

Vivimos épocas de impunidad total, corrupción como marca y estigma de hacer política. Épocas de colonialismos desenfrenados desde el norte del mundo, basados en la muerte y destrucción de pueblos y naciones como en Palestina. Con gobernantes que pensamos ya eran parte de los recuerdos de la historia, allá en el siglo XVI o XVII; pero que son más actuales que nunca: Trump, Milei, Netanyahu. Asesinos en serie que no tienen contemplaciones respecto de los derechos humanos, conquistados en siglos de luchas por todo el mundo.
Vivimos épocas de ausencia de ética y moral. Con gobernantes que aprovechan la confianza del pueblo y la democracia, para delinquir y violar niñas y mujeres, como parte del botín del poder impune. Sin embargo, los discursos siguen siendo revolucionarios, es decir tramposos y engañosos cuando las prácticas son totalmente contrarias a los preceptos de los discursos. Ese es el asco de esta época: divorcio total entre los discursos y los hechos.
La ausencia de coherencia política, está destruyendo a las mismas prácticas políticas por todo el mundo. El reino de la impunidad y la corrupción están carcomiendo todas nuestras instituciones. Dando rienda suelta a los malévolos del poder, a los secuaces de la politiquería. A los hambrientos de la destrucción humana en sus tejidos sociales más pequeños posibles. Desde las oficinas más insignificantes, hasta las oficinas donde se deciden destinos de todo un país. Todo huele a inmundicia e impunidad.
Sin embargo, nuestra resistencia desde tiempos inmemoriales también tiene que ver con nuestra memoria. No olvidar y recordar para condenar a todo lo destructivo y corrosivo del espíritu humano. Así hemos derrotado a las épocas oscuras de las dictaduras, recordando y no olvidando los hechos crueles y anti patriotas, a pesar de las derrotas políticas o del sistema judicial que jamás funcionará en Bolivia.
Tenemos que recordar y escribir para las generaciones futuras. Para que no se olvide y se recuerde lo corrupto, lo contrario a las colectividades de los tejidos sociales que están construyendo desde enormes sacrificios de generaciones, Nación y Patria.
Nuestra Memoria será el baluarte para combatir contra esos monstruos políticos de la anti ética. Contra esos monstruos de la impunidad y el asco. Para generar una nueva generación de líderes, con capacidad de ser ejemplos en la política y ser ejemplos en el servicio profesional en función de los demás. En función de la construcción de Estado y Patria.
Tenemos que recordar y escribir por todo el mundo, para no dejar impunes a los monstruos del poder imperial. A los monstruos patrimonialistas que hoy son impunes y destructores de la herencia colectiva de nuestros países. Esos monstruos que hoy se pasean pavoneando su impunidad en medio de la sala corrupta y sangrienta de la politiquería.
La memoria, nuestra memoria será el poder que cambie a estas estructuras del engaño y de los discursos revolucionarios para encubrir sus fechorías. La memoria como un artefacto que tiene que servir para cambiar estos escenarios del asco y la impunidad.
No olvidar, recordar, fortalecer nuestra memoria como resistencia y contra poder. No olvidar y recordar que nuestra memoria es un patrimonio preciado y poderoso. Porque no tenemos que olvidar lo malo; para construir lo bueno. Para cambiar el destino del país, que pide a gritos en las calles de nuestras cuidades con gente hambrienta, con niños huérfanos y viejitos clamando dignidad. Pero que la impunidad es ciega y cruel con sus discursos revolucionarios.
Nuestra memoria tiene que reconstruir sus líderes nuevos. Limpios de impunidad, limpios de discursos dobles y engañosos. Ese es el gran y enorme desafío como país y sociedad. Porque nuestra memoria es la raíz más importante, para no equivocarnos otra vez. Para no confiar en rufianes y mediocres, que sólo han utilizado a la revolución para asaltar nuestros patrimonios. Para delinquir en nombre nuestro.
No olvidemos y recordemos a nuestros ancestros, a quiénes dieron sus vidas por estos territorios, después por Bolivia. Ni siquiera están en los libros o en las horas cívicas; pero que son la raíz y sabia de nuestras historias. Sobre esa base reconstruyamos otra vez una Bolivia nueva. Una Bolivia que se merezca nuevos líderes o lideresas que merezcan ser recordados por la historia.
Son épocas impunes y de delincuentes con discursos revolucionarios. Son épocas imperiales y colonialistas. Épocas que no enseñan nada a las nuevas generaciones, sino ser delincuentes alabados por el sistema. Y nuestra memoria tiene que ser el arma contra la impunidad de estos tiempos canallas.
Contra la impunidad, nuestra memoria individual y colectiva. Para sembrar otros tiempos y utopías constructivas, para realmente hacer justicia a tantos miles o millones de compatriotas que pasan hambre y penurias. Para construir esperanzas otra vez, venciendo a la impunidad y la política del engaño y la mentira. Para vencer a los piratas montados en los discursos que encubren fechorías y corrupción. Para soñar con nuevos liderazgos éticos, que rescaten el servicio a los demás.
por: Max Murillo Mendoza
Publicado por: La Voz de Tarija
Fuente de esta noticia: https://lavozdetarija.com/2025/10/03/contra-la-impunidad-nuestra-memoria/
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