Cuando Ronaldo Barthem empezó a estudiar el dorado, un tipo de enorme pez gato (denominado pez gato gigante de la Amazonia, o pez gato goliat), en un estuario del río Amazonas de Brasil hace varias décadas, le desconcertó la ausencia de peces adultos. ¿Dónde desova este animal de color dorado que puede llegar a medir hasta dos metros?
Años de investigación revelaron una respuesta sorprendente: el dorado nada a través de varios países, hasta las estribaciones de los Andes, en el lado opuesto del continente, para completar su ciclo vital. Según una investigación publicada recientemente en la revista Fish and Fisheries, este viaje de ida y vuelta de 11 265 km es, con diferencia, la migración más larga realizada por cualquier pez de agua dulce del mundo.
Es probable que esta épica migración haya ayudado al dorado a aumentar su crecimiento y supervivencia, ya que los animales jóvenes que se desplazan se benefician de una enorme diversidad de alimentos, desde algas hasta insectos. Pero su largo viaje a través de fronteras también ha hecho que la especie, que puede pesar más de 90 kilos, sea más vulnerable a las amenazas humanas, desde la sobrepesca a las presas hidroeléctricas.
Estas son las mismas razones por las que los peces migratorios de agua dulce han disminuido un 76% desde 1970, lo que los sitúa entre los grupos de animales más amenazados del mundo.
A pesar de su grave situación, los peces migratorios han gozado históricamente de escasa protección. De los 1200 animales incluidos en la lista de la Convención sobre Especies Migratorias, un tratado internacional gestionado por la ONU, sólo dos son peces migratorios: el siluro gigante del Mekong, en peligro crítico, y el esturión de lago.
Sin embargo, ese número se duplicó en febrero, cuando el dorado, junto con otro siluro gigante del Amazonas, el piramutaba (Brachyplatystoma vaillantii), se convirtieron en las dos primeras especies de peces del hemisferio sur amparadas por el tratado.
La noticia fue recibida con entusiasmo por muchos expertos en peces, entre ellos Barthem, ecólogo del Museo Goeldi de Belém (Brasil). “Es quizá la iniciativa más prometedora para promover la conservación de los ecosistemas acuáticos” de la Amazonia, afirma.
Según Susan Lieberman, Vicepresidenta de Política Internacional de la Wildlife Conservation Society (Reino Unido), la inclusión en la lista podría fomentar la colaboración entre gobiernos a lo largo de la ruta migratoria de la especie, lo que permitiría mejorar los planes de conservación.
Riqueza de peces migratorios
Las siete especies de pez gato gigante del Amazonas son depredadores cúspide y desempeñan un papel fundamental en el equilibrio del sistema fluvial. Además, los peces migratorios representan el 80% de la producción pesquera comercial del Amazonas; tanto la pesca artesanal como la industrial siguen de cerca los movimientos estacionales del dorado y la piramutaba.
Para el nuevo estudio, los investigadores también se basaron en datos de capturas, estudios de larvas y observaciones sobre el terreno para conocer mejor los movimientos de estos peces.
La vida del dorado comienza cerca de los Andes, donde nacen los peces antes de derivar como larvas y juveniles río abajo hacia la desembocadura. Los peces, que pueden vivir hasta 17 años, regresan más tarde como subadultos al Amazonas occidental para desovar, atravesando varios países, entre ellos Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. El piramutaba, más pequeño, realiza migraciones similares, aunque más cortas, aunque se desconoce su lugar exacto de desove.
“El homing [o capacidad de retorno], un comportamiento que hace que estos peces vuelvan al lugar donde nacieron para desovar, indica que puede tratarse de una memoria que resiste a la distancia y a los distintos ambientes a lo largo de sus rutas migratorias”, afirma Guillermo Estupiñán, experto en siluros gigantes de la Wildlife Conservation Society de Brasil.
El enorme pulso de inundación anual que transforma el Amazonas y sus más de 1000 afluentes, sumergiendo los humedales cubiertos de bosques y creando un mosaico de hábitats diferentes, también favorece el comportamiento migratorio de los peces en busca de zonas de cría o alimentación.
Según un estudio reciente publicado en Fish and Fisheries, hay al menos 223 especies de peces migratorios en el Amazonas, pero el número real es probablemente mucho mayor.
En el caso de este pez gato gigante, la sobrepesca sigue siendo una de las principales preocupaciones: en 2007, los científicos estimaron una captura anual de dorado de al menos 10 500 toneladas en la cuenca del Amazonas. Brasil no ha actualizado esas estadísticas desde entonces, aunque hay planes para reanudar la vigilancia, dice Lisiane Hahn, bióloga piscícola que dirige una empresa brasileña llamada Neotropical Environmental Consulting.
Pero las presas hidroeléctricas pueden representar una amenaza más existencial. Aunque no hay presas en el curso principal del Amazonas, existen planes desde hace tiempo para construir cientos de ellas en el resto del sistema fluvial, estructuras que podrían cortar las rutas migratorias del siluro Goliat.
Hahn pasó ocho años marcando y siguiendo a cientos de dorados y piramutabas en el río Madeira tras la construcción de dos presas hidroeléctricas en 2012. Descubrió que ni un solo pez podía evitar las presas. Como resultado, la población de dorados ha disminuido drásticamente en las cabeceras del Madeira en Bolivia, según muestra su investigación.
Sólo el principio
La Convención sobre las Especies Migratorias mantiene dos listas: una para las especies amenazadas de extinción y otra para las especies que se desplazan a través de las fronteras nacionales y dependen de la cooperación internacional para su supervivencia. Los dos siluros gigantes, que aún no corren peligro de extinción, han sido añadidos a la segunda lista.
Los científicos abogan por la creación de “rutas de natación” mundiales, como los corredores de migración animal terrestres, que protegerían los hábitats clave de los peces migratorios. Barthem y otros también esperan que la Convención incluya en su lista a más peces migratorios, ya que casi 900 especies realizan al menos migraciones parciales en agua dulce, que es el criterio para tal inclusión.
Barthem, que desempeñó un papel decisivo en la cartografía de la épica migración del dorado, añade que las nuevas tecnologías aportarán nuevos conocimientos al estudio de los asombrosos viajes de los peces amazónicos.
“Estamos empezando a comprender estas migraciones”, afirma.
Stefan Lovgren es colaborador habitual de National Geographic y coautor, junto con Zeb Hogan, del libro ‘Chasing Giants: In Search of the World’s Largest Freshwater Fish’ [Persiguiendo gigantes: en busca de los peces de agua dulce más grandes del mundo].
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/animales/2024/03/siluro-brasileno-nadar-enormes-distancias-migracion-record
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