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En donde se ven tres niñas mientras ven televisión en Santo Domingo (Ecuador).

Los problemas de malnutrición no se quedan en la infancia; sino que se extienden durante toda la vida. Esto produce que en Ecuador exista una población sin el suficiente desarrollo físico y mental, afectando los ingresos y las posibilidades de empleo. La desnutrición crónica infantil cuesta más del 4% del PIB al año.

Quito, 24 ago (EFE).- Uno de cada cinco menores de dos años en Ecuador sufre desnutrición crónica infantil, lo que esconde profundas brechas de equidad, influenciadas por factores como la etnia, el lugar de residencia o la situación socioeconómica de la madre, según informó la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Así lo aseguró Sonia Quezada, representante de la OPS en Ecuador, al hablar de este «problema crucial» que afecta «al desarrollo óptimo e integral de los niños y niñas, no solo en el presente, sino también para su futuro» y que cobra especial relevancia en los mil primeros días de vida.

Con ella coincidió Daniel Antiporta, asesor de la OPS, quién añadió que esta tasa nacional esconde brechas de equidad que invisibilizan a los más necesitados y a aquellos que cuentan con una situación de mayor vulnerabilidad en el país.

Mientras que el índice de desnutrición crónica infantil a nivel nacional es del 20,1 %, esta cifra se eleva considerablemente entre las poblaciones indígenas, donde alcanza el 33,4 %, y disminuye entre los mestizos con un 19,2 %, según datos de la Encuesta Nacional sobre la Desnutrición Infantil (ENDI) de 2023.

Otro factor que influye en este porcentaje es el nivel de instrucción de la madre, según señaló Antiporta al apuntar que cuando la madre no tiene ningún tipo de educación formal, la desnutrición crónica alcanza el 26,3 %.

Por el contrario, si la madre ha recibido educación superior, esta tasa se reduce en más de la mitad, al 12,7 %.

No es solo cuestión de la alimentación

La desnutrición crónica infantil, que supone «un estado largo de condiciones no favorables de alimentación y cuidado«, explicó el doctor, va a impactar en la baja talla de los niños que la padecen.

Esto no es solo una cuestión meramente visual, sino que da señales de cómo el menor se está desarrollando, pues permite conocer si sus órganos interiores y cerebro crecen de manera adecuada.

Antiporta señala que la desnutrición crónica infantil es multicausal y «no solamente está afectada por la alimentación», sino que existen otros factores, además de la ingesta de calorías.

Entre ellos, la inseguridad alimentaria que, según un informe nombrado por Antiporta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), afecta al 36 % de la población.

Esto significa que casi uno de cada tres ecuatorianos vive en un hogar donde no se cuenta con suficiente alimento o con la calidad necesaria para cubrir sus necesidades nutricionales.

Detrás de esta enfermedad también se encuentran otras causas que Antiporta mencionó como el capital financiero, el contexto sociocultural, político y económico o el acceso a recursos como la tierra, la educación, el empleo y la tecnología.

Además, este problema no solo tiene un efecto presente, apuntó, sino que una vez padecido tendrá presencia en la vida de estos niños «de aquí a 20 o 30 años», al facilitar que sufran enfermedades no transmisibles como hipertensión y diabetes u otras infecciones.

A su vez, el padecer esta enfermedad se asocia con un menor desarrollo cognitivo, así como una capacidad funcional más limitada y una productividad individual y social más baja.

Inversión en la primera infancia

Antiporta explicó que la desnutrición crónica infantil, ya sea por déficit o exceso, por baja talla u obesidad, cuesta al Estado ecuatoriano el 4,3 % de su Producto Interno Bruto (PIB) anualmente debido a los gastos asociados a la malnutrición como los de salud, educación, cuidados o la pérdida de productividad.

Además, se calcula que por cada dólar invertido en el desarrollo infantil, se recuperan 17 dólares, lo que supone una tasa de retorno mayor que la de obras públicas como pueden ser puentes o carreteras.

Por ello, según el asesor de la OPS, tratar esta enfermedad es «una estrategia básica para incrementar la productividad, el desarrollo económico y social» del país.


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