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Lun. Nov 25th, 2024
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Las cuevas han sido fundamentales para la experiencia humana, ya sea como refugio primitivo o como lugar religioso sagrado. Pero con el tiempo, los humanos salieron, se levantaron, miraron a su alrededor y se dieron cuenta de que el mundo exterior ofrecía más comodidades. Últimamente, las cuevas de bienestar (o spa en cuevas) han atraído a viajeros que vuelven a buscar la oscuridad, la tranquilidad, la soledad e incluso la iluminación espiritual.

Estas escapadas subterráneas pueden ser rústicas o lujosamente elegantes. Algunas, como las Sky Cave Retreats de Oregón (Estados Unidos) o las Dark Retreat Earth Domes de Tailandia, son artificiales, excavadas en el suelo o construidas apilando tierra sobre piedra. Otras se formaron de forma natural, como la famosa cueva de Dungeshwari, cerca de Bodh Gaya, en el estado indio de Bihar, donde supuestamente se refugió un joven Buda. Si bien antes las cuevas se consideraban un último recurso, ahora suelen utilizarse con fines recreativos, como clases de yoga, baños de sonido o meditación. Lo que une a estos espacios es la sensación de retiro, reflexión y reajuste.

(Relacionado: Vive experiencias de otro mundo en las cuevas de hielo de Europa)

Las cuevas como lugares sagrados y sociales

Los grupos religiosos y sociales llevan mucho tiempo reuniéndose en cuevas. En Centroamérica, los mayas iban a las cuevas a dejar ofrendas a los dioses, consumir sustancias que alteraban la mente y, a veces, hacer sacrificios humanos. En los “retiros oscuros” del budismo tibetano, que duran entre 3 y 49 días, los practicantes avanzados se sientan en cuevas a meditar sobre su mortalidad. Los cristianos de la antigua Roma probablemente utilizaban su vasto laberinto de catacumbas para el culto privado y para escapar de la persecución.

Es probable que los viajeros no se comprometan a pasar semanas bajo tierra. Pero los que vayan de excursión al paso de Dochula, en Bután, pueden tomar un sendero lateral hasta unas diminutas cuevas de meditación abiertas y pasar unos minutos tranquilos reflexionando bajo los verdes bosques y las escarpadas montañas. A 20 minutos en coche de Tulsa, Oklahoma (EE. UU.), el retiro Forest of Peace invita a los visitantes a su “Cueva de las Madres”, un refugio contra tormentas convertido en espacio de meditación.

“Existe una curiosidad sobre las prácticas de privación sensorial que pueden alertarnos sobre algo más grande en nosotros mismos”, afirma Tim McHenry, jefe de programación del Museo de Arte Rubin de Nueva York (EE. UU.), un centro de cultura himalaya que ha acogido meditaciones oscuras en uno de sus espacios en forma de cueva; “es muy raro que experimentemos estar en la oscuridad total”.

Cuevas para curar las dolencias

Pasar tiempo a oscuras también puede ser bueno para la salud. “En los años 60, los científicos empezaron a estudiar la REST [Terapia de Estimulación Ambiental Restringida, por sus siglas en inglés y que significa descanso], empezaron a descubrir que era realmente beneficiosa para calmar el sistema nervioso y para la relajación””, explica Scott Berman, fundador de Sky Cave Retreats, en Oregón.

Según las investigaciones, pasar tiempo en la más absoluta oscuridad puede ser especialmente útil para problemas específicos de salud mental o de visión. Desde su popularización en la década de 1960 (en gran parte atribuida al antropólogo alemán Holger Kalweit), la terapia de oscuridad se ha utilizado con éxito para tratar síntomas de trastorno bipolar, síndrome de fatiga crónica y migrañas. Estudios más recientes han observado efectos positivos en personas con ambliopía (también conocida como “ojo vago”).

Esto ha llevado a abrir decenas de centros de retiro en la oscuridad en toda Europa. Ahora la terapia se está poniendo de moda en Estados Unidos, en parte gracias al apoyo del jugador de la NFL Aaron Rodgers y la actriz Rosario Dawson. Para los atletas profesionales y los creativos, los retiros en la oscuridad pueden suponer un escape muy necesario del zumbido y el parloteo de la vida pública. “Sentarse en el sofá todo el día o navegar por el teléfono es la muerte”, afirma Dawson tras pasar cuatro días en Sky Cave; “este retiro me hizo reconocer que necesito tener una relación de amor más profunda con mi cuerpo”.

“El subsuelo nos enseña a respetar el misterio”, argumenta el autor Will Hunt en su libro de 2019, Subterráneo. Una historia humana de los mundos que existen bajo nuestros pies. Según Hunt, sus excursiones por túneles de metro, catacumbas y cavernas le llevaron a darse cuenta de que “no todo debe ser revelado, no todo el tiempo.”

Cómo hacer un retiro en una cueva

En Sky Cave Retreats, los visitantes pasan la noche (o semanas) en suites subterráneas de 27 metros cuadrados construidas en la ladera con bloques de hormigón y barras de refuerzo metálicas, amuebladas con camas, almohadas en el suelo, alfombras y estufas de leña. Estas “cuevas” son cálidas, a prueba de luz e insonorizadas. “Es algo que mucha gente no espera: que no haya ruido”, dice Berman; “da a la gente una experiencia visceral de atemporalidad. Entras en una realidad inmutable”. El personal está a mano para repartir las comidas (que se consumen en la oscuridad) y cada suite está equipada con un cuarto de baño privado, un inodoro con cisterna y una bañera para baños tranquilos y calientes.

El Centro de Meditación Samaya, en Indonesia, ofrece una configuración similar, animando a los practicantes a reservar tres días completos en su sencilla pero acogedora habitación oscura. Se sirven comidas a base de plantas y, aunque las habitaciones no están insonorizadas, los huéspedes reciben tapones para los oídos a su llegada.

Por supuesto, no es necesario pasar varios días para sentir un cambio interior. De vuelta en Estados Unidos, es posible visitar una cueva de sal del Himalaya durante una hora o alquilar una habitación excavada en la ladera de la montaña Tres Cuevas vía Summit en Big Bend, en Texas. Una sesión en grupo de yoga en cuevas en Olentangy Caverns, en Ohio, es una forma activa de disfrutar del subsuelo, y muchos parques ofrecen visitas guiadas privadas a cuevas. Ya sea durante una hora o un mes, los visitantes encontrarán ahora una gran variedad de formas de sumergirse en la oscuridad.

Katy Kelleher es escritora afincada en Maine y autora de The Ugly History of Beautiful Things (La fea historia de las cosas bonitas). Síguela en Instagram.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/viaje-y-aventuras/2024/07/viaje-bienestar-visita-cueva-balnearios-meditacion-terapia-oscuridad

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