Este acto reflejo provocado por una irritación es uno de los gestos más representativos de la mayoría de los seres vivos
Falta poco para el invierno, pero la nueva estación ya se deja notar. Ha llegado el frío, las gripes estacionales comienzan a aparecer y aquellos que sufren de alergia empiezan a sufrir de rinitis y conjuntivitis. Noches cortas, nieve, abrigos, luces en la calle y trajes de Papa Noel. El invierno está por todas partes, hasta el punto de poseer un sonido característico, que si bien se puede escuchar en otras temporadas, es entonces cuando más aparece: ¡achís!
Los seres humanos estornudamos. Es algo natural, que también hacen casi todos los animales. Mamíferos, aves, reptiles, incluso algunos seres marinos como las babosas o las esponjas poseen este reflejo tan particular. Las ranas y los lagartos y lagartijas, en cambio, no disponen de la anatomía para hacerlo -carecen de diafragma-, del mismo modo que los delfines y las ballenas tampoco lo hacen, para evitar que el agua entre en su cuerpo y les encharque los pulmones.
Un estudio revela por qué el cuerpo tose o estornuda
Pero, ¿cuál es la razón por la que estornudamos? La enciclopedia médica online de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos explica que este acto reflejo “es causado por la irritación de las membranas mucosas de la nariz o la garganta”. Al producirse dicha irritación, primero inspiramos en un espasmo y después liberamos el aire, que sale disparado de nuestro cuerpo a una velocidad de hasta 150 kilómetros por hora, acompañado de una saliva que puede alcanzar una difusión de unos ocho metros cuadrados.
El esfínter, el diafragma, el esófago… incluso los músculos de los ojos participan en el proceso. Y tanta fuerza ejerce en nuestro organismo que los expertos aconsejan no reprimirlo: ya que podemos provocar una hipertensión en los dientes, el oído, las arterias y nuestro cerebro. El resultado de este acto de pudor pude ser irreparable: una perforación de tímpano a un aneurisma, o la posibilidad de rasgarse la garganta, tal y como recoge un informe de la revista científica BMK Case Reports. “Por educación a veces contenemos un estornudo. Pero en ocasiones raras y desafortunadas eso puede conllevar complicaciones potencialmente graves”, explican ese artículo los doctores responsables del caso.
Más reciente es el estudio publicado en la revista Cell, donde unos investigadores encontraron cómo el cuerpo decide estornudar o toser según le convenga. El secreto, según este artículo del pasado mes de octubre, está en las fosas nasales: allí hay dos tipos de neuronas (MrgprC11+ y SST+) que responden a diferentes estímulos y, por lo tanto, generan sendas reacciones en el organismo a través de nervios a su vez diferentes.
Los científicos lograron, incluso, modificar estas células para hacer que una serie de ratones infectados con gripe dejaran de estornudar, lo que si se lograra aplicar a los seres humanos podría suponer un importante avance en el tratamiento de las alergias. Eso sí, en el caso de la tos, los investigadores advierten de que “es poco probable que estas neuronas sean la única población” que la provoca. El cuerpo dispone, en realidad, de varias zonas que detectan la irritación y envían señales para que tosamos.
El papel de la genética y el síndrome ‘Achoo’
Volviendo a los estornudos, estos pueden ser provocados también por las causas más inesperadas. Se estima que entre un 17% y un 35% de la población mundial, por ejemplo, sufre lo que se conoce como el síndrome Achoo, es decir, una predisposición a estornudar cuando se exponen prolongadamente a una luz brillante y potente como la del Sol.
La Universitat Politécnica de Valencia explica en su plataforma divulgativa sobre genética, Genotipia, que el nombre de este síntoma responde a las siglas del Autosomal Dominant Compelling Helio-Opthalmic Outburst Syndrome, una “condición genética” que produce el “estornudo fótico”. “Hay una interferencia entre el nervio óptico, que se encarga de conducir los estímulos visuales, y el nervio trigémino”, el encargado de transmitir las señales neuronales de la nariz.
“Al activarse el nervio óptico debido a un estímulo visual intenso, como son los cambios de luz, se puede estimular el nervio trigémino y provocar un estornudo”. Quienes sufren este síndrome, tienen además más posibilidades de estornudar por otras razones, como la comida picante o con las inyecciones en el ojo.
Órdenes del papa y estornudos con copyright
También es muy común acompañar el estornudo con un “Jesús” o diciendo “salud”. Sobre esto, el doctor Manuel Díaz-Rubio, presidente honorífico de la Real Academia Nacional de Medicina, explicó en su libro Los síntomas que todos tenemos que el origen de este tipo de expresiones se encuentra en el siglo VI.
El papa Gregorio I emitió una orden para que se dijera siempre “que Dios te bendiga” si alguien estornudaba. En aquella época, las epidemias de peste eran frecuentes, por lo que las bendiciones no escaseaban cuando se trataba de desear que la otra persona no cayera víctima de una enfermedad. Más adelante, en el siglo XIX, se instauraría la costumbre de decir “Jesús, María y José” tras una epidemia de cólera, lo que, con el tiempo, se ha acabado acortando con la simple y llana fórmula de “Jesús”.
Decir “salud”, por otro lado, sigue una norma de cortesía en la que, de manera implícita, se desea a la persona que el estornudo no sea síntoma de ninguna enfermedad grave. Una costumbre arraigada en otros países y culturas, que van desde el bless you inglés al salute italiano, pasando incluso por el Al-hamdu Lillah que se dice en territorio árabe, de nuevo con connotaciones religiosas.
En cualquier caso, en la salud y en la enfermedad el estornudo se define por algo que no podemos controlar. Es por eso que, en muchas ocasiones, se ha relacionado con situaciones cómicas. De hecho, la primera película con copyright de Estados Unidos no es otra que la filmación de un estornudo en el año 1894, donde Fred Ott, un asistente del empresario Thomas Edison, se ponía rapé en la nariz y estornudaba.
infobae.com
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