Escribo esto para exhortar a los padres cristianos a que exijan obediencia de sus hijos. Me motiva a escribirlo el observar cómo muchos niños pequeños ignoran las peticiones de sus padres sin enfrentar ninguna consecuencia. Los padres les dicen dos o tres veces que se sienten, se detengan, vengan o vayan, y después de la tercera desobediencia, los sobornan o se ríen. Esto puede o no lograr el comportamiento deseado.
Dos cosas me llevaron a escribir este artículo. Una de ellas fue el asesinato de Andy López, de trece años en Santa Rosa, California, a manos de la policía, que pensó que iba a dispararles con un fusil de asalto. Se trataba de una pistola de juguete. Lo que hizo que este suceso fuera relevante fue que la policía afirmó que le había ordenado dos veces que soltara el arma. En lugar de eso, les apuntó con ella. La policía disparó.
No conozco los detalles de esa situación ni si Andy siquiera escuchó las órdenes. Así que no puedo asegurar que fuera insubordinado. No se trata de si el joven López es culpable o no, sino de un «qué tal si». ¿Y si escuchó a la policía y simplemente desafió lo que le dijeron? Si eso es cierto, le costó la vida. Ese sería el precio de desobedecer a la autoridad.
Una tragedia en potencia
Fui testigo de un escenario así en un avión. Vi a una madre preparando a su hijo para que le dispararan.
Yo estaba sentado detrás de ella y de su hijo, quien tendría unos siete años. Él estaba jugando con su tableta digital. La azafata anunció que todos los dispositivos electrónicos debían estar apagados para el despegue. Él no la apagó. La madre no lo exigió. Al pasar la azafata, le dijo que tenía que apagarla y siguió avanzando. No lo hizo. La madre no se lo exigió.
Por última vez, la azafata se colocó junto a ellos y dijo que el niño tendría que entregar el aparato a su madre. El niño lo apagó. Cuando la azafata se sentó, el niño volvió a encender el dispositivo y lo mantuvo encendido durante el despegue. Su madre no dijo nada. Pensé: Ella lo está entrenando para que la policía le dispare.
El rescate de una crianza necia
Entiendo la actitud desafiante y perezosa de los padres incrédulos. Conozco las categorías bíblicas del comportamiento de los espiritualmente ciegos. Pero la negligencia de los padres cristianos me deja perplejo.
Es parte de nuestra labor enseñar a los niños la gloria de un espíritu feliz y sumiso a las autoridades que Dios ha establecido
¿Qué se esconde detrás de no exigir ni recibir obediencia? No estoy seguro. Pero puede que estas nueve observaciones ayuden a algunos padres a escapar de la insensatez de la crianza permisiva.
1. El requerimiento bíblico de que los hijos obedezcan a sus padres implica exigir la obediencia de los hijos.
«Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor, porque esto es justo» (Ef 6:1). No tiene sentido que Dios requiera que los hijos obedezcan a los padres y, sin embargo, no demande que los padres requieran la obediencia de los hijos. Es parte de nuestra labor enseñar a los niños la gloria de un espíritu feliz y sumiso a las autoridades que Dios ha establecido. Los padres representan a Dios para los niños pequeños, y es fatal entrenar a los niños para ignorar los mandamientos de Dios.
2. La obediencia es una categoría del nuevo pacto y del evangelio.
La obediencia no es meramente una categoría «legal». Es una categoría del evangelio. Pablo dijo que su objetivo en el evangelio era «promover la obediencia a la fe» (Ro 1:5, énfasis añadido). También dijo: «Porque no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, en palabra y en obra» (Ro 15:18, énfasis añadido).
El objetivo de Pablo era poner «todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo» (2 Co 10:5, énfasis añadido). Así lo exigía a las iglesias: «Y si alguien no obedece nuestra enseñanza en esta carta, señalen al tal y no se asocien con él, para que se avergüence» (2 Ts 3:14, énfasis añadido).
Los padres que no enseñan a sus hijos a obedecer a las autoridades establecidas por Dios los preparan para una vida fuera de sintonía con la Palabra de Dios
Los padres que no enseñan a sus hijos a obedecer a las autoridades establecidas por Dios los preparan para una vida fuera de sintonía con la Palabra de Dios, una vida fuera de sintonía con el mismo evangelio que desean enfatizar.
(Si alguien duda de lo crucial que es esta doctrina, le recomiendo que lea el capítulo de Wayne Grudem, «Pleasing God by Our Obedience: A Neglected New Testament Teaching [Agradando a Dios con nuestra obediencia: una enseñanza olvidada del Nuevo Testamento]» en For the Fame of God’s Name [Por la fama del nombre de Dios], editado por Justin Taylor y Sam Storms).
3. Es posible exigir la obediencia de los hijos.
Es lamentable ver a los padres actuar como si estuvieran indefensos en presencia de hijos desobedientes. Dios exige que los niños obedezcan, porque es posible que los padres requieran obediencia. A los niños pequeños, menores de un año, se les puede enseñar eficazmente a que no toquen, muerdan, tiren, hurguen, escupan o griten. Tú eres más grande que ellos. Utiliza tu tamaño para salvarlos para algo mejor, no para condenarlos al egoísmo.
4. Para poder practicar el exigir obediencia en público sobre cosas importantes, primero debe practicarse en casa sobre cosas poco importantes.
Una de las explicaciones de por qué los niños se descontrolan en público es que en casa no se les ha enseñado a obedecer. Una de las razones es que muchas cosas en casa no nos parecen merecedoras de una batalla. Es más fácil hacerlo nosotros mismos que dedicar tiempo y esfuerzo a lidiar con la falta de voluntad de un niño. Sin embargo, esto simplemente enseña a los niños que la obediencia en cualquier lugar es opcional. Si mantienes la constancia a la hora de pedir obediencia en casa, ayudarás a tus hijos a ser amables en público.
5. Exigir obediencia requiere esfuerzo, pero vale la pena.
Si le dices a un niño que se quede en la cama y se levanta de todos modos, es más fácil decirle «vuelve a la cama» que levantarte y lidiar con la desobediencia. Los padres están cansados. Lo entiendo. Durante más de cuarenta años, he tenido hijos menores de dieciocho años. Exigir obediencia requiere energía, tanto física como emocional. Es más fácil dejar que los niños se salgan con la suya.
La crianza permisiva no produce hijos amables y humildes. Produce malcriados. No es divertido estar con ellos y no son felices
¿Cuál es el resultado? Niños incontrolables cuando importa. Han aprendido a trabajar los ángulos. Mamá es impotente y papá es un cómplice. Pueden leer cuando estás a punto de explotar. Así que te desafían justo antes de eso. Esto da frutos amargos para todos. Pero el esfuerzo que supone ser inmediatamente consistente con cada desobediencia da frutos dulces para los padres, los hijos y los demás.
6. Puedes romper la disfunción multigeneracional.
Una de las razones por las que los padres no exigen disciplina es que nunca han visto cómo se hace. Proceden de hogares en los que se observaban dos modalidades: la pasividad y la ira. Saben que no quieren ser padres autoritarios. La única alternativa que conocen es la pasividad. Hay buenas noticias: esto puede cambiar. Los padres pueden aprender de la Biblia y de personas sabias lo que es posible, lo que se debe hacer, lo que es sensato y cómo hacerlo con un espíritu paciente, firme, amoroso y basado en el evangelio.
7. La crianza llena de gracia lleva a los niños de la conformidad externa a la disposición gozosa.
Los niños necesitan obedecer antes de poder comprender la obediencia a través de la fe. Cuando llega la fe, la obediencia que han aprendido mediante el temor, las recompensas y el respeto se convertirá en la expresión natural de la fe. No exigir obediencia antes de tener fe es insensato. A largo plazo no es amoroso, pues crea profundos surcos de hábitos desobedientes que luego la fe no debe infundir, sino superar.
8. Los niños que tienen padres que les exigen obediencia son más felices.
La crianza permisiva no produce hijos amables y humildes. Produce malcriados. No es divertido estar con ellos y no son felices. Son exigentes e insolentes. Su «libertad» no es una bendición ni para ellos ni para los que están a su alrededor. Son libres como lo es un barco sin timón. Son víctimas de sus caprichos. Tarde o temprano, esos caprichos entrarán en conflicto. Eso solo puede acabar en miseria. O incluso en un encuentro mortal con la policía.
9. Exigir obediencia no es lo mismo que exigir perfección.
Puesto que los padres representamos a Dios ante los hijos —especialmente antes de que puedan conocerlo mediante la fe en el evangelio—, les mostramos tanto justicia como misericordia. No se castigan todas las desobediencias. Algunas se señalan, se reprenden y se pasan por alto. No existe un manual preciso para esta mezcla. Los niños deben aprender de nuestra crianza que el Dios del evangelio es un fuego consumidor (He 12:7, 29) y que es paciente y lento para la ira (1 Ti 1:16). En ambos casos —disciplina y paciencia— el objetivo es lograr una obediencia rápida, feliz y completa. Eso es lo que produce el conocer a Dios en Cristo.
Padres, ustedes pueden hacerlo. Esta es una temporada dura. He pasado más del sesenta por ciento de mi vida en ella. Pero hay gracia divina para ello y serán ricamente recompensados.
John Piper
Fuente de esta noticia: https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/padres-exijan-obediencia/
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