
Las ciruelas en almíbar caseras son una de esas recetas de toda la vida que te permiten aprovechar la fruta de temporada y disfrutarla durante meses. Cuando el verano aprieta y las ciruelas están en su punto, es el momento ideal para preparar conservas y dejar la despensa bien surtida con un postre sencillo, aromático y muy versátil que sirve tanto para dulces como para acompañar platos salados.
Además de ser una forma estupenda de conservar ciruelas sin complicaciones, el almíbar abre todo un abanico de posibilidades: postres en vaso con nata o yogur, rellenos para tartas, acompañamiento de natillas caseras, base para manjar blanco e incluso guarnición de carnes. Lo bueno es que, jugando con la cantidad de azúcar y los líquidos, puedes adaptar la receta a tus gustos, desde versiones muy ligeras hasta opciones más golosas y cremosas.
Tipos de ciruelas ideales para preparar en almíbar
Antes de meternos en faena, conviene tener claro qué variedades de ciruelas funcionan mejor para hacer almíbar. No todas se comportan igual al cocerlas, y elegir bien marcará la diferencia en la textura final y en el sabor.
En el mercado puedes encontrar ciruelas amarillas, rojas, negras y verdes, cada una con sus matices. Las amarillas suelen tener un punto más ácido y jugoso; las rojas son más dulces; las negras aguantan de maravilla la cocción y resultan muy adecuadas para conservas; y las verdes, conocidas como ciruelas Claudia, se caracterizan por ser de las más dulces.
Para que la receta salga redonda, lo ideal es escoger ciruelas maduras pero aún firmes, de buen tamaño y sin golpes. Si están demasiado blandas, se desharán con facilidad en la olla; si están muy verdes, costará que cojan el dulzor y la textura melosa propia del almíbar.
Algo interesante es que, si preparas un almíbar poco azucarado, las ciruelas en almíbar pueden ir más allá del postre. Un toque ligeramente dulce y ácido combina muy bien con platos de carne, quesos suaves o recetas agridulces, por lo que no es mala idea tener un par de tarros con poco azúcar pensando también en elaboraciones saladas.
En cualquier caso, sea cual sea la variedad escogida, conviene revisar que la fruta no presente golpes, mohos ni zonas blandas. Una sola ciruela en mal estado puede estropear un tarro entero con el paso del tiempo, especialmente si tu intención es conservarlo durante varios meses.

Ciruelas en almíbar clásicas para conserva
La versión más sencilla y tradicional de esta receta es la que se prepara con ciruelas, agua, azúcar y tarros de cristal. Es una forma muy básica de conservar la fruta, pero tremendamente efectiva si se hace bien el proceso y se respetan los tiempos de cocción y esterilización.
En esta variante clásica, la proporción se mueve alrededor de 1 kilo de ciruelas por medio litro de agua y unas pocas cucharadas de azúcar. Hay recetas que proponen unas 6 cucharadas soperas para ese medio litro, lo que da como resultado un almíbar bastante ligero, con menos dulzor que otros preparados y que permite aprovechar las ciruelas tanto en dulce como en salado.
La clave está en entender que, en esta elaboración, el azúcar actúa como conservante natural. A mayor cantidad de azúcar, más poder de conservación y más dulzor en el resultado final; a menor cantidad, un sabor más suave, pero algo menos de seguridad a largo plazo. Muchos cocineros optan por usar la cantidad mínima que garantice una buena conservación sin que el postre quede empalagoso.
Un punto importante es esterilizar correctamente los tarros de cristal con tapa hermética. Lo habitual es sumergirlos en agua hirviendo durante unos minutos, tanto los recipientes como las tapas, y dejarlos escurrir boca abajo sobre un paño limpio hasta que vayas a rellenarlos. Este paso reduce el riesgo de contaminación y ayuda a que la conserva aguante más tiempo en perfecto estado.
Para preparar estas ciruelas clásicas, primero se cuecen en agua para escaldarlas y poder quitarles la piel sin esfuerzo. Después, se elaborará el almíbar con esa misma agua, añadiendo el azúcar, y finalmente se verterá sobre la fruta ya colocada en los tarros, dejando siempre un pequeño espacio libre en la parte superior para evitar derrames y facilitar el sellado.
Receta básica de ciruelas en almíbar ligero
Si quieres una guía práctica con cantidades concretas, puedes tomar como referencia esta preparación casera que mantiene la esencia de la receta tradicional pero con un equilibrio interesante entre dulzor y ligereza.
Para unos tarros medianos de ciruelas en almíbar ligero, necesitarás aproximadamente: 1 kilo de ciruelas, unos 200 ml de agua y alrededor de 350-400 g de azúcar. Con esta proporción obtendrás un almíbar denso, aromático y suficientemente dulce, pero sin llegar a ser excesivo.
El proceso arranca lavando bien las ciruelas, cortándolas por la mitad y retirando el hueso. Puedes dejarlas en mitades o trocearlas algo más si las vas a usar luego para postres en vaso, rellenos o acompañamientos de yogur. Lo importante es que los trozos sean más o menos del mismo tamaño para que todos se cocinen por igual.
A continuación se mezcla el agua con el azúcar en una cazuela y se lleva al fuego hasta que rompa a hervir y el azúcar se disuelva completamente. Se deja cocinar a fuego suave unos cinco minutos para que el líquido empiece a coger cuerpo; después se añaden las ciruelas y se cuecen durante unos diez minutos, controlando que no se deshagan.
Una vez que las ciruelas estén tiernas pero con forma, se retira la cazuela del fuego y se deja enfriar completamente el conjunto. En esa fase, la fruta termina de impregnarse de sabor y el almíbar gana un poco más de densidad. Ya puedes decidir si las guardas en tarros esterilizados para conserva o si las utilizas directamente para preparar un postre frío.

Elaboración paso a paso de ciruelas en almíbar para conserva
Si tu objetivo es tener ciruelas en almíbar en la despensa todo el año, el procedimiento se parece mucho al de cualquier conserva de fruta casera, con algunos matices. Te detallo la elaboración basándome en las recetas mejor valoradas, adaptadas y explicadas de forma clara.
1. Esteriliza los tarros de cristal
Coloca los tarros y sus tapas en una olla amplia, cúbrelos con agua y ponlos a hervir durante unos minutos. Después, sácalos con cuidado y déjalos escurrir boca abajo sobre un paño limpio. Este paso es esencial para evitar problemas de conservación y asegurar que la fruta aguante en perfecto estado.
2. Escalda las ciruelas para pelarlas fácilmente
Lava bien el kilo de ciruelas y hazles un pequeño corte en la piel. En una cacerola alta y no muy ancha, vierte medio litro de agua y llévala a ebullición. Cuando hierva, introduce las ciruelas por tandas, procurando que queden totalmente cubiertas de agua. Déjalas unos segundos, solo lo justo para que la piel se empiece a desprender.
3. Pela y acomoda la fruta en los tarros
Una vez escaldadas, deja que las ciruelas se templen para poder manipularlas sin quemarte. Con un cuchillo pequeño pela cada fruto y colócalo dentro de los tarros de cristal ya listos. Es buena idea rellenarlos al máximo, ajustando bien las ciruelas, para que quede el menor espacio de aire posible entre ellas.
4. Prepara el almíbar con el agua de escaldar
Recupera el agua en la que has escaldado las ciruelas, ya que habrá adquirido parte del color y sabor de la fruta. Añade el azúcar (por ejemplo, unas 6 cucharadas soperas para ese medio litro, o algo más si te gustan las conservas dulces) y calienta removiendo hasta que se disuelva. Deja hervir el conjunto entre 8 y 10 minutos, de modo que obtengas un almíbar ligero pero bien ligado.
5. Rellena los tarros y deja un espacio libre
Vierte el almíbar caliente sobre las ciruelas ya colocadas en los tarros, cubriéndolas por completo pero dejando aproximadamente un centímetro sin llenar en la parte superior. Limpia bien los bordes, coloca las tapas y procede al envasado al vacío si quieres conservarlos durante muchos meses (hervir los tarros ya cerrados en agua durante un tiempo determinado).
Con esta base clásica puedes jugar con pequeños ajustes: añadir más azúcar para un almíbar más denso y dulce, incorporar una tira de piel de limón o naranja para aromatizar, o incluso una ramita de canela si te apetece un toque especiado en tus ciruelas en almíbar caseras.
Versión con leche de almendras y naranja
Además de la conserva tradicional con agua y azúcar, existe una forma muy interesante de preparar ciruelas en almíbar con leche de almendras, piel de naranja y azúcar moreno. El resultado es un postre más cremoso y con un matiz tostado y aromático que combina estupendamente con lácteos y cremas suaves.
Para una preparación pensada para 4-6 personas, puedes utilizar alrededor de 8 ciruelas grandes, medio litro de leche de almendras, unos 150 g de azúcar moreno y la piel de una naranja. Esta versión no está orientada a largas conservas en tarro, sino a disfrutarla en fresco, templada o tras unas horas de reposo en la nevera.
El método es sencillo: primero se escaldan ligeramente las ciruelas en agua hirviendo unos instantes, igual que en otras recetas, para poder retirar la piel sin demasiado esfuerzo. Después se colocan en un cazo junto con la leche de almendras, el azúcar moreno y la piel de naranja cortada en grandes tiras (evitando la parte blanca, que amarga).
Se deja cocer a fuego bajo, sin prisas, hasta que las ciruelas estén bien blandas y el líquido haya espesado ligeramente, formando un almíbar lechoso, dulce y lleno de aroma cítrico. En ese punto se retira del fuego y se deja reposar hasta que la preparación esté templada o fría, según el gusto.
Este tipo de almíbar combina de maravilla con crema agria, yogur natural o nata montada. También se puede servir con un toque fresco de hojas de hierbabuena o flores comestibles, como las de violeta, para aportar un punto decorativo y aromático que luzca bien en postres de cuchara.
Postre de ciruelas en almíbar con crema de mandarina
Si te apetece ir un paso más allá y montar un postre de los que entran por los ojos, puedes preparar unas ciruelas en almíbar acompañadas de crema de mandarina, frutos secos y una base láctea muy suave. Es una receta ideal para terminar una comida con algo fresco, ligero y con contraste de texturas.
En esta versión se parte de un almíbar de ciruelas hecho con 1 kg de fruta, unos 200 ml de agua y alrededor de 350-400 g de azúcar. Primero se lavan las ciruelas, se parten por la mitad, se les quita el hueso y se trocean. En una cazuela se mezcla el agua con el azúcar, se lleva a ebullición y se cocina a fuego suave unos cinco minutos antes de incorporar la fruta.
Las ciruelas troceadas se cuecen en ese almíbar durante unos diez minutos, hasta que quedan blandas pero enteras. Después se apaga el fuego y se deja enfriar todo el conjunto por completo. Estas ciruelas frías serán la base del postre, que se completa con una crema cremosa de mandarina.
Para la parte láctea se utilizan ingredientes como dos yogures, unos 200 ml de nata para montar bien fría y la ralladura de un par de mandarinas. Primero se monta la nata con varillas hasta que coja cuerpo; cuando esté casi lista se añade un poco de azúcar (de la propia receta o una pequeña cantidad extra) y se termina de montar. Luego se mezcla con los yogures y la ralladura de mandarina, obteniendo una crema suave y aromática.
El toque crujiente se consigue con un cóctel de frutos secos (unos 80 g), que se espolvorea por encima en el momento de servir. Para montar el postre, se colocan las ciruelas frías en la base, se añade por encima la crema de mandarina, se decoran con unos gajos de mandarina fresca y se termina con los frutos secos. El resultado es un vaso o cuenco lleno de contraste: fruta jugosa, crema ligera y crujiente tostado.
Natillas caseras con ciruelas en almíbar
Las ciruelas en almíbar también funcionan de maravilla como acompañamiento de natillas caseras. Si eres de los que disfrutan con los postres de cuchara tradicionales, esta combinación es un acierto seguro, sobre todo si elaboras las natillas al estilo de siempre, con leche aromatizada, yemas y un toque de canela.
Para las natillas, la base suele incluir leche entera, una rama de canela, piel de limón, yemas de huevo, azúcar y maicena para espesar ligeramente. Conviene usar solo la parte amarilla de la piel del limón, evitando al máximo la zona blanca para que no aporte amargor. Primero se calienta la leche con la canela y la piel de limón, permitiendo que infusione y coja todo el aroma.
En otro recipiente se baten las yemas con el azúcar y la maicena hasta obtener una mezcla homogénea. Una pequeña parte del azúcar puede añadirse al cazo de la leche caliente para favorecer la caramelización suave y dar un matiz distinto. Después se vierte poco a poco la leche aromatizada (colada) sobre la mezcla de yemas, sin dejar de remover para evitar que cuajen.
La crema se devuelve al fuego suave, removiendo constantemente hasta que espese con una textura de natilla cremosa, sin llegar a ebullición fuerte. Cuando tenga el punto deseado, se retira del fuego y se reparte en cuencos o vasos, dejándola atemperar antes de llevarla a la nevera para que termine de coger cuerpo.
En el momento de servir, se colocan por encima unas ciruelas en almíbar previamente escurridas, ya sean de la versión clásica de conserva o de un almíbar más ligero. El contraste entre la natilla fría, la fruta jugosa y el dulzor del almíbar convierte este postre en una opción muy completa, perfecta para aprovechar las conservas caseras de ciruelas.
Consejos sobre el azúcar y el uso del almíbar
Uno de los puntos más delicados en este tipo de recetas es decidir cuánta azúcar utilizar. El azúcar no solo aporta dulzor, también es el responsable de que la fruta se conserve en buen estado durante más tiempo. Por eso, las recetas de conserva suelen especificar cantidades mínimas necesarias para que el almíbar desempeñe bien su función como conservante natural.
Si prefieres unas ciruelas menos dulces, puedes reducir ligeramente la cantidad de azúcar indicada en muchas recetas, siempre teniendo en cuenta que, cuanto menos azúcar, más limitado será el tiempo de conservación. En esos casos lo ideal es guardar los tarros en la nevera y consumirlos en relativamente poco tiempo, o bien preparar solo la cantidad que preveas gastar en los próximos días.
Cuando las ciruelas quedan poco dulces, tienen una ventaja añadida: se pueden usar tanto para elaboraciones dulces como saladas. Una guarnición de ciruelas en almíbar suave queda estupenda con carnes al horno, asados de cerdo e incluso con quesos de sabor medio. Basta con escurrir ligeramente la fruta y aprovechar su jugo para desglasar la bandeja o para cocinar una salsa agridulce rápida.
Si, por el contrario, buscas un postre muy goloso, puedes aumentar la proporción de azúcar al gusto, siempre disolviéndola bien en el agua o en la leche de almendras y dejando cocer el conjunto el tiempo suficiente para que el almíbar coja una textura densa y envolvente. En estos casos es habitual emplear las ciruelas en tartas, bizcochos jugosos o postres de vaso con capas de crema y galleta.
También puedes jugar con el almíbar resultante por separado: añadirlo como si fuera un sirope sobre helados o yogures, usarlo para emborrachar bizcochos o incluso mezclarlo con un poco de agua con gas para obtener una bebida refrescante con sabor a ciruela, siempre que no sea excesivamente espeso.
Con todas estas variantes -desde la conserva más sencilla con agua y azúcar hasta las versiones con leche de almendras, naranja o crema de mandarina-, las ciruelas en almíbar se convierten en una receta comodín que resuelve postres rápidos, da juego en la cocina salada y permite aprovechar al máximo la fruta de temporada con un toque casero imposible de imitar con productos industriales.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/receta-de-ciruelas-en-almibar-caseras-y-todas-sus-variantes/
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