Difícil ruta la que recorre la educación

Bien se ha hablado de la perfección del ser humano. Aunque su perfección refiere lo biológico, mas no su proceder. Razón por la cual, de lo aludido puede desprenderse que por los errores que comete el ser humano, sus decisiones corren el riesgo correspondiente. Tanto así discurre la naturaleza humana, que el léxico popular habla de que “es humano equivocarse” lo cual se lee como lo válido porque resulta reconocer sus equivocaciones.

Incluso, se dice que los errores cometidos por el ser humano son causados por quehaceres confiados a ciertos aspectos cognitivos que resultan vulnerables. Particularmente, cuando se procesan bajo condiciones sometidas a esforzadas presiones o a exigencias estructuradas bajo medidas improvisadas.

Un problema de organización

Igual situación padecen las organizaciones. No es extraño pues que estas asuman decisiones equivocadas. Aunque en lo cierto del cuestionamiento, el problema no son las equivocaciones. El problema se suscita, por la testarudez del ser humano, toda vez que la terquedad incita la soberbia. A su vez, exalta la ofuscación, la cual como actitud, es generalmente expresión cerril y habitual en el concierto de la praxis política.

Más aún, es común advertir estos problemas cuyas formas surgen cuando en el fragor del ejercicio de la política irrumpe el protagonismo de la debatida “verdad única”. Instalada sobre estamentos de superioridad. Estos, casi siempre, presentes en ámbitos salpicados por políticas utilitarias. Indistintamente de la ideología política seguida como modelo de gestión pública. Por lo que no es nueva la incidencia del mencionado problema. Su impacto ha sido históricamente reiterado.

Los espacios de la salud pública, tanto como los de la educación pública, no escapan a decisiones que, por apresuradas o improvisadas, se toman al margen de medidas capaces de identificar los límites que diversifican las especificidades y pormenores que caracterizan el terreno en que se alberga la decisión asumida. Así es como se suscita el aludido problema.

Limitaciones que asedian

Entre las decisiones que han provocado agudos problemas en instancias que administran la educación, se tienen al menos tres, de capital alcance. Son, a saber:

1. Limitaciones normativas para lograr un sistema excelente de Educación:

A pesar de los preceptos que exaltan los procesos educacionales por parte de la Constitución, la Ley Orgánica de Educación y la LOPNA, la praxis del hecho educativo no respeta, ni considera, la exactitud de la normativa trazada por las susodichas leyes.

Contrario a lo prescrito, resultan limitadas múltiples necesidades reveladas y exhortadas por las nuevas realidades que dominan los distintos escenarios y dinámicas de toda índole.

En consecuencia, tan controvertidas limitaciones constriñen posibilidades de reformas capaces de ampliar el talante democrático de la educación como prioridad de desarrollo social, cultural, tecnológico y científico.

2. Interrupción de la vinculación educación – desarrollo:

Ninguna de las estrategias analizadas en los contenidos de las tesis que han referido la inminencia de reformas educativas estructurales, suplieron la pertinencia de las mismas por objetivos que desdeñaron retos abiertos que comprendieran exigencias relacionadas con la autoformación de la persona en términos de lo que significa convertirse en ciudadano.

Es apremiante una institucionalidad más abierta para enriquecer y actualizar el conocimiento. Tanto como la atención que sigue reclamando la necesidad de procurar cambios profundos, efectivos y decisivos en la profesión docente.

3.  Inexistencia de mecanismos de seguimiento de las condiciones físicas de los establecimientos educacionales, Asimismo, de las condiciones de salud tanto de docentes, como de alumnos:

A pesar tenerse alguna claridad sobre los principios y valores que dan sentido e importancia a la educación, las realidades se comportan a merced de la apatía que afecta la praxis de la educación en sus distintos ámbitos de desempeño.

Cabe entonces dar cuenta de la inexistencia de mecanismos de seguimiento que deberían estar rastreando el discurrir de la praxis de la educación. En lo referente a la condición física de establecimientos educativos, como de salud de quienes son actores permanentes como en el caso de docentes y estudiantes, el problema es contundente por el carácter incisivo del caso.

Aunque vale referirse no sólo a los docentes, en términos de los problemas de vida que padecen, pues lo plausible sería motivarlos a objeto de afianzar sus capacidades cognitivas y potencialidades intelectuales ante las trabas que obstaculizan su participación e integración en cualquier proceso pedagógico que respalde su papel ordenador y comprometa la razón de ser de la institución educativa a la cual aportan su magisterio.

Igual debería estar sucediendo respecto a los estudiantes. Pero no sólo por la razón de ocupar un lugar en el aula. Sino por la responsabilidad que deben asumir para que, desde su lugar institucional en el proceso enseñanza-aprendizaje, adquieran una personalidad orientada hacia valores de solidaridad, honestidad, justicia y equidad, fundamentalmente.

Lo anteriormente aludido, debe estimular la salud de los protagonistas del hecho educativo. Aunque lo detallado, tiene la misma valía para el personal administrativo, técnico y obrero que labora en los establecimientos educativos.

Inferencias del análisis

Tal vez, lo expuesto no aborde la totalidad de las decisiones equivocadas que accionan las instancias ocupadas de coordinar, administrar y gerenciar los diferentes estadios que comprometen el hecho educacional.

Cuando en el fondo de cada situación-problema que impacta las correspondientes realidades, persisten dificultades en cuanto a objetivos y orientaciones es vital tener en cuenta consideraciones y condiciones relacionadas con la insuficiencia de información que debe respaldar la elaboración y toma de decisiones.  Con la eficiencia y eficacia que deben justificar los procesos enseñanza-aprendizaje. Asimismo, con los esquemas de organización y planificación que exige la administración educacional. Principalmente.

Al cierre

El que los problemas aludidos a lo largo de este breve análisis de contexto, compromete la eficiencia de los funcionarios dedicados a las tareas propias de elaborar las decisiones que luego se convierten en ejecutorias, no significa que su trabajo debe cuestionarse de plano. Sólo que deberá basarse en un intenso esfuerzo y trabajo en la vía de estructurar decisiones más pertinentes a la problemática señalada. Deberá establecerse en una sólida capacidad de aprendizaje de las experiencias ganadas desde los respetivos procesos educacionales.

Bien aduce el filósofo y reconocido intelectual francés Edgar Morin. La inminencia de reformar el pensamiento (de quienes dirigen el acto educativo) para que así puedan reformar la enseñanza que habrá de garantizar procesos capaces de formar ciudadanos (desde la escuela).

Por consiguiente, puede evitarse que la administración de tan importante componente del desarrollo social y cultural, como en efecto es la educación, tienda a formalizarse sin a desdén de la debida atención que reclaman los procesos administrativos educacionales. Así se impedirían decisiones equivocadas. Ya que por donde se analice la situación, no podría negarse el impacto negativo que provocan.

No hay duda de que los problemas que padece la educación como subsistema del desarrollo de una sociedad son inexorables, dada la dinámica que la asedia. Sin embargo, en pos de posibilitar la educación propia de las exigencias del desarrollo, la misma podría manejarse por un camino debidamente congruente Aún así, debe reconocerse que, pese a las dificultades que puedan escarmentar en medio de la dominante incertidumbre, no deja de ser difícil la ruta que recorre la educación.

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