
Ministro de la Igualdad, Juan Carlos Florián Silva
Bajo un sol implacable y el viento persistente que define el paisaje de La Guajira, Maicao fue escenario de una jornada que trascendió lo simbólico para instalarse en el terreno de los hechos. En el barrio La Pista, uno de los sectores históricamente más golpeados por la pobreza, la exclusión y la migración forzada, el Estado llegó no como una figura lejana, sino como un actor presente, visible y comprometido. La NavIgualdad, liderada por el Ministerio de la Igualdad y Equidad, se convirtió en un punto de encuentro entre comunidades diversas y una institucionalidad que busca reconstruir la confianza desde el territorio.
Desde las primeras horas del día, el espacio se llenó de música, colores y gestos sencillos que adquirieron un significado profundo. Niñas y niños recibieron camisetas que no solo protegían del sol, sino que representaban pertenencia y reconocimiento. En un contexto donde la ausencia estatal ha sido la norma durante décadas, cada detalle tuvo el peso de una afirmación silenciosa pero contundente: nadie sobra, nadie es invisible.
“El Estado tiene sentido cuando llega con agua, alimento y cuidado; cuando devuelve dignidad y permite que la vida vuelva a caminar el territorio”, expresó el ministro Juan Carlos Florián Silva ante una comunidad integrada por lideresas wayuu, familias migrantes, población afrodescendiente y habitantes locales que conviven a diario con los desafíos de una frontera viva y compleja. Sus palabras no sonaron a consigna, sino a una lectura directa de la realidad de Maicao, un municipio de más de 200 mil habitantes donde la pobreza multidimensional alcanza niveles cercanos al 60 %, según autoridades locales.
La jornada inició con procesos de caracterización poblacional liderados por el Programa Mundial de Alimentos y continuó con actos cargados de simbolismo: cintas sostenidas por manos infantiles unieron las banderas de Colombia y Venezuela, recordando que en este territorio la integración no es un discurso político, sino una necesidad humana. Aquí, donde las fronteras se cruzan a diario para sobrevivir, la cooperación y la solidaridad son condiciones básicas de vida.
Durante el encuentro se compartió un almuerzo comunitario, se entregaron kits escolares y se celebró la riqueza cultural de la región con expresiones como la yonna y el mapalé, junto a cantos que mezclaron tradición ancestral y voces jóvenes. Fue una celebración de la diversidad que define a Maicao y que refleja, en pequeña escala, los retos y las posibilidades de América Latina: pueblos originarios, comunidades afrodescendientes, población migrante y colombianos construyendo convivencia en un mismo territorio.
Uno de los momentos centrales de la jornada fue la entrega de más de 400 Certificados Bonos de Asistencia Humanitaria, en articulación con el Programa Mundial de Alimentos. Este apoyo permitirá a igual número de familias fortalecer su canasta básica al inicio de 2026, en una región donde garantizar el alimento sigue siendo una urgencia cotidiana y una deuda histórica.

Ministro de la Igualdad, Juan Carlos Florián Silva
Más allá de la celebración, el mensaje fue claro: la NavIgualdad no es un evento aislado. El ministro recordó que el Gobierno del Cambio ha venido fortaleciendo programas estructurales como Hambre Cero y la estrategia Intégrate, que solo en Riohacha ha brindado más de 53 mil atenciones a población migrante. A ello se suman avances en estudios para sistemas de acueducto comunitario y proyectos de transición energética, como el Parque Eólico Windpeshi en Maicao, que apuntan a un desarrollo con enfoque social y ambiental.
“Garantizar alimento a las familias wayuu y migrantes no es un acto asistencial, es una decisión ética y política: poner la vida por encima del mercado”, subrayó Florián Silva, dejando claro que el compromiso institucional no termina con una jornada ni con una entrega puntual.
Lo ocurrido en Maicao resume el espíritu de la Ruta de la NavIgualdad: llevar el Estado a los territorios donde más se le necesita y demostrar que la igualdad se construye con presencia, inversión social y respeto por la diversidad. En una frontera marcada por la exclusión y la resistencia, el Ministerio de la Igualdad dejó un mensaje inequívoco: la esperanza no se anuncia, se practica.
carloscastaneda@prensamercosur.org
