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En un contexto global marcado por la urgencia climática, la irrupción de la Inteligencia Artificial y la búsqueda de nuevos indicadores de prosperidad, el presidente de Colombia y el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, sostuvieron un encuentro estratégico en el marco de los preparativos para la Conferencia de Sevilla FFD4.
La conversación fue más que un saludo protocolario: se convirtió en un espacio para intercambiar visiones sobre la transformación que necesita el sistema financiero internacional si quiere estar a la altura de los retos de nuestro tiempo. Ambos coincidieron en que la arquitectura actual, centrada exclusivamente en el crecimiento del PIB, resulta insuficiente para garantizar el bienestar de las personas y la sostenibilidad del planeta.
Uno de los puntos más relevantes fue la necesidad de integrar métricas de desarrollo que contemplen la calidad de vida, la cohesión social y el impacto ambiental. La propuesta no es nueva, pero cobra especial sentido ahora que la comunidad internacional debate cómo financiar la transición energética, enfrentar la crisis climática y reducir la desigualdad sin sacrificar el crecimiento.
La regulación de la Inteligencia Artificial ocupó otro lugar central en la agenda. El presidente colombiano subrayó la importancia de anticiparse a los riesgos y de establecer estándares éticos que pongan la tecnología al servicio del bien común, evitando que la automatización y los algoritmos profundicen brechas o vulneren derechos. En este frente, la OCDE se ha convertido en un foro clave para articular consensos y delinear normas que protejan a las democracias de posibles abusos.
El secretario general Cormann elogió la disposición de Colombia para asumir un rol activo en estos debates de fondo. Destacó que, desde su adhesión a la OCDE, el país ha demostrado una capacidad única para tender puentes entre las agendas de crecimiento económico y desarrollo humano. No en vano, el embajador colombiano ante la organización, Alfonso Prada, ha sido designado para liderar la reflexión estratégica del Centro de Desarrollo de la OCDE, un espacio donde se gestan ideas que luego marcan la hoja de ruta de políticas públicas en decenas de países.

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Este respaldo no es menor. En medio de tensiones geopolíticas, guerras, inflación y crisis de confianza en las instituciones, el mundo necesita referentes que impulsen acuerdos que trasciendan las fronteras. La voz de Colombia, que llega con la legitimidad de ser un país emergente que conoce de primera mano los dilemas del crecimiento desigual, podría convertirse en un factor de equilibrio entre potencias y naciones en desarrollo.
“Gracias, embajador Alfonso Prada, por construir una agenda propicia para estos tiempos”, expresó el mandatario colombiano al igual que el jefe de despacho presidencial, Alfredo Saade, al cierre del encuentro, dejando claro que, para su gobierno, la diplomacia multilateral y la acción climática no son discursos de ocasión, sino parte de una estrategia que busca anclar el progreso a una visión de futuro más justa y sostenible.
La próxima cita será Sevilla. Allí, líderes de todo el mundo pondrán a prueba su voluntad política para dar pasos concretos hacia un sistema económico que mida su éxito no solo en números, sino en la capacidad real de garantizar vidas dignas y un planeta habitable para las próximas generaciones.
carloscastaneda@prensamercosur.org
