio francés, Valdez recordó que la sentencia que recibió en enero “fue como un golpe en la cabeza”.
Aquella vez, el tribunal estudió un expediente judicial de 90 páginas que, para la parte acusada, “no hay pruebas fehacientes de que Remi causara los daños”.
En el vecindario, de acuerdo con Valdez, hay otro gato naranja. Mientras que en las fotos que presentó su vecino, aparecen otros gatos que han pasado por su jardín.
“Desde la sentencia, Remi se queda en casa. Es muy complicado. Ha engordado y se ha vuelto agresivo. Ni siquiera puedo dejarlo salir al jardín por miedo a que salte la valla. Es como si estuviera bajo arresto domiciliario, una especie de prisión y un doble castigo”, agregó la dueña del gato.
Para la Sociedad Protectora de Animales (SPA) la “condena” deja un nefasto precedente legal sobre adopción de los gatos.
“Esto no es un simple incidente. Es un asunto mucho más serio. Los gatos domésticos, sobre todo los que viven dentro de casa, tienen la necesidad natural de explorar su entorno. Si este procedimiento sentara un precedente, sin duda provocaría una importante disminución de las adopciones. ¿Quién querría adoptar un gato sabiendo que le multarían por moverlo? ¡Nadie!”, declaró Guillaume Sánchez, director general del SPA.
Los vecinos, por su parte, se muestran preocupados sobre la libertad de los felinos, quienes “van y vienen de casa en casa”.
Por ejemplo, Nathalie, dueña de cuatro gatos, dijo: “Si no los quieres, simplemente los ahuyentas. Y no vuelven. Además, estos gatos que merodean por el barrio nos prestan un gran servicio al matar ratas. He perdido la cuenta de los cadáveres que me traen”.
El vecino, cuyo nombre se omitió, es conocido por instalar numerosas cámaras de seguridad que escanean las fachadas de las casas colindantes y la calle.
ultimahora.com
