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El tablero político de América Latina vive una reconfiguración inesperada. Mientras Javier Milei, presidente de Argentina, atraviesa un rápido deterioro en su popularidad y se convierte en el mandatario con mayor retroceso del mes, Gustavo Petro, presidente de Colombia, ha logrado revertir la tendencia negativa y empieza a escalar posiciones con un repunte que lo coloca en el sexto lugar del ránking regional de aprobación. La encuesta de CB Opinión Pública revela que Petro pasó de un 37,4 % a un 39,2 % de imagen positiva en septiembre, un crecimiento que lo deja a solo pasos de desplazar al líder argentino, quien cayó hasta el 42,5 %, perdiendo más de tres puntos en pocas semanas.
La cifra cobra aún más relevancia porque fue medida antes de que Petro pronunciara su discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas, una intervención que marcó la agenda internacional y que en distintas latitudes fue interpretada como una muestra de liderazgo en un escenario global fracturado por conflictos, crisis ambientales y desigualdades sociales. En varias capitales, desde América del Sur hasta Europa, analistas y columnistas coincidieron en resaltar la capacidad del mandatario colombiano para dar un mensaje claro, desafiante y con alcance planetario, lo que abre la posibilidad de que su próxima medición refleje un salto mayor y lo catapulte entre los cinco presidentes mejor valorados de la región.
El contraste con Milei no podría ser más elocuente. Mientras el libertario argentino se desgasta aceleradamente, víctima de un estilo confrontativo y de la creciente frustración social frente a las promesas incumplidas, Petro emerge como una figura que recupera espacio gracias a un discurso coherente y a un posicionamiento internacional que lo coloca como referente en temas que trascienden las fronteras de Colombia. La caída de Milei y el ascenso de Petro parecen ser dos caras de la misma moneda en un continente donde la ciudadanía exige resultados tangibles, seriedad en la conducción del Estado y visiones capaces de dialogar con el mundo.
El ránking continúa liderado por Yamandú Orsi en Uruguay, con un sólido 49 % de aprobación, seguido de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil con 47,5 %, y Daniel Noboa en Ecuador con 46,2 %. Gabriel Boric, en Chile, ocupa la cuarta posición con un 45,8 %, pero es Milei quien protagoniza el desplome más sonado al caer hasta el quinto lugar. Justo detrás aparece Petro, quien se perfila como la sorpresa de la medición al consolidar un crecimiento que rompe con la tendencia de desgaste que atraviesan la mayoría de gobiernos de la región.

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Este repunte se convierte en un aire renovador para la política colombiana y demuestra que, pese a los desafíos internos, Petro mantiene la capacidad de reposicionarse en el escenario internacional y de conectar con un electorado cansado de promesas vacías. Su avance en el ránking no es menor: significa pasar de ser un mandatario en terreno negativo a convertirse en uno de los pocos líderes de la región que muestran resiliencia política en medio de un contexto adverso.
Si las proyecciones se cumplen, Petro no solo superaría a Milei en el corto plazo, sino que incluso podría acercarse a los niveles de respaldo de Boric y Noboa, instalándose en el grupo de presidentes con mayor popularidad. De confirmarse esa tendencia, Colombia tendría a un jefe de Estado en el núcleo de los liderazgos latinoamericanos, en un momento en que las democracias de la región atraviesan tensiones, crisis de credibilidad y fuertes presiones sociales.
La consultora CB Opinión Pública advirtió que septiembre fue un mes de caídas para casi todos los mandatarios sudamericanos, con la única excepción de Santiago Peña en Paraguay. En ese escenario sombrío, el crecimiento de Petro sobresale como un dato que no pasa desapercibido. En los próximos meses, el foco estará puesto en si el presidente colombiano logra consolidar este envión y convertirlo en un ascenso sostenido, capaz de reposicionar a Colombia como un actor central en el mapa político de América Latina.
carloscastaneda@prensamercosur.org
