El viernes pasado, el Tribunal Superior Electoral de Brasil (TSE) revirtió la decisión que había divulgado hace varias semanas, de no participar como observador en el próximo proceso electoral en Venezuela y confirmó que enviará un grupo de veedores. En dicha comisión estarán especialistas en sistemas electorales, por lo que se considera que el ente comicial brasileño participará en diversos eslabones de la cadena de observación.
El embajador de Colombia en Venezuela, Milton Rengifo, también señaló el lunes que están evaluando la posibilidad de enviar una delegación, algo que habían descartado semanas antes.
La ONU y el Centro Carter, quienes ya se encuentran en Venezuela, se posicionan como actores de primer orden, en tanto su participación proviene del acuerdo de Barbados del 17 de octubre de 2023, firmado entre las partes, en el que se estableció que ambos organismos serían participes del proceso de observación.
En el caso de la ONU, el Panel de Expertos llegó el 9 de julio al país caribeño. El organismo multilateral no envío propiamente una Misión de Observación que requiere de un mandato específico del Consejo de Seguridad o de la Asamblea General, pero la comisión estará presente hasta días posteriores al evento.
El Centro Carter, quien sí ha enviado una misión de observación, ya desarrolla una vigorosa agenda pública. El viernes pasado su comitiva se reunió con Edmundo González, el candidato de la coalición opositora (Plataforma Unitaria) que se negó a participar en distintos procesos electorales del pasado reciente, incluyendo las presidenciales de 2018, aduciendo dudas sobre el arbitro electoral.
El canciller venezolano, Yván Gil, informó la presencia de una amplia veeduría en la que ya han confirmado unos 635 observadores internacionales de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la Comunidad del Caribe (Caricom), la Unión Africana, el Centro de Expertos Electorales Latinoamericanos, entre otros multilaterales, además de 65 funcionarios de los organismos internacionales.
La confirmación de este conglomerado al proceso de observación devela nuevos elementos de regularización del conflicto político que tiene su correlato en la escena política interna. Por un lado, la oposición, que llamó a la abstención en el año 2018, ahora participa de manera íntegra con todos sus sectores políticos. Desde los partidos más radicales hasta los más moderados están sumados a alguna fórmula electoral. Por otro lado, los actos de la campaña electoral (iniciada el 4 de julio y que durará hasta el 25 del mismo mes), han transcurrido con bastante normalidad, con movilizaciones gigantescas por parte de los principales factores políticos, el gobierno y la oposición, y resalta que todo ha sucedido sin incidentes que lamentar, a pesar de lo extensas y masivas que han sido.
La UE fue excluida de la lista de observadores internacionales una vez Bruselas decidió continuar con el esquema de sanciones hacia Venezuela.
En el marco de la inhabilitación a la líder opositora María Corina Machado, por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en el mes de enero, varios actores internacionales, entre ellos Brasilia, Bogotá y la Unión Europea (UE), pusieron en duda la legitimidad del proceso electoral, sin embargo, con el apoyo de la líder de derecha al candidato Edmundo González, estos mismos actores han venido virando el discurso y aunque tímidamente, están dando el visto bueno a la organización de los comicios.
Viraje en la UE
Isabel Santos, la jefa de la misión que Bruselas envió a Venezuela en las regionales de 2021, ha dicho que aunque no está presente la UE en los comicios: “son elecciones muy importantes; es un país que vive una condición muy propia y todos los actores han vuelto a la ruta electoral”, un discurso que ofrece un sensible viraje en relación a la postura sostenida en 2018, cuando la UE rechazó de plano la elección presidencial.
La UE fue excluida de la lista de observadores internacionales una vez Bruselas decidió continuar con el esquema de sanciones hacia Venezuela.
Si bien la UE excluyó de la lista de sancionados al presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, el ente electoral consideró insuficiente el gesto, y quitó la invitación realizada anteriormente. Así las cosas, la UE es uno de los pocos actores internacionales que no estará presente en el proceso electoral, pero con una postura muy moderada en comparación a los agresivos discursos de los años del supuesto gobierno interino de Juan Guaidó, un presidente paralelo que la UE reconoció.
Por su parte, el Gobierno argentino, por medio de la ministra de seguridad, Patricia Bullrich, instó este lunes a los venezolanos a asistir masivamente a las urnas electorales. Nada que ver con las declaraciones del presidente Javier Milei, quien el 4 de mayo puso en duda la transparencia sobre las presidenciales y aseguró que el gobierno trataría de controlar el proceso, con lo cual no quiso responder si reconocería o no el resultado.
En la medida en que se acerca el acontecimiento, el tema Venezuela vuelve a la boca de muchos agentes políticos internacionales. El país caribeño vuelve a ser noticia otra vez, solo que ahora no por sucesos violentos, protestas o rumores de intervención internacional, sino por un proceso electoral donde participan todos los actores internos.
Diálogo Caracas-Washington en paralelo
En paralelo, debería estar marchando un proceso de negociación del Gobierno de Venezuela con el de EE.UU., que se inició de manera virtual el 3 de julio, según indicaron fuentes oficiales venezolanas. Sin embargo, no se han divulgado nuevas informaciones al respecto.
Washington también ha virado su discurso en comparación a las presidenciales de 2018, cuyo resultado nunca reconoció. En este momento, está acercándose a Caracas y apostando a que se lleve en feliz término el evento electoral.
Con el beneplácito de Washington y Bruselas, con las organizaciones multilaterales en el terreno y el desarrollo de una campaña sin grandes novedades, todo parece indicar que lo que muchos no reconocían, que era la posibilidad de dir
imir el conflicto por la vía electoral, se está convirtiendo en un hecho que no se puede negar.
Esperemos al 28 de julio para certificar que todos los actores del país caribeño están a la altura de las circunstancias democráticas y reconocen los resultados. Lo mismo se hace extensivo para los poderes mundiales que no se han cansado de tratar de intervenir en los asuntos domésticos de Venezuela.
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