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Barcelona, 5 nov (EFE).- La exmonja y escritora argentina Florencia Luce, que ha publicado “El canto de las horas” (Libros del Zorzal) tras doce años en un convento de clausura, se muestra crítica sobre la misoginia en la Iglesia y explica en una entrevista con EFE que en la institución la mujer solo está para “servir al sacerdote”.

Ingresó como monja a los 19 años tras una “llamada” que le hizo sentir “una elegida”, un viaje que ha plasmado en una novela en la que a través de su “alter ego”, Marie, cuenta un mundo de intrigas y juegos de poder dentro del monasterio, además de reflexionar sobre el escaso papel que se concede a la mujer en las instituciones religiosas.

Luce señala que, en su opinión personal, “la Iglesia Católica está anquilosada en muchas costumbres anacrónicas y cuesta entender por qué las siguen manteniendo”.

Y prosigue: “El lugar de la mujer es una de ellas, pues no tiene sitio en la jerarquía de la Iglesia, en las decisiones, ni en las votaciones. El hecho de que a la mujer no se le permite ser sacerdote, ya lo dice todo. La mujer es la que sirve al sacerdote, al obispo, la que le facilita la vida cotidiana y el trabajo, pero no tiene poder de decisión”.

Reconoce que cuando fue elegido papa su compatriota Francisco tuvo “esperanzas” que se pudieran dar pasos como que las mujeres oficiaran misa en las iglesias católicas.

“Tengo entendido que este mes (el papa) convocó un sínodo con sacerdotes y laicos, hombres y mujeres. Eso ya es un paso que demuestra que este papa quiere darle más protagonismo a la mujer. Sin embargo, en su gran mayoría siguen siendo hombres, y todavía hoy cuesta integrar a la mujer en los equipos de trabajo de revisión de la vida de la Iglesia”, subraya.

Para Luce, “es evidente” que la Iglesia sigue teniendo “una estructura bien machista”.

“Quisiera ver que las mujeres puedan ser sacerdotes, celebrar la misa, confesar, casar, y todo lo demás que hacen los hombres en la Iglesia Católica. ¿Por qué no? Y junto con ello, ¿por qué no permitir que un sacerdote se case, que tenga familia? ¡Cuánto más sano sería!”, reflexiona.

Preguntada sobre qué base tendría esa jerarquía del hombre sobre la mujer en los textos sagrados, la exmonja de clausura reconoce que “hay pasajes de la Biblia que hoy se nos hacen insoportablemente machistas, pero no podría decir que la Biblia sea machista (…) Es cierto que hay mayor protagonismo de hombres, en líneas generales, pero mucho de eso es fruto de la época en que sus historias fueron transmitidas y redactadas”, opina.

Sobre su propia experiencia, rememora que se hizo monja a pesar de no provenir de una familia especialmente religiosa, si bien sus amistades y los círculos de seminaristas en los que se movía en sus inicios de la universidad explican su camino.

“Mi familia no era religiosa, pero sí mis amigos. Hacían encuentros con sacerdotes o seminaristas para hablar de la fe y la espiritualidad. Al tiempo recurrí a un sacerdote para que me aconsejara, y fue él quien me propuso visitar un monasterio contemplativo”, recuerda.

Fue en aquel centro donde explica que comenzaron sus conversaciones con las monjas, quienes “muy pronto” la hicieron sentir “aceptada”.

Fue la antesala de más de una década en clausura y con la ilusión de que “la vida de oración era lo que daría sentido a mi vida”, explica. EFE

lmi/fl/jdm]

Lara Malvesí

Fuente de esta noticia Infobae


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