
Al decidir pasar unos días en Brasil, elegí la ciudad y el hotel Grand Mercure Río de Janeiro Copacabana, por las buenas referencias sobre el servicio y la ubicación frente a la playa. Desde la bienvenida tan cercana, cálida y profesional en la recepción, sentí que había llegado a un lugar especial y, antes de entregar el pasaporte, el personal me preguntó en qué idioma prefería comunicarme; les dije «español» y ese simple gesto, casi invisible, me encantó.

Viajé con una amiga y tuvimos la suerte y el privilegio de alojarnos en una habitación Premium Executive con dos camas con vista al mar, que incluso estaba lista mucho antes del horario habitual de check-in, un detalle que, para quienes llegan cansadas tras un vuelo, se agradece mucho.

Al ingresar a la habitación, la ves amplia, cómoda, muy acogedora y te invita al relax total, sobre todo por la vista a toda la playa de Copacabana, esa postal viva que cambia de color a lo largo del día. Como era una habitación para dos personas, me gustó la distribución, sobre todo que la ducha y el inodoro estaban en una zona con puerta cerrada y el lavadero en la parte exterior, lo cual ayuda mucho para organizarte con tu compañera de habitación.
Las camas supercómodas, con ropa de cama muy suave, invitan a entregarse al descanso profundo, luego de las diversas actividades que puedes realizar en Río de Janeiro. Pero hay un detalle que marca la diferencia dentro de la habitación: al lado de la gran ventana, que sirve de marco al paisaje de Copacabana, hay una hamaca suspendida, que te invita a balancearte suavemente y desconectarte mientras miras el mar carioca.

Para un refrigerio en la habitación, el frigobar y el espacio para snacks están bien surtidos. Sí, todo tiene un costo adicional, pero la comodidad pesa más: un antojo nocturno de una Coca-Cola, agua o papitas se resuelve sin salir de la habitación. Pequeños placeres que suman al confort del huésped.
Al regresar una noche, después de un paseo por la playa, nos esperaba otro gesto inesperado del equipo del hotel: chocolates y una botella de champaña. Detalles que no se anuncian, pero que permanecen en la memoria.
Tour de sabores

A la mañana siguiente, el desayuno buffet confirma un tour de sabores: productos variados, frescos y bien preparados, con opciones para todos los gustos. Es de esos desayunos que se disfrutan sin apuro, mirando el movimiento de la ciudad que despierta frente al mar.

La experiencia se eleva, literalmente, en el Vizta Rooftop, ubicado en una gran terraza del penúltimo piso. Más que un espacio del hotel, es uno de los puntos imperdibles de la ciudad, y no solo para huéspedes, porque el ambiente es vibrante, con DJ, buena música y un público diverso que llega atraído por el panorama. El atardecer aquí es un espectáculo en sí mismo, ideal para acompañar con una caipiriña de maracuyá o frutilla, tal como elegimos con mi amiga mientras Copacabana se teñía de tonos dorados.

El restaurante Caza Alimo despliega una propuesta culinaria sólida y bien concebida, respaldada por una carta variada que invita a explorar distintos sabores. Durante nuestra experiencia, tanto en el almuerzo como en la cena, cada plato evidenció una cocina cuidada, equilibrada y llena de carácter. Entre todas las preparaciones, la lasaña merece una mención especial: memorable, generosa y destinada a permanecer entre las más destacadas que hemos probado. Incluso las opciones más informales, como los sándwiches, sorprenden gratamente, gracias a la calidad de los insumos, una ejecución deliciosa y una presentación que no descuida ningún detalle.
Actividades para todos

Para el momento de los ejercicios, quedé impresionada por las grandes y magníficas instalaciones del gimnasio, muy bien equipado con máquinas de última generación. Para refrescarnos, lo mejor fue disfrutar de la piscina ubicada en el último piso, exclusiva para los huéspedes, y es uno de los mejores lugares del hotel para refrescarse y relajarse mientras la mirada se pierde en el paisaje de Copacabana, el balneario más famoso del mundo.
Y si el mar está a solo unos pasos, el hotel se encarga del resto. El servicio de playa incluye toallas grandes, sombrillas y el personal está atento y permanece pendiente de los requerimientos de los huéspedes. Así, disfrutar del mar se convierte en una experiencia tranquila, sin preocupaciones.
El Grand Mercure Río de Janeiro Copacabana, hotel premium de Accor, no solo es un lugar para descansar, es un hotel para vivir una experiencia que integra hospitalidad, comodidad, alta gastronomía y diversión, con ese espíritu único de la Ciudad Maravillosa y del balneario de Copacabana. Todo sumó para este inolvidable viaje al destino más atractivo de Brasil.
Por: Pierina Bernuy
Infotur Latam
Fuente de esta noticia: https://infoturlatam.com/disfrute-de-la-ciudad-maravillosa-en-el-grand-mercure-rio-de-janeiro-copacabana/
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