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Cada 9 de abril, Colombia detiene su marcha para mirar de frente su dolor más profundo. Es el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, una fecha para reconocer la tragedia vivida por millones de ciudadanos que han sufrido la violencia en carne propia. Pero también es la jornada en la que el país recuerda el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, ocurrido hace 77 años y que marcó un punto de quiebre en la historia nacional.
Este martes, desde su rol como superintendente de Industria y Comercio y ministra encargada de Comercio, Industria y Turismo, Cielo Rusinque alzó la voz en un sentido mensaje que no solo rindió homenaje a las víctimas, sino que también reavivó la memoria de Gaitán como símbolo de dignidad, justicia y lucha social. En sus palabras, se entrelazaron la historia personal, la convicción política y un llamado profundo a no claudicar en la búsqueda de la paz.
“Viniendo de una familia liberal, siempre me he reconocido en el pensamiento para la acción de quien ha sido uno de los más grandes hombres políticos de la historia del país”, expresó Rusinque, evocando la figura de Gaitán no solo como un referente político, sino como una presencia viva en la conciencia ética de quienes sueñan con un país distinto.
Recordó especialmente la Oración por la Paz, pronunciada por Gaitán en 1948 durante la Marcha del Silencio, en medio de la represión estatal y el clamor popular: “Pedimos pequeña cosa y gran cosa: que las luchas políticas se desarrollen por cauces de constitucionalidad”. Esa frase, cargada de una vigencia inquietante, fue el eje de su reflexión.
“Hoy, como entonces, lo que pedimos no es distinto: que nuestras diferencias se tramiten con respeto, que el Estado no vea al opositor como enemigo, y que ningún colombiano tenga que morir por pensar distinto”, señaló Rusinque con firmeza.
En su mensaje, también invitó al país a comprender que el pasado no es una carga a enterrar, sino una responsabilidad a asumir. Que la memoria no debe ser solo conmemorativa, sino transformadora. “El Día de las Víctimas nos lleva a reflexionar sobre la fuerza estructurante del pasado, sobre la necesidad de preservar la memoria para librarnos de su peso. Solo así podremos caminar hacia adelante sin repetir los errores que nos desangraron”, afirmó.
Rusinque hizo un llamado a persistir en la construcción de un país donde todos los derechos sean reconocidos por igual, sin jerarquías, sin exclusiones, sin privilegios. Donde la dignidad no sea una promesa vacía, sino un principio activo del Estado.
“La paz total no es una consigna ni un capricho ideológico. Es el horizonte ineludible de una sociedad que se quiera llamar civilizada. No podemos seguir naturalizando la guerra, el odio o la desigualdad como parte del paisaje. Colombia merece otra historia, y esa historia se construye con verdad, con justicia, con memoria y con amor”, dijo.
Para la funcionaria, el legado de Gaitán es más que un recuerdo del pasado: es una brújula ética que obliga a los líderes de hoy a actuar con coraje, a defender la justicia social con hechos, y a honrar a las víctimas no solo con palabras, sino con decisiones valientes.
“Este camino de dignidad nos corresponde continuar, para ser un país que honre a las víctimas de la violencia insensata y en el que no haya más víctimas”, concluyó.
Su voz no fue la única en esta jornada de conmemoración, pero sí una de las que resonó con mayor carga simbólica: una mujer en el poder, con raíces liberales y sensibilidad social, evocando a un mártir de la democracia para recordarle al país que la única vía posible es la paz con justicia y la igualdad con memoria. Porque mientras exista una sola víctima sin reconocimiento, la deuda con la historia seguirá abierta.
carloscastaneda@prensamercosur.org
