
La tabla nutricional de alimentos es una de las herramientas más útiles que tenemos hoy en día para saber qué estamos comiendo de verdad. No solo sirve para contar calorías: bien utilizada, permite comparar productos, ajustar raciones, controlar azúcares, grasas o sal y, en general, tomar decisiones mucho más conscientes cuando vamos al súper o planificamos un menú.
A nivel profesional, las tablas y bases de datos de composición son clave para evaluar el estado nutricional de una población, diseñar políticas de salud pública, investigar en nutrición o desarrollar nuevos productos alimentarios. Pero a nivel de usuario de a pie, entender qué significan esas cifras por 100 g, por ración o en porcentaje del valor diario puede marcar la diferencia entre una dieta equilibrada y otra que se nos vaya de las manos sin darnos cuenta.
Qué es realmente una tabla nutricional de alimentos
Cuando hablamos de tabla de composición de alimentos, nos referimos a una recopilación ordenada de datos sobre la cantidad media de energía, nutrientes y otras sustancias presentes en un alimento. Estas tablas pueden estar impresas, en PDF, en libros académicos o integradas en bases de datos online, y suelen expresarse por 100 g o 100 ml de porción comestible, y en muchos casos también por ración habitual de consumo.
Las tablas de composición permiten juzgar la calidad nutricional tanto de alimentos aislados como de dietas completas. Son la base para valorar si un menú cubre las necesidades de energía, proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales de una persona o de un grupo de población, y se usan tanto en consulta dietética como en salud pública y en la industria alimentaria.
En trabajos bien elaborados, como guías extensas que incluyen cientos de alimentos distintos, los datos se priorizan siguiendo un criterio claro: primero se utilizan resultados analíticos propios (del equipo que elabora la tabla), después análisis realizados en el mismo país y, si no existen, se recurre a tablas de otros países (europeas, americanas, etc.), ajustando y contrastando para que haya coherencia entre alimentos similares.
En muchas de estas obras, como algunas guías españolas recientes, se incluye la porción comestible por gramo de alimento tal cual se compra (antes de pelar, limpiar o cocinar), y luego toda la información nutricional detallada se da por 100 g de parte comestible. Esto permite comparar bien entre alimentos y también calcular dietas de forma precisa.
Principales bases de datos de composición de alimentos
A nivel nacional e internacional existen varias redes y bases de datos que recopilan y armonizan la información nutricional de alimentos. Son la referencia para dietistas-nutricionistas, investigadores y organismos de salud.
En España, la Base de Datos Española de Composición de Alimentos (BEDCA) es la fuente oficial. Está desarrollada por una red de investigadores (red BEDCA) y se ha construido siguiendo los estándares europeos de la red EuroFIR. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha coordinado y financiado este proyecto para disponer de datos fiables, comparables y actualizados.
A nivel europeo, la asociación EuroFIR AISBL se encarga de desarrollar, gestionar, publicar y explotar datos de composición de alimentos de distintos países, promoviendo la cooperación internacional y la armonización de métodos. Su origen se remonta al proyecto European Food Information Resource Network (2005-2010), en el que participaron decenas de universidades, centros de investigación y empresas de 27 países europeos.
En el ámbito mundial, la Red Internacional de Datos sobre Alimentación (INFOODS), impulsada en su momento por la Universidad de las Naciones Unidas, coordina y fomenta la mejora de la calidad y la disponibilidad de datos de composición. Reúne bases de datos de diferentes regiones (Asia, África, Europa, Iberoamérica, Norteamérica y Caribe, Oriente Medio y Oceanía) y ofrece un directorio de tablas nacionales e internacionales, muchas de ellas accesibles online.
Además, se dispone de bases de datos no europeas de acceso en línea, elaboradas por organismos de referencia en nutrición de América o de otras regiones, que se emplean como fuente complementaria cuando falta información local o cuando se comparan patrones dietéticos entre países.
Cómo se construyen las tablas de composición de alimentos
Detrás de una buena tabla nutricional hay un trabajo técnico importante. No se trata solo de copiar cifras de un sitio a otro, sino de seleccionar, revisar y homogeneizar datos para que resulten coherentes y útiles.
En guías académicas y profesionales se suele seguir una jerarquía de fuentes: primero análisis propios del grupo que elabora la tabla, después otros datos analíticos españoles y, si no existen, información de tablas europeas o americanas. Cuando no se dispone de datos directos de un nutriente concreto pero sí de su valor total, pueden hacerse extrapolaciones basadas en proporciones tomadas de otras tablas similares.
Uno de los objetivos clave es evitar datos demasiado heterogéneos entre alimentos muy parecidos (por ejemplo, distintas variedades de una misma fruta o distintos cortes de carne) que proceden de fuentes diferentes. Para ello se revisa la lógica de los valores, se comparan entre sí y se descartan cifras que no encajan con el conjunto.
Es frecuente que las tablas detallen, por cada alimento, la porción comestible en gramos por gramo de alimento completo (tal y como se compra) y, a partir de ahí, den energía y nutrientes por 100 g de parte comestible. Esto permite calcular con precisión qué estamos consumiendo realmente cuando descontamos huesos, cáscaras, espinas o partes no comestibles.
En algunos anexos técnicos también se especifica cómo se han estimado ciertos componentes (por ejemplo, fibra, tipos de ácidos grasos o azúcares específicos), qué métodos analíticos se han usado y qué nivel de confianza tienen los datos. Todo esto aporta transparencia y fiabilidad a la tabla.
Cómo leer una tabla nutricional en la etiqueta de los alimentos
La etiqueta de información nutricional que ves en los envases (el típico recuadro con calorías, grasas, hidratos, etc.) es una versión resumida y estandarizada de toda esa información de composición. Aprender a interpretarla es fundamental para comparar productos y controlar lo que comes.
Los organismos como la FDA en Estados Unidos o las autoridades europeas han diseñado estas etiquetas para que la lectura sea relativamente sencilla: se sigue siempre un orden similar (porciones, calorías, nutrientes, porcentaje de valor diario) y se utilizan unidades estandarizadas para facilitar la comparación entre alimentos de la misma categoría.
La parte superior de la etiqueta recoge la información específica del producto: tamaño de la porción, número de porciones por envase, calorías por porción y cantidades de los principales nutrientes. En la parte inferior suele aparecer una nota explicando el significado del porcentaje de valor diario (%VD o %DV) y sobre qué ingesta de referencia están calculados.
Conviene tener presente que la información nutricional siempre se refiere a la porción indicada. Si te comes media porción, estarás tomando la mitad de calorías y nutrientes; si consumes dos raciones, tendrás que multiplicar por dos todo lo que aparece en la tabla.
Tamaño de la porción y porciones por envase
Lo primero que hay que mirar en una tabla nutricional es el tamaño de la porción y cuántas porciones contiene el envase. Los tamaños están estandarizados para facilitar la comparación y suelen expresarse en unidades familiares (tazas, piezas, lonchas) acompañadas de su equivalente en gramos (g) o mililitros (ml).
El tamaño de porción indica lo que la gente suele consumir, no lo que necesariamente deberías comer tú. Por ejemplo, para unos fideos secos puede indicarse 56 g en crudo o 140 g cocidos (alrededor de una taza). Si tú te sirves dos tazas de fideos, estás comiendo dos porciones, es decir, el doble de calorías, hidratos de carbono, sal, etc. de lo que indica la tabla.
En productos grandes que podrían comerse de una sentada o en varias, algunos fabricantes utilizan etiquetas de doble columna, donde aparece la información “por porción” y “por envase completo” o “por unidad”. Esto es muy útil para saber de un vistazo cuántas calorías y nutrientes te llevas al cuerpo si decides terminarte el paquete en una sola vez.
En envases donde la porción no está tan clara (por ejemplo, snacks que uno tiende a picar sin medida), conviene ser especialmente cuidadoso y contar raciones reales si te preocupa tu ingesta diaria de calorías, sodio o azúcares.
Calorías: cuánta energía estás tomando
Las calorías de la etiqueta indican la energía aportada por una porción de ese alimento o bebida. Si en un plato preparado se indica que una ración aporta 280 kcal, y el envase contiene cuatro raciones, comértelo entero supondrá 1.120 kcal.
Para mantener un peso saludable, hay que equilibrar las calorías que se ingieren con las que el cuerpo gasta a lo largo del día. Las recomendaciones generales suelen usar 2.000 kcal/día como referencia para adultos, pero tus necesidades pueden ser mayores o menores según tu edad, sexo, talla, peso y nivel de actividad física.
Si sigues un plan nutricional concreto (pérdida de peso, aumento de masa muscular, control de diabetes, hipertensión, etc.), las calorías por porción te ayudarán a encajar cada alimento dentro del total que te ha recomendado tu dietista o tu médico. Herramientas como los planes de MyPlate o las guías nacionales pueden orientarte sobre tus necesidades aproximadas.
Recuerda que un exceso habitual de calorías diarias, aunque sea a base de “picoteos” o raciones que parecen pequeñas, se asocia con sobrepeso y obesidad, y con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y otros problemas de salud.
Nutrientes principales en la tabla nutricional
La parte central de la etiqueta se dedica a los nutrientes clave que influyen directamente en la salud. Conviene distinguir entre aquellos que conviene limitar (grasas saturadas, grasas trans, sodio, azúcares añadidos) y los que interesa potenciar (fibra, vitaminas y minerales concretos).
Al leer esta zona, piensa en la tabla como una herramienta de selección rápida: eliges productos con más de aquello que te beneficia y menos de lo que deberías reducir. Para ello, además de los gramos, el %VD es muy práctico, porque te coloca todos los nutrientes en una misma escala de 0 a 100 % respecto a la ingesta de referencia diaria.
No olvides que algunos nutrientes aparecen desglosados (por ejemplo, grasas totales, grasas saturadas y, a veces, grasas mono y poliinsaturadas) y otros se indican como parte de un grupo mayor (azúcares añadidos dentro de azúcares totales). Entender estas diferencias es básico para interpretar bien la información.
Vamos a ver con más detalle cómo suelen presentarse las distintas categorías: grasas, carbohidratos, proteínas, fibra, sal y micronutrientes, y qué significa cada una de ellas a la hora de elegir un producto u otro.
Grasas: totales, saturadas, trans e insaturadas
En la tabla verás primero las grasas totales, expresadas en gramos por porción, y debajo, desglosadas, las grasas saturadas y, en muchos casos, las grasas trans. En algunos envases también se indican las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas.
Las grasas saturadas se asocian con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares cuando se consumen en exceso. Por eso, las recomendaciones insisten en elegir alimentos con un contenido bajo de este tipo de grasa. Ejemplos clásicos: la leche entera contiene unos 5 g de grasa saturada por vaso, mientras que la leche desnatada apenas tiene trazas; un trozo de carne grasa puede aportar mucho más que una pieza de pescado blanco o azul.
Las grasas trans, sobre todo las de origen industrial, son todavía más problemáticas: aumentan el colesterol LDL (“malo”) y reducen el HDL (“bueno”), incrementando el riesgo cardiovascular. Aunque en muchos países se han eliminado o reducido drásticamente de los productos procesados, sigue siendo importante fijarse en la etiqueta y buscar valores lo más cercanos posible a cero.
Las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas (presentes en aceite de oliva, frutos secos, semillas, pescados grasos) se consideran grasas saludables, siempre y cuando se consuman dentro de un total calórico razonable. No siempre aparecen desglosadas en la etiqueta, pero cuando lo hacen, es una pista adicional de la calidad de la grasa que estás tomando.
Carbohidratos, azúcares y fibra
El apartado de carbohidratos totales incluye la suma de azúcares, almidones y fibra. En la etiqueta verás, justo debajo de los carbohidratos, los azúcares totales, las azúcares añadidas (si las hay) y la cantidad de fibra dietética.
Las azúcares totales engloban tanto las que están presentes de forma natural en el alimento (como la lactosa de la leche o la fructosa de la fruta) como las que se han añadido durante el procesado (azúcar de mesa, jarabes, miel, zumos concentrados, etc.). No existe un valor diario de referencia establecido para las azúcares totales, por lo que en muchos casos no verás %VD asociado a este dato.
Las azúcares añadidas sí tienen un objetivo claro de reducción. Suelen indicarse con la palabra “incluye” (por ejemplo, “incluye 7 g de azúcares añadidos”), lo que significa que esos gramos forman parte del total de azúcares. Las dietas con muchas calorías procedentes de azúcares añadidos dificultan que alcances las recomendaciones de otros nutrientes sin pasarte de las calorías totales.
La fibra dietética aparece justo debajo de los carbohidratos totales. Elegir alimentos con al menos 3-4 g de fibra por porción es una buena meta práctica. La fibra ayuda a regular el tránsito intestinal, contribuye a controlar las cifras de glucosa y colesterol en sangre y, además, suele aportar saciedad, lo que puede ser útil en el control del peso.
En personas con diabetes que calculan su dosis de insulina contando carbohidratos, se suele recomendar fijarse en los carbohidratos totales más que solo en los azúcares, y en ocasiones se descuenta la fibra del total, siempre siguiendo las pautas marcadas por el profesional sanitario que lleve el caso.
Proteínas y otros nutrientes esenciales
El contenido de proteínas por porción se muestra siempre en gramos, aunque no siempre lleva asociado un porcentaje de valor diario. Esto último solo es obligatorio cuando se hace una declaración del tipo “alto en proteínas” o cuando el producto está destinado a lactantes y niños pequeños.
En la población general a partir de los 4 años, la ingesta de proteínas no se considera un problema de salud pública en la mayoría de países desarrollados, ya que suele ser suficiente o incluso superior a las recomendaciones. Aun así, puede ser interesante fijarse en este dato si sigues una dieta vegetariana o vegana, si haces mucho deporte o si estás en una etapa vital con mayores necesidades (crecimiento, embarazo, lactancia, recuperación de una enfermedad).
Además de macronutrientes, muchas tablas incluyen información sobre vitaminas y minerales concretos: vitamina D, calcio, hierro, potasio, entre otros. Estos se consideran nutrientes de los que la población a menudo consume menos de lo recomendado, por lo que conviene buscar alimentos que sean buenas fuentes de ellos.
Una dieta rica en vitamina D y calcio ayuda a proteger la salud ósea y a reducir el riesgo de osteoporosis; un aporte adecuado de hierro previene ciertos tipos de anemia; y el potasio se asocia con una mejor regulación de la presión arterial. El %VD de estos nutrientes te permite detectar de un vistazo si un alimento es una fuente interesante o si apenas contribuye a tu ingesta diaria.
Por otro lado, el sodio (principal componente de la sal) merece un apartado propio porque suele estar presente en exceso en las dietas occidentales. Una etiqueta que indique 100 mg de sodio equivale aproximadamente a unos 250 mg de sal. La recomendación general es no superar los 2.300 mg de sodio al día (alrededor de una cucharadita rasa de sal de mesa), aunque algunas personas deben consumir aún menos según su situación clínica.
El porcentaje de valor diario (%VD o %DV)
El % de valor diario indica qué proporción de la ingesta de referencia diaria aporta una porción de alimento para un nutriente concreto. Los valores diarios (VD) son cantidades de referencia expresadas en gramos, miligramos o microgramos que se consideran adecuadas o máximas para un adulto medio con una ingesta de 2.000 kcal.
El %VD no pretende sumarse hasta 100 % al final de la columna, sino que sirve para evaluar cada nutriente por separado. De forma general, un 5 % o menos de VD por porción se considera bajo, mientras que un 20 % o más se considera alto. Esta guía rápida te ayuda a decidir si un producto es rico o pobre en fibra, en azúcares añadidos, en sodio, etc.
Por ejemplo, si una ración de plato preparado aporta el 37 % del VD de sodio, puede decirse que es alta en sodio (ya que supera el 20 %). Si te comes dos raciones, estarás tomando el 74 % del VD de sodio solo con ese alimento, es decir, casi tres cuartas partes del límite recomendado para todo el día.
El %VD es una herramienta útil para comparar productos siempre que el tamaño de la porción sea el mismo. Si dos tipos de galletas se sirven en porciones de 30 g, puedes mirar qué %VD de azúcares añadidos, grasas saturadas o fibra tiene cada una y quedarte con la opción que encaje mejor con tus objetivos.
A la hora de plantear “intercambios dietéticos”, el %VD te ayuda a compensar: si tomas un alimento con alto contenido en grasas saturadas o azúcares, puedes escoger otros con niveles muy bajos de esos mismos nutrientes en el resto del día, de manera que el total no supere el 100 % de VD para aquello que te interesa limitar.
Nutrientes sin %VD y particularidades de la etiqueta
En las etiquetas verás que algunos nutrientes no muestran %VD asociado. Es el caso habitual de las grasas trans, los azúcares totales y, en determinadas circunstancias, las proteínas.
Para las grasas trans no se ha establecido un valor de referencia diario seguro, ya que la recomendación más sólida es mantener su consumo lo más bajo posible. Por eso no verás un porcentaje “aceptable” y simplemente se indica la cantidad en gramos, que debería ser prácticamente nula en la mayoría de productos.
En cuanto a las azúcares totales, no hay consenso sobre un límite diario único que incluya tanto azúcares naturales como añadidos, por lo que tampoco se fija un %VD. En cambio, sí suele haber recomendaciones sobre el máximo de azúcares añadidos en la dieta, que se expresan como porcentaje de las calorías totales.
La proteína solo muestra un %VD cuando el producto hace una alegación específica (por ejemplo, “alto en proteínas”) o cuando está destinado a niños pequeños. En el resto de casos, se indica la cantidad en gramos, que puede ser suficiente para valorar el alimento en el contexto de tu dieta global.
Además, en algunos productos como miel pura, sirope de arce o azúcares de un solo ingrediente, la etiqueta puede mostrar únicamente el %VD de azúcares añadidos sin detallar los gramos, acompañado en ocasiones de un símbolo y una nota al pie. El objetivo es que el consumidor entienda la contribución de una sola porción a su límite diario de azúcares añadidos sin dar la impresión de que el producto tiene “azúcares adicionales” más allá de los propios del ingrediente.
Valores nutricionales por 100 g / 100 ml y por ración
En las tablas nutricionales suele aparecer la información de dos formas: por 100 g o 100 ml, y por ración o porción recomendada. Cada una cumple una función distinta y conviene saber cuándo usar una u otra.
Los valores por 100 g o 100 ml permiten comparar productos similares de manera objetiva, incluso aunque tengan tamaños de envase diferentes. Por ejemplo, si quieres ver qué yogur tiene menos azúcar o qué salsa lleva menos sal, lo sensato es mirar la columna de 100 g/ml y no la de ración, porque cada marca puede definir su porción a su manera.
Los valores por ración o porción, en cambio, te ayudan a saber qué te vas a llevar al cuerpo realmente cuando consumas el producto tal y como se suele tomar. A menudo, esta información por ración se da ya teniendo en cuenta el alimento preparado según las indicaciones del fabricante (por ejemplo, un preparado que incluye una cucharada de aceite para freír).
La Ingesta de Referencia (IR) aparece a menudo como un % de contribución por ración a unos valores de referencia estándar para un adulto medio: 2.000 kcal de energía, 70 g de grasas totales, 20 g de grasas saturadas, 90 g de azúcares y 6 g de sal, entre otros posibles valores. Estos IR son guías, no objetivos estrictos, porque las necesidades individuales varían.
En la práctica, los %IR te permiten detectar con facilidad si, con la porción indicada, estás por encima o por debajo de lo que sería razonable para ese nutriente en un solo alimento. La recomendación general es no superar las IR de grasas saturadas, azúcares y sal, mientras que para nutrientes beneficiosos como la fibra, vitamina D o calcio interesa acercarse a los valores propuestos o incluso superarlos dentro de un margen saludable.
Consejos prácticos para elegir mejor con la tabla nutricional
Una vez que controlas la estructura de la tabla, toca usarla para tomar decisiones inteligentes en el día a día. No se trata de convertirse en una calculadora andante, sino de saber en qué fijarte para escoger las opciones que más te favorecen.
En primer lugar, revisa siempre el tamaño de la porción y cuántas raciones hay en el envase. Muchas veces pensamos que estamos comiendo “solo una porción” cuando en realidad estamos duplicando o triplicando la cantidad indicada en la etiqueta, con el consiguiente aumento de calorías, grasas y azúcares.
Después, echa un vistazo a los nutrientes que conviene limitar: grasas saturadas, grasas trans, sodio y azúcares añadidos. Intenta que los %VD de estos nutrientes sean bajos, especialmente si consumes ese producto con frecuencia o en grandes cantidades. Si te encuentras con un alimento alto en alguno de ellos, úsalo con moderación o compénsalo con opciones muy bajas en ese nutriente el resto del día.
A continuación, busca los nutrientes que quieres potenciar: fibra, vitamina D, calcio, hierro, potasio. Los alimentos ricos en fibra (panes integrales, legumbres, frutas, verduras) son una buena elección para incluir de forma regular, y los productos que aportan cantidades significativas de calcio, vitamina D o hierro pueden ayudarte a cubrir tus necesidades sin necesidad de recurrir siempre a suplementos.
Por último, no olvides el contexto general: comer variado, hacer ejercicio y gestionar el estrés son pilares que van de la mano de una lectura inteligente de la tabla nutricional. Saber interpretar la etiqueta te da más control, pero lo importante sigue siendo el patrón de alimentación global, no un solo producto aislado.
La tabla nutricional de alimentos, ya sea en forma de bases de datos profesionales o en la etiqueta de un envase del supermercado, es una aliada potente para quienes quieren cuidar su salud con criterio. Con un poco de práctica, se convierte en una herramienta natural del día a día que te permite elegir mejor, ajustar tus raciones y detectar qué alimentos encajan de verdad con tus necesidades y objetivos.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/tabla-nutricional-de-alimentos-guia-completa-para-entenderla/
También estamos en Telegram como @prensamercosur, únete aquí: https://t.me/prensamercosur Mercosur
