Medicina es, según las autoridades, una carrera de interés social. Por eso, será la primera que entrará al proceso de evaluación y acreditación de carreras. La tarea está a cargo del Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de Calidad de la Educación (Ceaaces).
Según Francisco Cadena, presidente del organismo, se evaluarán dos parámetros: el entorno del aprendizaje y el resultado del aprendizaje. Para que una universidad pueda acreditar una carrera deberá superar el mínimo establecido en ambos parámetros. Si es deficiente en cualquiera de ellos, se establecerá un plazo de un año para hacer las mejoras. Si no pasa en ninguno de ellos, la carrera saldrá del sistema.
Al revisar el entorno, el Ceaaces evaluará la pertinencia de la carrera, la vinculación con la colectividad y el seguimiento que se haga de los graduados. En el ámbito académico se valorará el tipo y pertinencia de los profesores, la malla curricular y los laboratorios. El organismo empezará las visitas in situ en septiembre, con expertos en cada rama.
Los resultados de aprendizaje, en cambio, se medirán con un examen a los estudiantes de último año. ¿La novedad? Esta prueba será también habilitante para su actividad profesional.
Leonardo Bravo, director ejecutivo de la Asociación Ecuatoriana de Facultades de Ciencias Médicas y de la Salud, considera que la evaluación es positiva. Aunque hace observaciones: “Se debe tomar en cuenta las especificidades propias del aprendizaje del manejo con pacientes y el dolor humano”. Por eso, presentará sus argumentos por escrito al Ceaaces antes de que concluya esta semana.
Entre los estudiantes reconocen la necesidad de la evaluación. Stéfany Dávila, de la Universidad Central, asegura que con esta valoración se podrán en evidencia las fortalezas de su facultad. “Los profesores, que nos transmiten su experiencia, y las horas de práctica pre profesional son los que aportan decisivamente a nuestra formación”, dice.
Sandra Cortez realizó sus prácticas pre profesionales en el hospital Carlos Andrade Marín de Quito. Ella cree que las evaluaciones deberían ser 50 % prácticas y 50 % teóricas. “Solo con un paciente vivo en las manos, se puede valorar de forma adecuada los síntomas, reacciones y cómo ayudarlo. Lo más importante es la empatía, la posibilidad de ponernos en sus zapatos y tratarlo de forma humana”.
Cadena espera que no se vea al proceso con un fin sancionador. “Necesitamos profesionales de calidad. Por eso realizaremos esta, que es una mirada certera y especializada de los campos del conocimiento en cada universidad”, expresa.
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