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En una jornada maratónica que mantuvo en vilo a todo el país, la Comisión Cuarta del Senado de Colombia aprobó este lunes, tras más de diez horas de debate, uno de los proyectos más ambiciosos en materia laboral de las últimas décadas. Con 13 votos a favor y solo 2 en contra, la reforma laboral impulsada por el Gobierno nacional avanza firme hacia convertirse en ley, marcando un hito que podría redefinir el contrato social entre trabajadores, empleadores y el Estado.
La propuesta, que aún debe ser discutida en la plenaria del Senado antes del 20 de junio, busca corregir distorsiones estructurales en el mundo del trabajo colombiano, donde millones de personas enfrentan condiciones de precariedad, informalidad y tercerización sin garantías reales. Lo aprobado no es solo una serie de ajustes técnicos: es una apuesta política y social para devolverle centralidad al trabajo digno y con derechos.
Uno de los cambios más relevantes es la ampliación del recargo dominical al 100 %, que se implementará de manera progresiva entre 2025 y 2027, beneficiando especialmente a quienes laboran en sectores como el comercio, el transporte, la salud y la seguridad. También se redefine el horario de la jornada nocturna, que ahora comenzará a las 7:00 p. m., una reivindicación largamente postergada por sindicatos y organizaciones laborales.
El texto aprobado establece además que el contrato a término indefinido se convertirá en la norma general de contratación, limitando los contratos temporales a un máximo de cinco años. Con esto, se busca frenar el uso abusivo de figuras contractuales que han precarizado el empleo en sectores clave como la vigilancia, los call centers y el sector servicios.
Otro punto de alto impacto es la posibilidad de implementar la semana laboral de cuatro días, sin reducir el salario ni aumentar la carga semanal, que permanecerá en 42 horas. Este modelo -inspirado en experiencias internacionales que promueven el equilibrio entre vida personal y profesional- solo será aplicable si existe un acuerdo entre empleador y trabajador, y no implicará recargos si se respetan los tiempos pactados.
En términos económicos, el nuevo esquema de recargos y horas extra cambiará el cálculo del valor de la hora trabajada, especialmente para quienes perciben el salario mínimo. Con las modificaciones aprobadas, una hora ordinaria se pagará a $6.189, mientras que una hora dominical o festiva alcanzará los $12.378, lo que representa un aumento sustancial en los ingresos de quienes trabajan en jornadas no convencionales.
El gobierno ha defendido esta reforma como una necesidad urgente en un país donde más del 50 % de los trabajadores no cuentan con estabilidad contractual y donde la desigualdad laboral ha profundizado brechas históricas. Sus detractores, sin embargo, advierten sobre posibles impactos en la generación de empleo formal y mayores cargas para las pequeñas y medianas empresas.
A pesar de la polarización política que rodea la iniciativa, la aprobación en tercer debate consolida el respaldo institucional a una reforma que, de avanzar en la plenaria y ser sancionada por el presidente, podría transformar el panorama laboral de Colombia para las próximas generaciones. Más que una reforma técnica, lo que se está discutiendo es una visión de país.
En tiempos donde el trabajo sigue siendo el principal vehículo de movilidad social, Colombia se enfrenta hoy al desafío -y la oportunidad- de redefinir lo que significa tener un empleo digno en el siglo XXI.
carloscastaneda@prensamercosur.org
