

El 12 de octubre es una fecha profundamente significativa para Brasil. En este día, se celebra a Nuestra Señora de Aparecida, la patrona del país, una figura central en la espiritualidad y cultura brasileñas. Más allá de su carácter religioso, esta festividad está impregnada de historia, simbolismo y devoción popular que trascienden generaciones.
La historia de Nuestra Señora de Aparecida comienza en octubre de 1717, en el río Paraíba do Sul, en el estado de São Paulo. En aquel entonces, tres pescadores —João Alves, Felipe Pedroso y Domingos Garcia— enfrentaban dificultades para encontrar peces en un día particularmente difícil. Durante sus intentos, encontraron en sus redes una imagen incompleta de Nuestra Señora de la Concepción, a la que le faltaba la cabeza. Poco después, al lanzar nuevamente las redes, recuperaron la cabeza de la estatua, completándola.
Este hallazgo marcó un momento clave en la historia espiritual de Brasil. Posteriormente, ocurrió lo que se conoce como el «Milagro de los Peces»: las redes de los pescadores se llenaron inesperadamente de peces en abundancia. Este suceso fue interpretado como una señal divina y dio inicio a la veneración popular hacia la imagen sagrada.
Aunque el descubrimiento de la imagen ocurrió en una fecha indeterminada dentro de la segunda quincena de octubre de 1717, el 12 de octubre fue elegido oficialmente como día para celebrar a Nuestra Señora de Aparecida. Esta elección se debe a diversos factores históricos y religiosos:
1. Proclamación oficial como patrona nacional: En 1930, el Papa Pío XII declaró a Nuestra Señora de Aparecida como patrona de Brasil. Este reconocimiento fortaleció su relevancia espiritual y cultural en todo el país.
2. Coincidencias históricas: El 12 de octubre también marca la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492, un evento que simboliza el inicio del contacto entre Europa y el continente americano. Además, en el antiguo calendario romano, el 11 de octubre se celebraba la maternidad divina de María. Estas coincidencias influyeron en la elección del día.
3. Reconocimiento oficial como feriado nacional: En 1980, bajo el gobierno del presidente João Figueiredo, se promulgó la Ley 6.802, que declaró el 12 de octubre como feriado nacional. Este acto consolidó la importancia de la festividad para la identidad brasileña y estableció un día dedicado a honrar a la patrona.
Desde su descubrimiento, Nuestra Señora de Aparecida ha sido un símbolo de esperanza y fe para millones de brasileños. Su intercesión ha sido asociada con numerosos milagros, entre ellos la liberación del esclavo Zacarías. Este episodio refuerza su papel como protectora y defensora de los más vulnerables.
La devoción popular hacia esta figura sagrada ha crecido espontáneamente a lo largo de los siglos. Cada año, el Santuario Nacional de Aparecida, ubicado en São Paulo, recibe a miles de peregrinos que buscan expresar su gratitud, pedir bendiciones o simplemente rendir homenaje a su patrona. Este santuario es uno de los mayores centros religiosos del mundo y un testimonio vivo del impacto cultural y espiritual de Nuestra Señora de Aparecida.
La festividad del 12 de octubre trasciende lo religioso y se ha convertido en un día que une a las comunidades brasileñas en torno a valores como la fe, la solidaridad y la esperanza. Más allá del ámbito espiritual, Nuestra Señora de Aparecida representa un elemento central en la identidad nacional brasileña.
Su imagen es vista como un símbolo protector que acompaña al pueblo en momentos difíciles y celebra los triunfos colectivos. Para muchos brasileños, ella encarna una conexión directa con lo divino y una fuente inagotable de consuelo.
Una forma común de expresar devoción hacia Nuestra Señora de Aparecida es a través de la oración. La siguiente plegaria refleja el profundo amor y respeto que los fieles tienen por su patrona:
«Oh Santísima María, por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, en tu amada imagen de Aparecida, derramas innumerables bendiciones sobre todo Brasil. Yo, aunque indigno de pertenecer al número de tus hijos e hijas, pero lleno del deseo de compartir los beneficios de tu misericordia, me postro a tus pies y te consagro mi entendimiento para que siempre reflexione sobre el amor que mereces; te consagro mi lengua para que siempre te alabe y difunda tu devoción; te consagro mi corazón para que, después de Dios, te ame sobre todas las cosas.
Recíbeme, oh Reina incomparable, tú a quien Cristo crucificado nos diste como Madre, entre el bendito número de tus hijos e hijas; acógeme bajo tu protección; socórreme en todas mis necesidades, espirituales y temporales, especialmente en la hora de mi muerte.
Bendíceme, oh colaborador celestial, y con tu poderosa intercesión, fortaléceme en mi debilidad, para que, sirviéndote fielmente en esta vida, pueda alabarte, amarte y darte gracias en el cielo por toda la eternidad. ¡Que así sea!»
El 12 de octubre es mucho más que una fecha en el calendario brasileño; es un día que celebra la fe, la historia y la identidad cultural del país. A través del reconocimiento oficial y la devoción popular hacia Nuestra Señora de Aparecida, esta festividad se ha convertido en un símbolo unificador para millones de personas.
La figura de Nuestra Señora no solo representa esperanza espiritual sino también una conexión profunda con las raíces culturales e históricas del pueblo brasileño. Su imagen sigue siendo fuente de inspiración y consuelo para quienes buscan fortaleza ante los desafíos cotidianos.
En este día especial, Brasil rinde homenaje a su patrona con gratitud y devoción, reafirmando su compromiso con los valores espirituales que han guiado al país a lo largo del tiempo.
