

Científicos imprimiendo las primeras córneas humanas.
En un laboratorio del Reino Unido, lo que hace unos años parecía ciencia ficción acaba de convertirse en una realidad con potencial para cambiar la historia de la medicina ocular. Un equipo de investigadores de la Universidad de Newcastle ha logrado imprimir en 3D las primeras córneas humanas funcionales, utilizando una biotinta compuesta por células madre y materiales biocompatibles. El hallazgo, publicado en la revista Experimental Eye Research, no solo representa un hito en la bioingeniería, sino que ofrece una nueva esperanza a los más de diez millones de personas en el mundo que necesitan un trasplante para no perder la vista.
La córnea, esa delgada membrana transparente que cubre el ojo y permite enfocar la luz, es tan vital como frágil. Enfermedades infecciosas, lesiones traumáticas o quemaduras han dejado a más de cinco millones de personas en completa ceguera debido a daños irreparables en esta estructura. Sin embargo, la disponibilidad de córneas donadas es dramáticamente insuficiente, sobre todo en regiones de bajos recursos, donde la cultura de la donación es escasa o simplemente no hay infraestructura médica para conservar y trasplantar tejidos.
Frente a esta realidad global, los científicos británicos idearon una solución audaz: una tinta biológica capaz de ser utilizada por una impresora 3D común, compuesta por alginato, colágeno y células madre del estroma corneal. El resultado fue tan rápido como asombroso: en menos de diez minutos, la impresora logró construir una córnea completa, viable y potencialmente funcional. Pero lo más impresionante ocurrió después: las células no solo sobrevivieron al proceso, sino que siguieron creciendo, manteniéndose activas en su nueva estructura tridimensional.
Che Connon, profesor de Ingeniería de Tejidos y líder del proyecto, explicó que este avance no es fruto del azar, sino de años de investigación sobre la viabilidad celular en condiciones fuera de laboratorio. La biotinta, explicó, tiene la consistencia justa para sostener la forma de una córnea sin comprometer la vida de las células durante el proceso de impresión. Es un equilibrio delicado entre rigidez estructural y flexibilidad biológica.
Y si la rapidez del procedimiento resulta impactante, lo es aún más su capacidad de personalización. Gracias al escaneo preciso del ojo de cada paciente, los investigadores pueden imprimir córneas a medida, ajustadas milimétricamente a la anatomía del receptor. Esto no solo mejora el encaje y la funcionalidad visual, sino que también reduce los riesgos postoperatorios.
Abigail Isaacson, coautora del estudio, fue clave en el diseño y validación de las dimensiones de las córneas impresas. Su trabajo demuestra que no estamos ante una simple réplica de tejidos, sino ante una tecnología capaz de reproducir la complejidad biológica del ojo humano con precisión quirúrgica.
El camino hacia la aplicación clínica todavía requiere pasar por fases rigurosas de pruebas, ensayos clínicos y validaciones de seguridad. Pero los investigadores ya han superado una de las barreras más altas: demostrar que es posible fabricar, de forma personalizada y escalable, un tejido ocular humano viable a partir de células madre.
Organizaciones como Fight for Sight ya celebran el descubrimiento como un avance estratégico en la lucha contra la ceguera. Neil Ebenezer, director de investigación de la entidad, lo calificó como una innovación transformadora que podría reducir la dependencia de las donaciones, un recurso que en muchos lugares del mundo es escaso o inaccesible.
No se trata solo de imprimir córneas. Se trata de imaginar un futuro en el que ningún paciente quede condenado a la oscuridad por falta de un donante. Un futuro donde la bioimpresión en 3D no sea un lujo tecnológico, sino una herramienta cotidiana en los quirófanos oftalmológicos del planeta.
La medicina, una vez más, da un paso hacia lo que parecía imposible. Y esta vez, lo hace mirando de frente a la luz.
Con la información de Cerebro Digital
