Médicos, nutricionistas e investigadores han criticado el uso del índice de masa corporal para evaluar riesgos de salud porque no distingue entre variables como la musculatura y la grasa abdominal
El índice de masa corporal, o IMC, es una relación entre la altura y el peso que se ha empleado durante mucho tiempo como herramienta de detección médica. Es una de las métricas de salud más utilizadas, pero también una de las más denostadas, porque se usa para etiquetar a las personas con sobrepeso, obesas o extremadamente obesas.
Las clasificaciones han sido cuestionadas por deportistas como la jugadora olímpica estadounidense de rugby Ilona Maher, cuyo IMC de 30 la sitúa técnicamente en la cúspide de la obesidad. “Pero, ay”, dijo en Instagram, dirigiéndose a los troles en línea que trataron de avergonzarla por su peso, “yo voy a los Juegos Olímpicos y tú no”.
Los defensores de las personas con sobrepeso y de color señalan que la fórmula se desarrolló hace casi 200 años y se basó exclusivamente en datos de hombres, la mayoría de ellos blancos, y que nunca estuvo pensada para la revisión médica. Un nutricionista negro lo llamó en su día “índice de sandeces corporal”.
Incluso los médicos han opinado sobre los defectos del IMC. La Asociación Médica Estadounidense advirtió el año pasado de que el IMC es una medida imperfecta que no tiene en cuenta la diversidad racial, étnica, de edad, sexo y género. No distingue entre quienes tienen mucha masa muscular y quienes tienen grasa en los lugares equivocados.
“Según el IMC, Arnold Schwarzenegger, cuando era culturista, habría sido considerado obeso y habría necesitado perder peso”, dijo Wajahat Mehal, director del Programa de Salud Metabólica y Pérdida de Peso de la Universidad de Yale. ”Pero en cuanto le midieras la cintura, verías: ‘Oh, mide 81 centímetros”.
Así que dale la bienvenida a una nueva métrica: el índice de redondez corporal. El IRC es justo lo que parece: una medida de lo redondo o circular que eres, mediante una fórmula que tiene en cuenta la altura y la cintura, pero no el peso.
Es una fórmula que puede proporcionar un mejor cálculo de la obesidad central y la grasa abdominal, que están estrechamente relacionadas con un mayor riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2, hipertensión y enfermedades del corazón, a diferencia de la grasa almacenada en las nalgas y los muslos.
Un artículo publicado en junio en JAMA Network Open es el último de una serie de estudios que señalan que el IRC es un prometedor predictor de la mortalidad. Las puntuaciones del IRC suelen oscilar entre 1 y 15; la mayoría de las personas se sitúan entre 1 y 10. El nuevo estudio encontró que las puntuaciones de IRC aumentaron entre 1999 y 2018 entre una muestra representativa a nivel nacional de 33.000 estadounidenses.
Aquellos con puntuaciones IRC de 6,9 o más —que indican los cuerpos más redondos— tenían el mayor riesgo de morir de cáncer, enfermedades cardíacas y otras enfermedades.
Su riesgo de mortalidad general era casi un 50 por ciento mayor que el de los que tenían un IRC de 4,5 a 5,5, que se situaban en el rango medio de la muestra, mientras que los que tenían un IRC de 5,46 a 6,9 se enfrentaban a un riesgo un 25 por ciento mayor que los del rango medio.
Sin embargo, quienes tenían una puntuación más baja también corrían un mayor riesgo de muerte: el estudio halló que las personas con un IRC inferior a 3,41 también se enfrentaban a un riesgo de mortalidad un 25 por ciento mayor que las de rango medio.
Los autores del estudio sugirieron que las puntuaciones más bajas, observadas sobre todo en personas de 65 años o más, podrían reflejar malnutrición, atrofia muscular o inactividad.
“El IMC no distingue la grasa corporal de la masa muscular”, escribió en un correo electrónico Wenquan Niu, quien trabaja en el Centro de Medicina Basada en la Evidencia del Instituto de Pediatría de la Capital, en Pekín, y fue uno de los autores principales del estudio. “Para cualquier IMC, la distribución de la grasa y la composición corporal pueden variar drásticamente”.
De hecho, Niu escribió: “Cuando el IMC se utiliza para enmarcar el riesgo, a menudo sobreestima el riesgo para los atletas musculosos, mientras que subestima el riesgo para las personas mayores con masa muscular que ha sido reemplazada por grasa”.
La grasa almacenada en la cavidad abdominal es de vital importancia, ya que rodea órganos internos como el corazón y el hígado, y contribuye a la resistencia a la insulina y a la intolerancia a la glucosa que suelen preceder a la diabetes de tipo 2. También favorece la hipertensión arterial y las anomalías lipídicas que pueden conducir a enfermedades cardiacas y a la muerte.
“El depósito excesivo de grasa visceral es como un asesino silencioso que acecha en nuestro cuerpo y que puede atacar a una persona durante años con pocos síntomas perceptibles, especialmente en personas aparentemente delgadas”, dijo Niu.
El IRC es una creación de la matemática Diana Thomas, quien ahora es profesora en la Academia Militar de Estados Unidos en West Point, Nueva York. Ella lo describió por primera vez en un artículo de 2013 en la revista Obesity.
Thomas dijo que, aunque el IMC se basa en la geometría de un cilindro, un día se miró al espejo y pensó: “Yo no soy un cilindro, soy más bien un huevo. Tengo unas caderas que me asemejan más a un huevo. ¿Cómo lo capto?”.
“En precálculo aprendes lo que es la excentricidad: lo cerca que estás de ser un círculo”, dijo. “Diferentes personas pueden ser categorizadas como diferentes elipses. Algunos somos más esféricos. Otros se acercan más a un círculo. Quien es delgado y magro es menos circular”.
La ponencia de Thomas incluía una ilustración gráfica que valía más que las proverbiales 1000 palabras. Representaba tres figuras: un hombre delgado de 1,72 m y con una cintura de 68,5 cm; un hombre musculoso de 1,72 m y con una cintura de 73,6 cm; y uno con más grasa que los otros que mide 1,72 m y tiene una cintura de 93 cm. Cada uno tenía un IMC de 27.
Otros investigadores indagaron la idea. Un estudio de 2016 que comparó el IMC con la presión arterial y los análisis de sangre, por ejemplo, encontró que la medida era un mal reflejo del estado de salud.
Casi la mitad de las personas consideradas con sobrepeso, según se define por tener un IMC entre 25 y 29,9, y casi un tercio de los que se decía que eran obesos —con un IMC de 30 o más— tenían en realidad una buena salud metabólica.
El 30 por ciento de los que tenían un IMC de 18,5 a 24,9, que se considera un peso saludable, tenían en realidad una mala salud metabólica.
Los expertos médicos reconocen cada vez más la variación étnica como una fuente de incertidumbre. Las personas asiáticas y aquellas con ascendencia asiática, por ejemplo, presentan un patrón de obesidad central que les sitúa en una situación de alto riesgo de diabetes de tipo 2, incluso con puntuaciones de IMC más bajas.
Varias organizaciones médicas han recomendado considerar a estos pacientes con sobrepeso a partir de un IMC de 23 en lugar de 25, y obesos a partir de un IMC de 27 en lugar de 30.
Los médicos suelen estar de acuerdo en que el IMC es una medida rudimentaria que no capta las variaciones en la forma, composición, masa muscular y densidad ósea del cuerpo.
“Hay variaciones extremas en la población en cuanto al grado de musculatura de las personas, incluso de las que tienen el mismo peso”, dijo Steven Heymsfield, profesor de metabolismo y composición corporal del Centro de Investigación Biomédica Pennington de la Universidad Estatal de Luisiana. “El porcentaje de grasa puede variar del 10 al 40 por ciento entre personas del mismo IMC, edad y sexo”, dijo Heymsfield. “El IRC es una forma de captar estas variaciones”.
*Roni Caryn Rabin – ©The New York Times
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