Después de algunos intentos, Catalina Wagner, mamá del teniente de navío Diego Wagner -uno de los 44 héroes del ARA San Juan– atiende su celular. Enseguida se disculpa y me hace saber que están “yendo y viniendo” para ultimar los detalles del homenaje que harán en Colonia Hinojo, la localidad que, años atrás, les abrió las puertas y les permitió instalar una plaza en homenaje a los efectivos de la Armada que se hundieron en el submarino argentino. Diego Wagner era de Olavarría, una ciudad que queda a pocos kilómetros de Hinojo.
El dato: Allí, en el año 2018 y durante el primer aniversario de la tragedia, la familia Wagner pudo instalar una réplica del submarino. Además, acompañó el monumento con murales y hasta con la imagen de la Virgen Stella Maris.
Catalina no tarda en emocionarse, no puede seguir hablando. Toma la posta Emilio Wagner, su marido y el papá de Diego. “Pintamos la réplica, mantenemos los murales y el mástil. Ahora vamos a colocar la Bandera. Además, pondremos una escotilla original del ARA San Juan que, como no tenía reparación, la solicitamos. Una empresa local nos hizo el soporte y, con Cati, nos encargamos de la base de hormigón. También colocamos una placa y algunas plantitas. Ahora las estamos regando”, cuenta.
“Esperamos que se haga un peritaje con expertos extranjeros”
Hace dos meses que él y Catalina vienen trabajando a destajo para llegar a esta fecha con todo terminado. Ambos promedian los 65 años, sin embargo, el cuerpo -y las novedades que, a esa edad, tienen la mayoría de los seres humanos- no es un obstáculo a la hora de poder homenajear al mayor de sus hijos.
“No se ha hecho un peritaje sobre la causa. Nosotros no sabemos nada y tampoco lo sabe la sociedad. Al día de hoy, tanto la Armada como Prefectura siguen estando en conflicto con los buques chinos. Y, si bien nosotros éramos personas comunes, aprendimos mucho. Hoy contamos con documentos e información precisa. El ARA San Juan está en ‘el agujero azul’, lugar donde toda la flota china está pescando y depredando nuestros mares”, confesó Emilio, no sin antes subrayar que los efectivos de la Armada estaban ahí, con el San Juan, para cumplir con una misión “de muy alto riesgo”.
Además, Emilio recordó que, en una navegación anterior, el submarino había tomado imágenes de un buque chino que navegaba junto a ellos. Y, según explica, este había tratado de embestirlos. “¿Quién dice que no pasó lo mismo?”, se pregunta.
“Esperamos que se haga un peritaje con expertos extranjeros, como debe ser, y no con los de la Armada”, añadió.
“Que a mí no me vengan a decir que fue un accidente”
¿Es cierto que las responsabilidades de la tragedia recaen en el capitán del buque, Pedro Martín Fernández?, “No, el exministro Oscar Aguad dijo que la culpa había sido de los tripulantes. Ellos no están y no se pueden defender. Diego estaba a cargo de la electricidad y propulsión. Junto a su compañero de promoción, Fernando Mendoza, sabían muchísimo. Te puedo asegurar que yo hablaba con mi hijo, sé de los informes que elevaron y que, luego, desaparecieron mientras decían que los estaban buscando”, respondió.
Asimismo, contó que el ARA San Juan llegó a realizar varios pedidos de auxilio. “Los dejaron solos”, se lamentó Emilio. Y subrayó que, aquellos que responsabilizan a los tripulantes -incluso al capitán- tendrían que indagar sobre los informes que elevó todo el personal del submarino antes de navegar.
¿Pudieron ver el documental de Netflix sobre la tragedia?, le pregunté. “No lo quisimos ver. Cuenta lo que nosotros vivimos y sabemos. No lo queremos revivir. Además, recuerdo que había gente que hasta nos advertía que estábamos siendo espiados. Y yo, inocentemente como cualquier persona de pueblo, todavía les preguntaba qué sentido tenía espiarme a mí. Con el tiempo empezás a sacar conclusiones y a cerrar páginas”, respondió.
Sobre la tragedia, el papá de Diego es contundente: “Que a mí que no me vengan a decir que fue un accidente. Tampoco responsabilicen a Pedro Fernández y a los chicos. Y, si hubiera sido así, tampoco es culpa de ellos, porque a ellos les ordenaron. Y, si se hubiesen negado a cumplir con esa orden, hubiesen sido dados de baja”.
Diego Wagner Clar, el héroe de Olavarría
“¿Sabías que mi hijo ganaba menos que yo?”, me pregunta Diego. Luego, detalla: “Te puedo asegurar que los chicos estaban por amor a lo que hacían. Yo soy un hombre de pueblo, trabajaba en una empresa de acá, y me daba vergüenza mostrarle el sobre con mi salario a mi hijo, porque él había estudiado y tenía formación. No solo estuvo 5 años en Ensenada, La Plata, para recibirse de oficial de la Armada; sino que después continuó perfeccionándose. Hasta estudiaba ingeniería en Olavarría. Mi hijo no era un improvisado”.
Para Emilio, se dijeron “muchas barbaridades” sobre el hundimiento del ARA San Juan. “Hemos pasado por mucho. Hoy estamos en el pueblo de Hinojo, donde yo nací y me crié”, cuenta, no sin antes explicar que es una gran tristeza que los homenajes a Diego no puedan estar en Olavarría, ciudad donde nació su hijo: “Yo hubiera querido que él estuviera en una plaza en su pueblo. pero estamos acá y hace seis años que venimos”.
“No tendría que nombrar a Diego”, confiesa Emilio. Siente que lo traiciona porque cuenta varias de las cosas que él hizo en la Armada, en su trabajo, cuando su hijo optaba por mantener un perfil más bajo. “Lo digo por dolor. Nos duele el olvido. Hoy nos encuentra bajo el rayo del sol. Vinimos desde Olavarría y estamos así desde la mañana, sin poder ir ni a un baño y sin botellas de agua. Sí, contamos con gente que nos apoya y hasta nos hacen donaciones de pintura. Pero, en general, todo lo hacemos Cati y yo, desde arreglar un paredón, hasta lavarlo, pintarlo o cambiar árboles”, añade, y, sin dudarlo, reconoce: “Todo es para homenajear a los chicos y, en especial, a mi hijo”.
“Algún día me van a ver acá”
En palabras de los Wagner, Diego era un hijo maravilloso. Fue el primero de cinco hermanos: “Nació cuando recién nos casamos. Tuvimos un hijo, un mellizo, llamado Guillermito. A él lo perdimos. Falleció en Buenos Aires, durante una madrugada. Ese día Diego estaba con la abuela, en Olavarría. y a las 4 de la mañana le dijo a su abuela que un angelito se acercó a darle un beso en la mejilla. Guillermito había fallecido a esa hora. Aún lo recordamos con mi mamá, que tiene 90 años”.
Según la familia, Diego, además, era un excelente hermano mayor. Ayudaba en todo lo que podía y no dejaba de cuidarlos. “La gente de Mar del Plata, que conoció a Diego, cuentan que cuando llovía, él aparecía con su auto y ayudaba a desencajar a los vehículos que se habían quedado. Arreglaba las cañerías, las luces, cortaba el pasto y hasta ponía plantas en el barrio. Diego era muy querido. De hecho, hace poco nos encontramos con una colega de él, con quien compartió tiempo durante una campaña antártica, y nos habló de él con mucho cariño. Nos decía que Diego, más que un jefe, era un hermano”, describe, emocionado.
Su papá, conmovido por la fecha que les toca revivir, también cuenta que Diego era muy trabajador y buen compañero. Pero, además, tenía algo que, desde pequeño, lo hacía diferente a cualquier otro niño de su edad: el amor por la patria. “A él le encantaba ponerse en el papel de San Martín y de Belgrano. Desde chiquito tenía esa pasión. Recuerdo que cuando él tenía 7 años fuimos a Mar del Plata con nuestros hijos. Un día, pasamos por la Base Naval, y nos dijo a Cati y a mí: `algún día me van a ver acá`”, recuerda.
La promoción 133 de la Escuela Naval y la imagen de la Virgen Stella Maris
Uno de los recuerdos más recientes que mantiene Emilio involucra a la promoción de la Escuela Naval de Diego.
Un día, Emilio trabajaba en la escotilla que instaló en la plaza de Hinojo, cuando apareció un joven matrimonio con sus dos hijas. Ambos se miraron: “Soy compañero de promoción de la 133”. “Lo abracé y nos largamos a llorar. Fue un momento tan triste y emotivo. Su esposa también estaba conmovida”, agrega el papá del héroe del San Juan.
Todo sucedió en la plaza, frente a la imagen de la Virgen Stella Maris, regalo de los chicos de la promoción. A propósito, la esposa del oficial de la Armada le consultó a Emilio si acaso creía en Dios. “¡¿Cómo no voy a creer?!”, le respondió sin dudar.
A los pocos días, ella se volvió a comunicar con el matrimonio Wagner: “Emilio, hablé con algunas de las eposas de la promoción y quisiéramos hacerle un regalo para el parquecito, una cerámica que tiene 80 centímetros por 1.20 metros”.
“Mientras hablo, la estoy viendo de frente. La mandaron a hacer a Buenos Aires y la colocamos en la pared. No sabés la paz y el amor que nos trae la Virgen”, contó.
La historia no termina ahí, el día que colocaron la imagen, providencialmente, apareció, en bicicleta, el párroco de la zona. Supo de la historia, y en este aniversario, se acercará a bendecir la figura.
“Es como si hubiese sucedido ayer. Te quedás en el tiempo”
“Tenemos unos hijos maravillosos. Y, para nosotros, lo de Diego, es como si hubiese sucedido ayer. Es como que te quedás en el tiempo. Y, siempre digo, que quienes me mantienen con fuerza son mis otros hijos y mis nietos. Ellos nos inspiran a seguir. Renegamos todo el tiempo. Como todas las cosas malas que suceden en el país, como con la AMIA, se tapan. Reina el silencio, pero las familias sufren y se quedan con el dolor que representa la pérdida de sus hijos”, explica Emilio.
¿Cómo te gustaría que el país recuerde a los 44 héroes?, “El país ya lo hizo. La sociedad los honró y los conoce. De nuestros gobernantes, lamentablemente, no espero nada, porque tengo 65 años y, desde muy chiquito, esperé tener un país mejor. Tenemos un país que pudo ser potencia y, sin embargo, está en decadencia a causa de gente sin escrúpulos. No vamos a poner a todos los políticos en la misma bolsa, porque hay quienes se dedican a eso con mucho amor, pero sé que a otros nos les importamos”, responde Emilio, y concluye: “A Diego lo tengo muy presente. También lo sienten así sus hijos, Cati, y sus hermanos. Yo digo que él está navegando y que va a llegar el día en el que nos volvamos a encontrar”.
Patricia Fernández Mainardi
Fuente de esta noticia: https://defonline.com.ar/defensa/a-7-anos-de-la-tragedia-del-ara-san-juan-la-palabra-del-padre-de-un-heroe-nos-duele-el-olvido/
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