

Imagen Cancillería de Colombia
Con 180 votos a favor, Colombia fue elegida este martes como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para el periodo 2026-2027. La votación, celebrada en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, representa no solo un espaldarazo casi unánime de la comunidad internacional, sino también un reconocimiento al renovado papel del país en el escenario diplomático global.
Se trata de la octava vez que Colombia ocupa una silla en el organismo de mayor peso dentro del sistema multilateral de las Naciones Unidas, y su retorno, tras 13 años de ausencia, ocurre en un momento especialmente delicado para la comunidad internacional, marcado por el resurgimiento de conflictos armados, desplazamientos masivos y un debilitamiento de los mecanismos multilaterales.
El Consejo de Seguridad, integrado por cinco miembros permanentes y diez no permanentes, es el único órgano de la ONU cuyas decisiones tienen carácter vinculante y la facultad de autorizar el uso de la fuerza. En ese contexto, la entrada de Colombia no es simbólica: es estratégica.
La canciller Laura Sarabia celebró la elección como un hito en la política exterior del actual gobierno. “Es un reconocimiento al liderazgo diplomático del presidente Gustavo Petro y al compromiso de Colombia con una política internacional basada en la paz, el respeto por los derechos humanos y la defensa del Derecho Internacional”, afirmó desde Bogotá, subrayando el amplio respaldo recibido por parte de la comunidad internacional.
Colombia, cuya historia reciente ha estado marcada por uno de los procesos de paz más observados en el mundo, asume este nuevo rol con una legitimidad particular: la de haber transitado, no sin dificultades, del conflicto armado a una apuesta sostenida por la reconciliación nacional. Esa experiencia, dicen fuentes diplomáticas, será su carta de presentación ante un Consejo que hoy más que nunca necesita voces con autoridad moral y credenciales en la resolución pacífica de controversias.
El país comenzará oficialmente su mandato el 1 de enero de 2026, con la responsabilidad de participar en las decisiones más sensibles del sistema internacional, incluyendo la autorización de operaciones de paz, la imposición de sanciones y la gestión de crisis globales.
Colombia no solo vuelve al Consejo de Seguridad; regresa con una narrativa distinta. Ya no como una nación en conflicto que necesita la atención de la comunidad internacional, sino como un actor que puede ofrecer lecciones sobre la construcción de paz en medio de la adversidad. En una época de tensiones crecientes y profundas divisiones geopolíticas, su presencia promete ser más que una voz: un puente.
carloscastaneda@prensamercosur.org
