Un reciente informe titulado El complot terrorista de Hezbolá en Brasil, elaborado por Emanuele Ottolenghi, experto en Irán y Hezbolá del instituto de investigación Fundación para la Defensa de las Democracias, en Washington, destaca cómo Teherán utiliza en Latinoamérica la idea de la Revolución iraní para extender el terrorismo a través de su proxy, Hezbolá.
“Para el régimen iraní, Latinoamérica siempre ha sido un terreno fértil para la exportación de sus ideales revolucionarios, y para la izquierda radical de la región, la revolución iraní representa sobre todo un movimiento antiimperialista, dedicado a objetivos similares a los suyos”, explica Ottolenghi a Diálogo.
Este maridaje ideológico ha dado lugar a lo largo de los años a las alianzas de Irán con Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, pero también con movimientos indígenas, separatistas, partidos y organizaciones no gubernamentales que comparten el mismo sentimiento revolucionario y anti-estadounidense. “Lo importante es que estas alianzas permiten difundir ideas, movilizar y radicalizar seguidores, e incluso aprovechar a algunos de ellos para apoyar no sólo batallas ideológicas sino también, si es necesario, actividades criminales”, explica Ottolenghi.
El informe habla principalmente del ataque fallido contra varios objetivos de la comunidad judía en Brasil, revelado en noviembre de 2023 por la Operación Trapiche, puesta en marcha por la Policía Federal de Brasil. En su análisis, Ottolenghi revela la densa red de clérigos e instituciones locales iraníes que estaba detrás de los dos terroristas, un libanés y un sirio de origen libanés, actualmente en la lista roja de Interpol.
Ya había ocurrido con los atentados contra la Embajada de Israel en 1992 y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994 en Buenos Aires, Argentina, en los que murieron 114 personas y cientos resultaron heridas. Para exportar su revolución “con granadas y explosivos”, en palabras del ex comandante de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC), Javad Mansouri, Teherán había enviado a Argentina en 1983 al clérigo Mohsen Rabbani, ahora en la lista roja de Interpol, acusado de ser el cerebro de los atentados. El cometido de Rabbani era, de hecho, crear una red de instituciones y centros culturales iranís definida por el fiscal argentino del caso AMIA, Alberto Nisman, fallecido en 2015, como “una red clandestina de inteligencia destinada a patrocinar, facilitar y ejecutar atentados terroristas”.
La Universidad Al-Mustafa
Treinta años después, aunque Rabbani no puede pisar Latinoamérica, su red sigue allí. Como representante para Latinoamérica, que depende directamente del líder supremo de Irán, Alí Jamenei, Rabbani dirige desde la ciudad de Qom, el Instituto Cultural Islam Oriente, cuya misión es la difusión de libros religiosos en portugués y español y el fortalecimiento de los lazos entre Irán y la región.
El instituto está asociado a la Universidad Internacional Al-Mustafa que se ha convertido en el centro de la influencia iraní en Latinoamérica. Esta universidad, con sedes en Bogotá (Colombia) y Caracas (Venezuela), ofrece cursos en toda Latinoamérica, incluso en Cuba. Fue sancionada por el Tesoro de los EE. UU. en 2020 y, después, por Canadá, por acoger y entrenar a milicias chiíes pakistaníes y afganas en Siria en apoyo del régimen de Bashar al-Assad. Según el Tesoro de EE. UU., la Universidad Al-Mustafa “sirve de red internacional de reclutamiento para las Fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán”, que dirige las operaciones terroristas de Irán fuera del país.
Según Ottolenghi, “de los aproximadamente 40 000 graduados de Al-Mustafa en los últimos años, el 10 por ciento son latinoamericanos educados exclusivamente por el propio Rabbani”. Una vez formados, estos graduados tienen la misión de volver a sus países para enseñar las doctrinas de la Revolución Islámica.
Uno de los hombres de la red de Rabbani es el argentino de origen libanés Edgardo Rubén Assad, alias Sheikh Suhail Assad, supervisor de reclutamiento de la Universidad Al-Mustafa. El pasado mes de abril, la policía brasileña le prohibió la entrada en Brasil por sus “vínculos con Hezbolá y la Guardia Revolucionaria Iraní” y por figurar en la base de datos del Centro de detección de terroristas del Buró Federal de Investigaciones (FBI).
Propaganda de Hezbolá
A través de las redes sociales de la Universidad Al-Mustafa y de muchos centros iraníes en Latinoamérica, también se difunde la propaganda de Hezbolá. “Los temas recurrentes son los de la ‘resistencia de los oprimidos’ y la lucha contra la ‘arrogancia’ y la ‘hegemonía’ de Occidente, Estados Unidos e Israel”, explica Ottolenghi a Diálogo.
El culto a los mártires, entendidos como héroes que luchan contra la opresión, también está muy extendido. Un ejemplo por encima de todos es el difunto comandante de las Fuerzas Quds, ala de la Guardia Revolucionaria Iraní, Qassem Soleimani. “Cada año, desde su muerte en enero de 2020, Hezbolá y los seguidores iraníes en Latinoamérica organizan actos, conmemoraciones, debates, seminarios, ceremonias religiosas para recordarlo como un Che Guevara islámico”, explica Ottolenghi. La maquinaria propagandística iraní difunde su gesta a través de publicaciones en español, mientras que plataformas mediáticas vinculadas a Irán y Hezbolá, como HispanTV y Al Mayadeen en español, le dedican especiales de televisión.
“Las noticias difundidas por estas cadenas se filtran e interpretan según la visión revolucionaria iraní, que promueve claramente una narrativa antiestadounidense, antiisraelí y antioccidental. Las televisiones y los materiales difundidos en línea están del lado de Putin contra Ucrania; de Hamás y Hezbolá contra Israel; de Bashar el-Assad en Siria y de los Houthis en Yemen”, afirma Ottolenghi.
Los Boy Scouts de las mezquitas
En las mezquitas chiíes de Latinoamérica financiadas por Irán, Hezbolá también utiliza grupos de Boy Scouts como forma de adoctrinamiento y reclutamiento. Según Ottolenghi, “son el reflejo de los ‘Imam al-Mahdi Scouts’ de Hezbolá y están dirigidos por instructores libaneses que no ocultan su simpatía por Hezbolá”.
Según el Centro General Meir Amit de información sobre inteligencia y terrorismo, con sede en Israel, el movimiento, fundado en 1985, entrena a decenas de miles de niños y adolescentes en tácticas militares y “los adoctrina con los principios del Islam radical iraní”. Los Boy Scouts varones, una vez cumplidos los 17 años, pueden unirse a las filas de combate de Hezbolá. En Latinoamérica, muchos de estos jóvenes se convirtieron en estudiantes de la Universidad Al-Mustafa y luego regresaron para dirigir los grupos de scouts en los que habían recibido formación.
Durante años, Bilal Wehbe supervisó el movimiento de Boy Scouts de las mezquitas de Brasil. El Tesoro estadounidense designó a Wehbe en 2010 como “principal representante de Hezbolá en Sudamérica, responsable de supervisar las actividades de contraespionaje del grupo en la zona transfronteriza de Argentina, Brasil y Paraguay”.
La Triple Frontera
Precisamente la Triple Frontera que comparten Argentina, Brasil y Paraguay, según Ottolenghi, sigue siendo uno de los puntos más críticos para la expansión del terrorismo. “Es importante por la presencia de una significativa comunidad chií libanesa. Por tanto, gran parte del tráfico que genera ingresos para Hezbolá pasa por allí”, dijo. En concreto, esta región es crucial para todo el blanqueo de capitales, una de las principales fuentes de ingresos de las redes de financiación ilícita de Hezbolá.
En 2018, fue en Foz de Iguazú donde se detuvo a uno de los más importantes operadores financieros del grupo, Assad Ahmad Barakat, acusado de blanquear el lucro del tráfico de drogas y armas.
Contra Hezbolá
Contrarrestar la expansión de estas redes es necesario para prevenir actos de terrorismo no sólo en Latinoamérica sino también en todo el hemisferio occidental. Además de un mayor intercambio de información entre los distintos países de la región y entre éstos y los Estados Unidos, es necesaria una acción decidida por parte de los gobiernos latinoamericanos.
El reconocimiento de Hezbolá como organización terrorista es una de las medidas necesarias, según Ottolenghi. Actualmente, sólo Argentina, Paraguay, Colombia y Honduras reconocen a Hezbolá como organización terrorista. “Este reconocimiento daría mayores poderes de investigación y prevención a la policía y a los servicios de inteligencia, permitiría la congelación de activos y medios financieros y justificaría otras medidas”, explica Ottolenghi.
Entre ellas, por ejemplo, está la posibilidad de prohibir la entrada de personas sospechosas en un país de la región, como ocurrió con Edgardo Rubén Assad, así como la anulación de las concesiones de ciudadanía.
“Por último, habría que tomar medidas para prohibir la propaganda de Hezbolá en español y portugués, cosa que no se ha hecho hasta ahora”, sugiere Ottolenghi.
Como reveló recientemente la Operación Trapiche en Brasil, Irán y Hezbolá siguen siendo una amenaza significativa para todo el hemisferio. Esto requiere esfuerzos conjuntos de todos los países de la región para contrarrestar la financiación del tráfico ilícito de drogas y armas, el reclutamiento de terroristas y prevenir la posibilidad de atentados.
Laura Solano
Fuente de esta noticia: https://dialogo-americas.com/es/articles/la-revolucion-irani-como-herramienta-para-exportar-terrorismo-a-latinoamerica/
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