
Surinam hoy: política, sociedad y economía bajo la lupa

Con una población de 639.000 habitantes en lo va de año, hablar de Surinam es adentrarse en un mosaico de contrastes. Este pequeño país sudamericano, a menudo eclipsado por sus vecinos más grandes, vive tiempos de cambios intensos y desafíos que se sienten en la piel de su gente. Vamos a recorrer, con mirada cercana, lo que late en su política, su sociedad y su economía en estos momentos.
Política: entre reformas y expectativas
Surinam es una república parlamentaria donde el presidente, actualmente Chan Santokhi, es elegido de manera indirecta por una mayoría calificada del Parlamento. Santokhi, exjefe de policía y líder del Partido de la Reforma Progresista (VHP), asumió el poder en 2020 tras derrotar a Dési Bouterse, una figura que marcó la historia reciente del país tanto por su largo gobierno como por sus episodios oscuros ligados a dictaduras y condenas judiciales.
El sistema político surinamés ha estado en plena transformación. Después de que el Tribunal Constitucional declarara inconstitucional el antiguo sistema de distritos electorales, el país se prepara para estrenar un sistema de representación proporcional nacional en las elecciones generales del 25 de mayo de 2025. Este cambio, lejos de ser un simple ajuste técnico, es una respuesta a años de reclamos por mayor equidad y transparencia en la representación política.
Pero la política en Surinam no es solo cuestión de leyes y urnas. La verdad es que, en los últimos años, el país ha vivido tensiones internas: la salida del partido NPS de la coalición de gobierno en 2023, sumada a la crisis económica, provocó protestas y obligó al gobierno a abrir espacios de diálogo para estabilizar la situación. Además, la condena a 20 años de cárcel contra el expresidente Bouterse, aún prófugo, sigue siendo una sombra que pesa sobre el ambiente político.
Sociedad: diversidad, desigualdad y resiliencia
Si hay algo que define a Surinam es su diversidad. En sus calles se cruzan descendientes de indios, javaneses, africanos, indígenas y europeos, y esa mezcla se refleja en la cultura, la comida y hasta en los idiomas que se escuchan en Paramaribo, su capital vibrante.
Sin embargo, bajo esa riqueza cultural, Surinam enfrenta una realidad social dura. Aunque el índice de alfabetización es alto (95%)4, la desigualdad económica ha crecido de forma alarmante en las últimas décadas. Mientras una pequeña élite concentra la mitad del gasto nacional, la mayoría de la población lucha por llegar a fin de mes Hay cifras que duelen: hasta el 80% de los surinameses viven por debajo de la línea de pobreza, y la desigualdad, medida por el índice de Gini, se ha disparado.
El desempleo ronda el 8%, pero más allá de los números, lo que se siente en las calles es la incertidumbre. Los jóvenes, especialmente en las zonas rurales (que aún representan un tercio del país), buscan oportunidades que a menudo parecen esquivas. Y es que, aunque el país es rico en recursos naturales, la riqueza no siempre se traduce en bienestar para todos.
A pesar de todo, la sociedad surinamesa muestra una resiliencia admirable. Las comunidades indígenas y cimarronas, por ejemplo, siguen defendiendo sus territorios y tradiciones frente a la presión de la explotación minera y forestal. Y en los barrios de Paramaribo, la solidaridad se teje en pequeñas redes de apoyo, en mercados y escuelas, donde la esperanza se resiste a desaparecer.
Economía: recursos, crisis y la promesa del petróleo
La economía de Surinam es, sin rodeos, una montaña rusa. Tradicionalmente dependiente de la exportación de bauxita, oro y petróleo, el país ha sufrido los vaivenes de los precios internacionales y la salida de grandes empresas como Alcoa. Hoy, el oro y el crudo representan el 85% de las exportaciones y casi un tercio de los ingresos públicos, lo que hace a Surinam extremadamente vulnerable a las crisis externas4.
En los últimos años, la economía ha pasado por momentos críticos. Entre 2020 y 2021, Surinam vivió una grave crisis fiscal y de balanza de pagos, con una inflación que llegó a superar el 50% anual y una moneda nacional que se devaluó hasta un 90% en 2020. El FMI tuvo que intervenir con un programa de rescate de más de 690 millones de dólares, condicionado a duras reformas: recorte de subsidios, ampliación del IVA y ajustes en el sector público.
La recuperación ha sido lenta y frágil. El PIB creció un 2,4% en 2022 y se espera que alcance el 3% en 2024, impulsado sobre todo por la inversión pública y la recuperación de la agricultura y la industria4. Sin embargo, la economía aún no ha recuperado los niveles previos a la pandemia, y no se espera que lo haga antes de 20294. La deuda externa sigue siendo alta, aunque los acuerdos de reestructuración con el Club de París, India y China han dado un respiro.
Pero hay una luz al final del túnel. El descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo en alta mar en 2020 ha despertado expectativas enormes. Si todo sale bien, la producción podría comenzar en 2028, y Surinam podría experimentar un boom económico similar al de Guyana4. No obstante, muchos se preguntan si esta vez la riqueza llegará realmente a quienes más la necesitan, o si volverá a quedarse en pocas manos.
Un país en busca de equilibrio
Surinam es, en definitiva, un país que camina sobre una cuerda floja. Con una política en transición, una sociedad diversa pero golpeada por la desigualdad, y una economía que oscila entre la crisis y la esperanza petrolera, el futuro está lleno de interrogantes.
Sin embargo, en cada esquina de Paramaribo, en los campos de arroz y en las comunidades del interior, late una voluntad de salir adelante. Porque, aunque los desafíos son grandes, la historia de Surinam está marcada por la capacidad de reinventarse y de encontrar, una y otra vez, caminos hacia un mañana mejor.
