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En un escenario global de alta incertidumbre y tensiones económicas, el peso colombiano ha sorprendido a los mercados al consolidarse como la moneda de mejor desempeño en América Latina. Con una apreciación del 1,60% durante el mes de mayo, la divisa no solo encabezó el ranking regional, sino que mantuvo su impulso en junio, superando la barrera simbólica de los 4.100 pesos por dólar, un nivel que no pasaba desapercibido en los mercados financieros.
Este fenómeno ha captado la atención de analistas internacionales, quienes ven en Colombia un caso singular de resiliencia macroeconómica. El viernes 6 de junio, el peso abrió y cerró en $4.115, mostrando una solidez inusual frente a un dólar que, a nivel global, continúa perdiendo tracción. Detrás de este fortalecimiento se encuentra el diferencial de tasas de interés que ofrece la economía colombiana, convertido en un imán para los flujos de inversión extranjera.
“Todo indica que el dólar seguirá bajo presión en los próximos meses”, señala Rodrigo Lama, Chief Business Officer de la fintech regional Global66. Según el experto, la debilidad estructural del billete verde, sumada a los rendimientos atractivos de activos en mercados emergentes, podría llevar al índice dólar (DXY) a romper el umbral de los 100 puntos, consolidando una tendencia bajista de alcance global.
Pero Colombia no está sola en esta carrera. El sol peruano también mostró un desempeño notable con una subida del 1,22%, seguido por el peso mexicano, que avanzó un 0,91%. En este último caso, la mejora responde a un ambiente más favorable en la relación comercial con Estados Unidos y a los primeros recortes en las tasas de interés por parte del Banco Central de México. Le siguen el peso uruguayo (+0,89%), el quetzal guatemalteco (+0,30%) y el guaraní paraguayo (+0,29%), completando un panorama donde varias monedas de la región desafían la lógica tradicional de los mercados emergentes.
Lo que está ocurriendo con el peso colombiano va más allá de un simple ciclo de valorización. Es una señal de confianza en los fundamentos económicos del país y en su capacidad de ofrecer estabilidad en medio del ruido internacional. Mientras otras economías batallan con desequilibrios internos y presiones inflacionarias, Colombia aparece en el radar de los inversionistas como un refugio de oportunidad, donde la política monetaria, lejos de asustar, seduce.
La región en su conjunto parece haber aprendido a navegar con mayor soltura en aguas agitadas. Y en esa nueva narrativa latinoamericana, el peso colombiano no solo marca el ritmo, sino que impone el compás.
carloscastaneda@prensamercosur.org
