Por años, la industria cementera ha estado asociada a altos consumos energéticos y a una fuerte huella ambiental. Sin embargo, en los últimos tiempos, el sector ha comenzado a transitar un camino distinto, en el que la eficiencia productiva convive con la sostenibilidad. En Cementos Artigas, ese cambio va de la mano de combustibles alternativos. Y, entre ellos, uno de los más innovadores es el biolodo.
En diálogo con diario La R, la ingeniera química Yamina Radesca, responsable del área de combustibles y materiales alternativos, explica cómo funciona este proceso, cuáles son sus beneficios ambientales y por qué Uruguay se ubica a la vanguardia regional a “nivel europeo”.
Con 12 años dentro de la empresa, Radesca es una de las referentes técnicas en esta transformación y testigo directa de cómo residuos que antes terminaban en rellenos sanitarios hoy se convierten en energía para el horno cementero.
Reducción de la huella de carbono
La huella ambiental de la industria del cemento se encuentra estrechamente ligada a las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Según explica Radesca, estas emisiones tienen dos orígenes principales: por un lado, el uso de combustibles fósiles y, por otro, el propio proceso químico de fabricación del clinker —el componente básico del cemento—, que implica la descarbonización de la caliza.
“Desde el punto de vista de combustibles, lo que hacemos en Cemento Artigas es buscar siempre alternativas al fósil, que en nuestro caso es el coque de petróleo”, señala. Sustituir ese combustible tradicional no solo reduce emisiones, sino que también permite valorizar residuos de otras industrias. Explica que, en los años iniciales, cualquier cementera es full oil y poco a poco, “van trabajando para migrar a otras”.
En ese camino, Cemento Artigas ha incorporado chips de madera provenientes de la forestación, cáscara de arroz, aceites lubricantes en desuso y neumáticos fuera de uso. Todos ellos cumplen una doble función: aportan energía y, al mismo tiempo, resuelven problemas ambientales preexistentes.
Reconoce también que existen muchas empresas —entre ellas Cementos Artigas— trabajando desde la “recolección, la regulación y el procesamiento en plantas”.
Qué es el biolodo y por qué importa
Desde 2023 Cementos Artigas se encuentra trabajando en los lodos generados en cualquier industria. El biolodo es el resultado del tratamiento de aguas en plantas potabilizadoras o industrias que procesan grandes volúmenes de agua. De forma sencilla, se trata del material sólido que se separa del agua para que esta pueda ser reutilizada o consumida.
De acuerdo con la Real Academia Española, un lodo es un “sedimento blando y húmedo que se deposita en el fondo de los líquidos”. En este caso, al ser de origen orgánico, se lo denomina biolodo.
“El biolodo es muy parecido a cualquier biomasa. La madera, por ejemplo, tiene una composición y un poder calorífico muy similares”, explica Radesca. El poder calorífico es un concepto clave: se refiere a la cantidad de energía que un combustible libera al quemarse, y es lo que determina si sirve o no para un proceso industrial de alta demanda energética.
Uno de los obstáculos para el uso del biolodo en Uruguay es su alta humedad. “La mayoría de los lodos se generan húmedos y así no los podemos procesar”, aclara la ingeniera. Por eso, Cemento Artigas trabaja con una empresa que se encarga de secarlos y pelletizarlos, es decir, transformarlos en pequeños cilindros compactos y fáciles de manejar.
Ese combustible se utiliza en el horno cementero donde se alcanzan temperaturas cercanas a los 1.500 grados. Para garantizar un manejo seguro y sin impactos negativos, la empresa realizó inversiones específicas. “Terminamos este año dos silos nuevos, con un sistema cerrado. Se descarga, se inyecta y no genera olores, emisiones ni polvillo”, destaca.
Aunque el biolodo es un paso clave, no es el único frente de trabajo. La industria cementera también busca reducir el uso de clinker, ya que su producción es altamente emisora de CO2. Para eso, se incorporan materiales alternativos, como ciertas cenizas de biomasa, que permiten fabricar cemento con menor impacto ambiental.
“La huella ambiental incide incluso más por el lado de los materiales que por los combustibles”, resume Radesca.
Resultados concretos y metas claras
Consultada por los objetivos específicos de la cementera, Radesca comenta que Cemento Artigas comenzó hace años con apenas un 5-10% de sustitución de combustibles fósiles. A la fecha, la cifra ronda el 34-35%. “Nuestro objetivo histórico es llegar al 40%”, explica.
Estos indicadores se monitorean de forma permanente, en el marco de sistemas de gestión certificados bajo normas internacionales como ISO 9001 (calidad), ISO 14001 (medio ambiente) e ISO 45001 (seguridad y salud ocupacional).
En comparación regional, Uruguay se destaca de manera significativa. “Estamos a nivel europeo en porcentajes de sustitución. Muy por encima de Latinoamérica”, afirma Radesca. Sin embargo, también señala la necesidad de tener una normativa específica que acompañe estos avances tecnológicos.
“Operativamente el país avanzó muchísimo, pero la legislación va más lenta. Muchas veces tenemos que regirnos por normas europeas porque acá todavía no existen”, advierte.
En Europa, el uso de lodos como combustible es una práctica extendida desde hace años. En Uruguay, Cemento Artigas fue quien se encargó de abrir el camino. “Tenemos capacidad para usar más biolodo. El desafío está en darle el tratamiento adecuado y sacarlo de los rellenos sanitarios”, concluye la ingeniera.
Así, lo que antes era un problema ambiental comienza a convertirse en parte de la solución: un ejemplo concreto de economía circular aplicada a una de las industrias más exigentes desde el punto de vista energético.
Valeria Machado
Fuente de esta noticia: https://grupormultimedio.com/cemento-artigas-impulsa-el-uso-de-biolodo-como-combustible-alternativo-id180424/
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