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El nombre del expresidente colombiano Andrés Pastrana vuelve a irrumpir en los titulares internacionales, esta vez por una fotografía descubierta en una de las mansiones de Jeffrey Epstein, el multimillonario estadounidense acusado de tráfico sexual de menores y cuyos vínculos con líderes mundiales, artistas y figuras religiosas aún generan escozor en la memoria colectiva.
La imagen, hallada en una repisa de la lujosa residencia de Epstein en el Upper East Side de Manhattan, muestra a Pastrana abrazando fraternalmente al fallecido líder cubano Fidel Castro, mientras Epstein aparece también en la escena. Se trata de una de las muchas fotografías que decoraban los salones del polémico magnate, en un lugar que, según diversas investigaciones judiciales, habría servido de escenario para múltiples abusos sexuales encubiertos por el poder, la fama y el silencio.
El hallazgo ocurrió durante un recorrido autorizado por las autoridades en la vivienda de siete pisos, convertida en símbolo sombrío de una red de complicidades y secretos. Allí, además de la imagen que involucra al exmandatario colombiano, se encontraron retratos de Epstein con personalidades como el papa Juan Pablo II, Mick Jagger y Elon Musk. Pero fue la imagen de Pastrana, por su cercanía con Castro y su implicación anterior en el caso, la que generó especial conmoción en América Latina.
En ese mismo espacio, uno de los descubrimientos más perturbadores fue una primera edición de Lolita, la controversial novela de Vladimir Nabokov, cuidadosamente dispuesta como si se tratara de un altar. El libro, que relata la obsesión de un hombre adulto con una niña de doce años, fue durante años uno de los emblemas ocultos del universo de Epstein, cuya perversión se camuflaba tras una red de contactos influyentes y fiestas de élite.
Pastrana, quien gobernó Colombia entre 1998 y 2002, ya había sido vinculado previamente con Epstein. Su nombre apareció en los registros del “Lolita Express”, el avión privado que el magnate usaba para transportar invitados a sus propiedades en distintas partes del mundo. En su momento, el exmandatario reconoció haber viajado en esa aeronave, pero aseguró haberlo hecho por invitación del empresario Gustavo Cisneros para una reunión social en las Bahamas, negando cualquier conocimiento sobre los crímenes que se le imputaban a su anfitrión.
A pesar de sus declaraciones, Pastrana ha sido criticado por la falta de claridad en su relación con Epstein, y por haber esperado a que se filtraran los registros de vuelo para dar explicaciones. También negó conocer a Ghislaine Maxwell, cómplice y socia de Epstein, condenada por tráfico sexual de menores en 2021. Sin embargo, su nombre ha sido mencionado en documentos judiciales y listas de invitados que circulaban en el entorno del financista.
El hallazgo de esta nueva fotografía no implica, en sí misma, una prueba de participación en delitos. Pero sí renueva el debate sobre la cercanía de figuras públicas con una red internacional de corrupción, manipulación y abuso, cuyo epicentro fue Epstein, pero cuyas ramificaciones siguen revelándose con cada documento, cada testimonio y ahora, también, con cada imagen.
En tiempos donde la transparencia se exige no solo como virtud sino como deber ético, la aparición de Andrés Pastrana en este contexto vuelve a poner en tela de juicio la relación entre poder, impunidad y silencio.
