Investigadores de universidades de EE.UU revelaron que la información de la capa de vello perdida por la adaptación de la especie se encuentra en los genes. Creen que podría ser la punta del iceberg para terminar con cierto tipo de calvicie.
Se dice que el ser humano pierde cerca de 100 pelos de su cabeza por día. Eso es normal y en la mayoría de las personas esos cabellos vuelven a crecer. Ahora, cuando ese cabello no es “repuesto”, o bien la persona pierde vello corporal en otras zonas del cuerpo como brazos, barba, o pestañas puede tratarse de un problema de salud.
Se conoce como alopecia a la ausencia o caída del pelo en las zonas que normalmente lo poseen. Puede tratarse de un problema temporal o permanente, y entre sus causas, los especialistas enumeran al estrés, los cambios hormonales, algunas afecciones médicas, una consecuencia normal del envejecimiento, o bien motivos genéticos.
La buena noticia para la alopecia genética, en apariencia la más difícil de resolver, viene de la mano de investigadores estadounidenses, quienes hallaron que los seres humanos tienen en la actualidad la información genética de la capa de vello corporal que cubría su cuerpo hace millones de años, y que el hombre perdió a causa de la evolución de la especie.
El estudio, publicado en la revista eLife, comparó los planos genéticos del ser humano con los de otros 62 mamíferos, incluidos elefantes, manatíes y armadillos, y examinó cómo evolucionó la falta de pelo en diferentes especies en diferentes momentos. El trabajo también identificó nuevos genes y reguladores de genes relacionados con el vello corporal.
Para los investigadores, el descubrimiento, que surgió en un momento en que la tecnología de secuenciación avanza rápidamente y permite a los científicos leer largas secuencias de ADN con mayor rapidez y precisión, podría algún día usarse para tratar la alopecia.
“Es probable que cientos de genes hayan estado involucrados en la pérdida de la mayor parte de nuestro vello corporal”, consideró Nathan Clark de la Universidad de Utah, quien realizó el estudio con Amanda Kowalczyk y Maria Chikina en la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh.
Según vieron los autores del trabajo, mediante el uso de herramientas informáticas, aunque los genes para una cobertura total del vello corporal permanecen en el código genético humano, fueron silenciados.
“La pérdida inicial de cabello en muchas especies probablemente fue muy adaptativa”, dijo Clark en relación, por ejemplo, a mamíferos como el delfín, la ballena o el manatí, quienes verían muy ralentizado su nado con un cuerpo cubierto de pelo.
En el caso de los humanos, una teoría sostiene que la pérdida de vello corporal resultó ventajosa para cazar en climas cálidos. Menos cabello, junto con el desarrollo de un sistema que permitía que el cuerpo se enfriara mediante el sudor, pueden haber sido cambios clave que permitieron a los humanos convertirse en mejores cazadores, capaces de perseguir a algunas presas hasta el agotamiento.
Para los investigadores, encontrar cambios genéticos comunes a muchos animales que perdieron pelo puede ser la solución al problema de la caída del cabello en los humanos. Es que, según explicaron, “a pesar de las apariencias y los comportamientos muy diferentes, los humanos comparten gran parte de su ADN con otros mamíferos: el 99% con los chimpancés, el 85% con los ratones y el 80% con las vacas”.
“Creo que se trata de un hallazgo muy poderoso”, dijo Peter Sudmant, profesor asistente en el departamento de biología integrativa de la Universidad de California en Berkeley, quien no participó en el estudio. Y amplió: “Este tipo de descubrimiento son increíblemente geniales. Estamos viendo 75 millones de años de evolución. El hecho de que puedan observarse las vías moleculares que influyen en un rasgo como el vello corporal es alucinante”.
Consultado por Infobae, el médico dermatólogo tricólogo Miguel Marti (MN 129.557) explicó que “la mayoría de las alopecias tienen una carga genética”. “Lo que se manifiesta como síntoma está en la base genética; los genes son los encargados de, en un momento de la vida de una persona, desarrollar una alopecia androgénica, areata, fibrosante frontal, por nombrar alguna —ahondó el especialista miembro del Colegio Iberoamericano de Dermatología (Cilad) y de la Academia Estadounidense de Dermatología (AAD, por sus siglas en inglés)—. En la alopecia androgénica, por ejemplo, se sabe que hay más de 400 genes involucrados; es algo bastante más complejo de lo que se cree”.
Y tras destacar que “hoy hay estudios novedosos que postulan la explicación genética de la alopecia fibrosante frontal, una enfermedad que estuvo muy olvidada y tuvo mucha repercusión en los últimos diez años”, Marti aseguró que “hoy se sabe que, si bien hay un factor externo que dispara estos genes, los genes también son los encargados de manifestar o no la enfermedad”.
A su turno, la médica dermatóloga tricóloga Vanina Gegdyszman (MN 144.999) observó que “en su evolución, la especie humana fue perdiendo el vello corporal, y en el último tiempo también disminuyó el pelo del cuero cabelludo”.
En opinión de la directora médica de Vhair, medicina capilar, “la alopecia se ve cada vez más en personas de menor edad, y en la mayoría de esos casos está involucrada la predisposición genética, aunque en los últimos años, el estilo de vida seguramente es el responsable de que estos genes se expresen a edades más tempranas”.
Respecto al presente estudio, la especialista señaló que “hay células llamadas totipotenciales, que en su información siguen teniendo esa posible expresión de vello”. “Si la persona no tiene predisposición genética a la alopecia es raro que exprese ese síntoma, y en esos casos, contar con esa información sirve para prevenir”, explicó Gegdyszman, para quien el reciente hallazgo “da esperanza a futuro”. “Ojalá la solución esté en los genes”, sostuvo.
“Es cuestión de ‘destrabar’ esos genes a nivel de laboratorio, a través de terapias génicas”, evaluó, al tiempo que señaló que “en el ámbito de la tricología la investigación de cómo regenerar un folículo piloso de novo es constante, y en el mientras tanto, hay una variedad de alternativas de tratamiento según cada caso y como siempre en medicina, cuanto antes se aborde el problema mejor perspectiva de solución tendrá”.
En ese sentido, según Marti, “un gran avance en los últimos años es la acción terapéutica a partir de la sensibilidad de los genes; hay laboratorios que hacen test de genética, que si bien no tienen tanta sensibilidad aun porque son bastante nuevos, lo que buscan es encontrar cuál es el defecto genético que presenta la persona para corregirlo a través de una acción farmacológica que inhiba o reprima a ese gen que está manifestándose”.
“En la actualidad, existe una nueva gama de medicamentos contra la alopecia areata que se conocen como los anti jak, que inhiben a una enzima que se libera de un gen, con el objetivo de resolver o corregir de forma temporaria -mientras se usa el medicamento- el defecto de la expresión, que sería la manifestación de la alopecia areata”, amplió el tricólogo, quien detalló que “estas opciones de tratamiento están basadas en la fisiofarmacopatología en dependencia de la relación enfermedad-genes”.
Y tras considerar que “esta acción terapéutica, que busca corregir la enfermedad a partir del defecto genético va a ser en el futuro la base de la mayoría de los tratamientos médicos y promete una medicina más sofisticada y tecnológica”, Marti concluyó: “Falta mucho, tal vez en unos 15 años podamos hablar de este tipo de tratamientos llevados a cabo de manera más masiva”.
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