

Buscando una mayoría social, la candidata presidencial chilena apuesta a propuestas graduales y diálogo político más allá de los que le son afines, dialogando con la derecha con el mismo ímpetu.
La candidata presidencial del bloque de centroizquierda en Chile, Jeannette Jara, se encuentra en una etapa importante de su carrera política tras haber sido proclamada oficialmente como candidata única de la coalición que respalda al gobierno de Gabriel Boric.
La proclamación ocurrió después de que la primaria de la izquierda resultara en su victoria, con un respaldo cercano al 60%, dejando atrás a figuras como Carolina Tohá. Desde su instalación en la nueva oficina de campaña, ubicada en calle Londres en el centro de Santiago, Jara ha comenzado a definir los principales lineamientos de su propuesta política, basados en cambios graduales y en la búsqueda de una mayoría social.
Su perfil profesional, que combina formación en administración pública, abogacía y gerencia pública, ha sido complementado con una militancia en el Partido Comunista desde los 14 años. Sin embargo, su rol en el escenario electoral reciente representa un marco inédito, ya que por primera vez desde el retorno a la democracia en 1990, un militante comunista encabeza una coalición que aspira a la presidencia de Chile.
La estrategia de Jeannette Jara para consolidar la izquierda en Chile
La coalición de centroizquierda, que tradicionalmente ha sido conducida por partidos como la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, ahora debe consolidar un discurso inclusivo que abarque diversas visiones sociales y políticas. La marcha de la candidatura de Jara ha sido acompañada por un respaldo del sector de la derecha tradicional, representado por Evelyn Matthei, en tercer lugar en las encuestas, mientras que José Antonio Kast mantiene un liderazgo en la derecha extrema, neofascismo y libertarismo económico.
La relación de la candidata con el electorado ha sido tema de análisis en diversos círculos académicos y mediáticos. En una entrevista con el diario El País de España, Jara abordó la preocupación acerca de las razones que llevaron a sus seguidores a votar por ella, considerando que las pasiones y empatías pueden jugar un papel decisivo en las primarias.
Ella afirmó que la elección fue resultado de un balance entre diferentes factores, donde «en los análisis que se centran en mi simpatía o en mis habilidades de carácter, se omiten aspectos más integrales como las capacidades técnicas y de gestión demostrada o las habilidades políticas.»
Además, afirmó que existe una percepción equivocada respecto a los motivos de su apoyo, vinculados en parte a una visión estereotipada de las mujeres en política. Recordó el caso de Michelle Bachelet, señalando que «se debatía respecto de lo mismo: que ella ganaba porque era tierna y, la verdad, es una gran líder nacional e internacional.»
En ese sentido, subrayó que su intención es construir una coalición plural que incorpore diversas miradas y visiones sociales. La estrategia de Jara apunta a consolidar una base de apoyo que trascienda las diferencias ideológicas, promoviendo una visión de unidad en la diversidad. En cuanto a las negociaciones internas, Jara declaró que ella actúa con autonomía y que los contenidos de su programa de gobierno serán definidos en conjunto con la coalición.
La prioridad, afirmó, no es hacer un gobierno «histórico» o de «refundación», sino un buen gobierno que brinde soluciones concretas a las problemáticas sociales y económicas del país.
Diagnóstico de la situación social y propuestas económicas para Chile
Desde el plano económico, Jara se centró en un diagnóstico que revela la necesidad de transformar un escenario en el que el crecimiento, medido en términos de Producto Interno Bruto (PIB), está estancado en una tasa de aproximadamente 1,8% anual, proyectada hasta 2030.
Esto implica una estrategia para impulsar la economía chilena mediante la incorporación de mayor tecnología, innovación y desarrollo en investigación y producción. La candidata sostuvo que uno de los aspectos clave para reactivar el crecimiento es la responsabilidad fiscal y la optimización del gasto público, incluyendo la agilización de los permisos de inversión y la modernización del aparato estatal.
Respecto a la relación entre crecimiento y equidad, Jara fue clara en que no se puede «igualar antes de crecer,» pero tampoco se debe crecer a costa de la calidad de vida de la población. La inversión en cohesión social es vista como la vía más efectiva para garantizar un desarrollo sostenible y justo.
En esa dirección, enfatizó que el gasto público debe dirigirse prioritariamente a áreas como pensiones, salud y educación, aspectos fundamentales para reducir las desigualdades y fortalecer la cohesión social. La candidata aseguró que sus propuestas consideran no solo la reactivación económica, sino también la protección de los derechos sociales y la inclusión de los sectores más vulnerables.
El fortalecimiento del sector productivo, según Jara, también requiere la incorporación de valor agregado, modernización tecnológica y una inversión responsable que contemple aspectos medioambientales. La candidata remarcó que en su programa de gobierno buscará facilitar las tramitaciones de inversión y reducir la burocracia, promoviendo así un clima propicio para la llegada de capitales extranjeros y nacionales.
Además, afirmó que se debe garantizar que el crecimiento económico beneficie a los hogares chilenos, asegurando empleos decentes y salarios justos, lo cual considera un requisito indispensable para un desarrollo equilibrado y duradero.
La política internacional de Jara: su llegada a un mundo derechizado
En cuanto a la política exterior, Jara expresó su intención de mantener relaciones diplomáticas estables y de respeto con los principales actores internacionales. Respecto a los líderes mundiales, afirmó que, en caso de ser electa, buscará una relación con Estados Unidos formal y diplomática, aunque no duda en expresar sus discrepancias respecto a ciertas políticas del actual gobierno estadounidense, sobre todo en relación con la guerra comercial y las tensiones geopolíticas.
También dejó en claro que con el presidente argentino, el ultraderechista Javier Milei, evidenciado por sus declaraciones públicas, mantendría un diálogo respetuoso y diplomático, incluso si existen diferencias ideológicas o de estilo. “Bueno, aquí va a tener que hablar con esta ‘zurda de mierda’, porque si él quiere a su país como yo quiero al mío, y somos vecinos, vamos a tener que efectivamente mantener el diálogo diplomático que corresponda”, expresó.
Por último, hizo referencia a la influencia internacional en Chile, señalando que fenómenos como la ascensión de la ultraderecha en distintas partes del mundo reflejan fallas en los mecanismos políticos tradicionales para dar respuestas efectivas a las demandas sociales.
Desde su perspectiva, el electorado chileno tiene la capacidad de distinguir la realidad y la necesidad de propuestas serias, más allá de las retóricas populistas. También mencionó la figura del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, como un ejemplo de una estrategia de seguridad que, si bien genera controversia, refleja una demanda social de mayor control y orden, aunque advirtiendo sobre sus posibles impactos en los derechos humanos.
