

Los telescopios de medio mundo siguen de cerca a 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar confirmado que visita nuestro vecindario. Su paso por el Sistema Solar ofrece una ocasión excepcional para estudiar un cometa formado alrededor de otra estrella, con una ventana de observación especialmente valiosa en las próximas semanas.
Este visitante ha encendido las alarmas científicas por varias razones: una composición atípica dominada por dióxido de carbono, señales de actividad a gran distancia del Sol y características fotométricas y polarimétricas poco comunes. Todo ello lo convierte en un caso de estudio de primer orden, sin perder de vista la prudencia a la hora de interpretar las anomalías.
Un visitante interestelar con cita marciana
Detectado el 1 de julio por la red ATLAS, 3I/ATLAS recorre una órbita hiperbólica retrógrada que confirma su origen más allá del Sistema Solar. El 3 de octubre pasará a unos 29 millones de kilómetros de Marte, una geometría que la NASA quiere aprovechar con la cámara HiRISE del orbitador Mars Reconnaissance Orbiter para intentar captar detalles de la coma y, si hay suerte, del área más interna del objeto.
La trayectoria implica además que, cerca del perihelio, el cometa quedará oculto tras el Sol desde la perspectiva terrestre, complicando las observaciones desde la Tierra. Aun así, el cruce marciano abre una ventana única para extraer datos de alta resolución que ayuden a perfilar su aspecto y su actividad en el entorno solar.

Qué sabemos de su composición y actividad
Un conjunto coordinado de observatorios —JWST, SPHEREx, TESS y Hubble— ha ido dibujando el retrato químico y dinámico del cometa. Los datos del James Webb señalan una relación de dióxido de carbono y agua de aproximadamente 8 a 1 en la coma, uno de los valores más altos medidos en un cometa. Esta proporción sugiere que 3I/ATLAS podría haberse formado cerca de la línea de hielo del CO2 de su sistema natal o haber experimentado una historia de radiación distinta.
SPHEREx detectó una coma extensa rica en CO2 junto con agua, mientras que TESS aportó imágenes de recuperación tomadas antes del anuncio oficial que indican actividad a unas 6 unidades astronómicas del Sol, más allá de la órbita de Júpiter. Ese “despertar” tan lejano encaja con hielos que subliman con facilidad, como el propio CO2, y con una elevada velocidad de avance estimada en torno a 221.000 km/h a medida que se aproxima al Sol.

Tamaño del núcleo y evolución de su cola
En paralelo, Hubble ha medido un radio del núcleo cercano a 2,8 kilómetros, relativamente modesto para un cometa, rodeado por una envoltura difusa. A medida que avanza hacia el interior del Sistema Solar, las imágenes del telescopio Gemini Sur en Chile revelan una coma amplia y una cola cada vez más marcada, corroborando que su actividad ha ido en aumento respecto a tomas anteriores.
Las últimas secuencias profundas y multicolor con el instrumento GMOS muestran una cola que se extiende en el cielo y una mayor producción de polvo y gas. Tras el perihelio, si las condiciones lo permiten, 3I/ATLAS será observado de nuevo desde nuestro planeta y se espera un acercamiento a la Tierra de unos 269 millones de kilómetros en diciembre, sin implicar riesgo alguno.

Pistas en su luz: una polarización inusual
Un estudio reciente ha medido una polarización negativa especialmente profunda en 3I/ATLAS, con un ángulo de inversión bajo respecto a lo conocido en cometas del Sistema Solar y en 2I/Borisov. Esta respuesta de la luz dispersada apunta a propiedades singulares del polvo —tamaño, estructura o composición— y sugiere que estamos ante una población de objetos poco muestreada hasta ahora.
La explicación más razonable sigue siendo natural, aunque algunos investigadores, como Avi Loeb, invitan a mantener la mente abierta ante comportamientos atípicos y han propuesto escalas para evaluar la anomalía de estos visitantes. En cualquier caso, la obtención de imágenes con HiRISE y nuevos espectros será esencial para acotar el tamaño efectivo del núcleo y relacionarlo con las propiedades ópticas detectadas.

Una ventana a la formación de otros sistemas
3I/ATLAS es apenas el tercer visitante interestelar observado, tras 1I/ʻOumuamua y 2I/Borisov. Cada uno ha mostrado rasgos propios, y en este caso, la abundancia de CO2 y su actividad lejana podrían ser una pista sobre cómo y dónde se formó. Un modelo independiente incluso plantea que podría ser más antiguo que el Sol, lo que, de confirmarse, convertiría su composición en una cápsula del tiempo de la química primordial.
La campaña es global: Hubble y JWST aportan resolución y espectros, SPHEREx caracteriza hielos y gases, TESS reconstruye su pasado reciente y Gemini Sur sigue la evolución morfológica. Muchos de estos resultados se difunden en preprints y serán objeto de revisión por pares; las próximas fases —cruce marciano, perihelio el 29 de octubre y observaciones posteriores— deberían perfilar un retrato más nítido de este mensajero de otra estrella.

Con un calendario apretado y una combinación de geometría favorable y retos observacionales, las siguientes semanas serán clave para comprender por qué 3I/ATLAS se comporta como lo hace: desde su química dominada por CO2 hasta su peculiar señal polarimétrica, pasando por el crecimiento de la coma y la cola. Si todo va según lo previsto, este visitante podría ayudarnos a afinar cómo comparamos la materia de otros sistemas con la de nuestro propio origen.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/3i-atlas-el-cometa-interestelar-que-pone-a-prueba-a-la-astronomia/
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