

Hollman Morris, Gerente RTVC
La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) ha denunciado lo que considera un ambiente de censura y antipluralismo en RTVC bajo la dirección de Hollman Morris. Sin embargo, esta organización, que dice defender la libertad de prensa, ha sido ampliamente cuestionada por su selectividad a la hora de denunciar ataques contra el periodismo. Mientras es diligente en señalar a funcionarios del actual gobierno, su silencio frente a la concentración mediática de los grandes grupos económicos y la censura ejercida por ellos es clamoroso.
Desde que Morris asumió la dirección de RTVC el 16 de abril de 2024, la FLIP asegura haber recopilado más de treinta denuncias de periodistas que hablan de presiones editoriales y restricciones informativas dentro del sistema de medios públicos. Según estos reportes, se han impartido órdenes directas para modificar o suprimir contenidos críticos con el gobierno de Gustavo Petro, afectando a figuras como Juanita Goebertus, Jennifer Pedraza, Carolina Sanín y Katherine Miranda. Además, en marzo de 2025, un reportaje fue presuntamente censurado a pocas horas de su publicación.
Pero la FLIP no se detiene ahí. La organización también critica la postura de Morris, a quien acusa de desacreditar a medios y periodistas que han documentado estos casos. Lo que omite la FLIP en su denuncia es la campaña de desprestigio sistemática que ha rodeado a Morris desde su nombramiento, incluyendo amenazas en su contra y ataques personales que han puesto en riesgo su seguridad y la de su familia.
El presidente Gustavo Petro ha defendido la gestión de Morris, destacando que RTVC ha recuperado su papel como «faro de la verdad», mientras ha señalado a ciertos medios privados por desinformar y favorecer intereses económicos. Esta postura ha sido interpretada como un intento de romper el monopolio informativo que por décadas ha dominado la agenda mediática en Colombia.
Por otro lado, el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (MinTIC) y la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) han evitado intervenir en la polémica. La FLIP, en su comunicado, insta a la CRC a garantizar que RTVC cumpla con su mandato de pluralismo y transparencia informativa, pero nada dice de la falta de regulación sobre los oligopolios mediáticos que controlan la narrativa en el país. Es evidente que el discurso de la FLIP se alinea de manera conveniente con aquellos medios tradicionales que han perdido influencia frente a la pluralidad de voces emergentes en el escenario mediático nacional.
A esta selectividad en la denuncia se suman otros antecedentes preocupantes. Néstor Morales, director de Blu Radio, realizó un comentario peligroso y tendencioso al cuestionar por qué las feministas protestaban en el Concejo de Bogotá en vez de dirigirse a RTVC, en un intento de desviar la discusión y alimentar un ambiente hostil contra los medios públicos. La FLIP no se pronunció sobre este señalamiento, que evidencia una clara intención de estigmatización.
Asimismo, el portal Infobae publicó una nota en la que aseguraba que las emisoras de paz en El Tambo tenían conexiones con las FARC, un señalamiento grave que pone en riesgo a los periodistas que cubren el conflicto armado en regiones apartadas del país. Estas afirmaciones irresponsables pueden tener consecuencias fatales en un país donde los comunicadores han sido históricamente blanco de grupos armados, y sin embargo, la FLIP no levantó la voz para denunciarlo.
Otro caso es el del periodista Sebastián Nora, quien desde sus redes sociales ha lanzado constantes ataques contra RTVC, alineándose con la narrativa de los grandes medios y contribuyendo a la estigmatización de los medios públicos. Pese a que su postura afecta la credibilidad y la seguridad de quienes trabajan en RTVC, la FLIP ha decidido ignorarlo por completo.
Hollman Morris, en medio de este escenario, ha solicitado una licencia no remunerada para enfocarse en su defensa legal y en la seguridad de su familia. Su caso ha sido blanco de ataques en redes sociales, hackeos y amenazas, reflejando la polarización que marca el periodismo en Colombia. Mientras tanto, RTVC rechaza cualquier acusación de censura y denuncia una campaña de odio que, paradójicamente, parece invisibilizada por quienes se autoproclaman defensores de la libertad de prensa.
Lo cierto es que la censura no se ejerce solo desde el poder público. Las grandes corporaciones mediáticas han utilizado su influencia para moldear la opinión pública a su favor, estableciendo narrativas sesgadas y silenciando voces disidentes. La FLIP, en su papel de supuesto garante de la libertad de prensa, ha ignorado sistemáticamente estas dinámicas, prefiriendo centrar su mirada en aquellos actores que desafían el monopolio informativo de siempre.
En este contexto, es necesario cuestionar la verdadera misión de la FLIP y su coherencia en la defensa de la libertad de expresión. ¿Está realmente interesada en proteger el derecho de los periodistas a informar sin presiones, o solo protege a ciertos actores dentro del ecosistema mediático? La libertad de prensa no puede ser un concepto selectivo que favorezca solo a los poderosos de siempre, sino un derecho que se garantice para todos los comunicadores, sin importar su línea editorial o afiliación política.
carloscastaneda@prensamercosur.org
