
La injerencia militar estadounidense en Irán y sus repercusiones económicas para Europa

La más reciente incursión militar de Estados Unidos en Irán ha alterado el panorama geopolítico mundial, ¡y vaya! Ha provocado preocupación en Europa sobre los impactos económicos de esta escalada. El conflicto, que va más allá de un simple choque regional, arriesga desatar una serie de efectos en los mercados de energía, la inflación y el crecimiento económico europeo, en medio de una situación ya frágil tras la guerra en Ucrania y una lenta recuperación pos-pandemia.
Operación Medianoche Hammer: un punto clave
El 22 de junio de 2025, los Estados Unidos inició la Operación Martillo de Medianoche, un ataque orquestado contra las principales instalaciones nucleares iraníes, comprendiendo Fordow, Natanz e Isfahan. Bombarderos B-2 y misiles Tomahawk fueron empleados en esta ofensiva buscando frenar el avance del programa nuclear iraní y, al mismo tiempo, dar apoyo a Israel en su disputa con Teherán.
La réplica iraní no tardó: misiles volaron hacia la base estadounidense Al Udeid en Qatar, pese a no causar daños personales, algo que se vio como un contraataque contenido, sí, pero firme.
El Estrecho de Ormuz, ¡el talón de Aquiles de la energía!
En el Estrecho de Ormuz se centra el verdadero peligro económico, ya que por allí circula casi el 20% del petróleo mundial. Irán, sabedor de su capacidad de disuasión, ha soltado amenazas de un cierre «selectivo» de esta vía crucial para la energía, facilitando el paso a barcos rumbo a China o India, pero dificultando el tráfico con destino a Europa. Esta posibilidad, aunque complicada de materializar por el riesgo que supondría para el mismo Irán, se quedaría sin cosas esenciales, causaría consecuencias “desastrosas para Europa”, según dicen los expertos en energía y finanzas.
Un cierre, incluso si es parcial, de Ormuz, generaría falta inmediata de petróleo y gas en Europa, mandando los precios energéticos por las nubes y, ¡a subir la inflación!.
La región, muy dependiente de importaciones energéticas del Medio Oriente, eh, experimentaría un fuerte aumento en el costo de electricidad, combustibles y derivados. Esto golpearía directamente la cesta familiar y la competitividad industrial.
Inflación, estanflación, y también mucha volatilidad: el triple desafío para Europa.
El encarecimiento del petróleo, se rumorea, incluso, podría pasar de los 130 dólares por barril si el conflicto sigue, es solo el inicio. Europa, aún recuperándose de la crisis energética por la guerra en Ucrania, se enfrentaría a otra ola de inflación. El aumento en los costos energéticos se propagaría por toda la cadena productiva y de distribución, afectando desde los fertilizantes agrícolas, y llegando, hasta el transporte y la industria pesada.
Este shock de oferta, en una economía debilitada, podría causar una estanflación, es decir estancamiento económico con alta inflación. El PIB de la zona euro, sobre todo de economías industriales como Alemania, sería fuertemente afectado, corriéndose el riesgo de una contracción inmediata.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se verían, forzados a, replantearse sus estimaciones de crecimiento, por otro lado, los bancos centrales europeos tendrían que lidiar con la difícil elección entre subir los tipos de interés para frenar la inflación o, mantenerlos como estan, para esquivar una recesión más fuerte.
Mercados financieros y el riesgo
La respuesta de los mercados, ¡ha sido inmediata!: la aversión al riesgo ha provocado desplomes en la bolsa, la fuga de capitales de las economías emergentes, y una volatilidad desmedida, tanto en los mercados de divisas como de bonos. El euro, ya frágil debido a la inestabilidad política y económica doméstica, quizás, podría sufrir una mayor caída en comparación al dólar, subiendo los precios de las importaciones de energía, ¡acelerando la inflación importada!
Además, el conflicto bélico, hizo retroceder las esperanzas de disminuciones en los tipos de interés por la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, haciendo complicado financiar tanto a nivel público como privado, y, paralizando la inversión productiva.
La incertidumbre respecto a cuánto tiempo durará y cuán fuerte será el conflicto agrega un elemento de imprevisibilidad que traba decisiones, tanto empresariales como de consumo.
Impacto sectorial: energía, industria y agricultura.
El sector energético, tal vez el primero en sufrir las consecuencias, aunque el efecto dominó golpearía a la industria manufacturera, el transporte, y la agricultura también. El aumento de precio de los fertilizantes, varios provenientes del gas natural, pondría en peligro la seguridad alimentaria europea y, por ende, subirían los precios de los alimentos básicos. Empresas que usan mucha energía, desde la automoción hasta la siderurgia, se verían menos competitivas, en comparación con regiones menos vulnerables al choque energético.
Perspectivas y posibles soluciones
Europa debe enfocarse en diversificar sus fuentes de suministro energético y apurar el cambio a energías renovables; a pesar de que estas medidas demandan tiempo y grandes inversiones. En poco tiempo, la diplomacia internacional y la presión de actores como China, que es el mayor comprador de petróleo iraní, serían decisivas para prevenir un bloqueo prolongado del Estrecho de Ormuz.
Vale, aquí está:
Pese a todo, lo más reciente vivido nos dice que la volatilidad geopolítica en Oriente Medio, tiene un precio al instante, desmedido, para la economía europea.
Así pues, la movida militar de EEUU en Irán ha dado paso a una nueva era, una etapa incierta económicamente hablando para Europa. El continente, que precisa estabilidad energética y mercados abiertos, ahora se enfrenta a un panorama, donde la geopolítica vuelve a ser la que manda, dicta las reglas en lo económico.
