La compatriota será reconocida por haber logrado un reembolso millonario a favor de la entidad humanitaria. A futuro sueña con proyectos para esta unidad, pero en Bolivia. Logró muchos éxitos gracias a becas.
El tiempo es relativo con ella y eso no significa que su día tenga 25 horas o que tenga una doble de acción, en realidad se trata de su capacidad para organizarse hasta conseguir una meta que ni ella imaginaba. El 4 de agosto, la boliviana Marcela Espinoza recibirá el premio humanitario presidencial de Estados Unidos por su labor en el área de finanzas de la Cruz Roja Americana. Obtiene este galardón luego de trabajar más de 12 años en la institución.
Hoy es la única mujer y latina que integra el equipo de finanzas de la entidad que tiene prestigio en todos los rincones del mundo. Junto con otros cuatro directivos toman las decisiones medulares del manejo de dinero y cientos de miles de dólares dependen de su habilidad para tomar decisiones. Así, Marcela logró un reembolso de 76 millones de dólares después de los desastres naturales.
“El 90% del área de finanzas son hombres y no solamente en la Cruz Roja, esto pasa en todo lado. Además, las estadísticas generales nos dicen que los hombres están mucho mejor pagados. Yo era una de las pocas mujeres que había, entre 50 personas, que formábamos el área de finanzas. En la práctica nos asignaban tareas pequeñas comparadas con los otros roles más grandes dados a hombres”, cuenta mirando por el retrovisor de su vida.
Marcela, siendo adolescente, tenía las oportunidades frente a ella y no las desaprovechó. En Nueva York cursó el MBA master in business administration, especialidad en negocios internacionales y todo gracias a una beca debido a lo destacada que es en el área. Estudios, migración y esfuerzo fueron las palabras de inicio antes de recibir el anuncio de este reconocimiento en la Cruz Roja.
Ella empezó su vida laboral con un cliente privado que se llamaba Marcos Evans. Estuvo cinco años en su compañía sin fines de lucro. Fue adquiriendo las primeras armas para hacerse un espacio en un mundo que aparentemente tiene una relación entre hombres y finanzas. La Cruz Roja, en temas humanitarios, era una meta que se le abrió en el horizonte, aunque ni ella imaginaba que podía alcanzar estar allí. “Quería hacer algo que tuviera una misión de ayuda. Obviamente la Cruz Roja es una marca muy fuerte. Era mi opción número uno y casualmente buscaban a una persona para trabajar con corporaciones de los bancos de Nueva York. Es ahí donde empecé una conexión con el lado corporativo, donde hay una visión fantástica, donde generalmente se trata de ayudar a la gente cuando pasa desastres naturales o ataques de terrorismo. Entré ahí y no salí más porque llevo en mi corazón la Cruz Roja. Es parte de quien soy ahora”, expresa.
Inició como gerente de sección del estado de Nueva York un poco antes del huracán Sandy, allá por 2012. El camino no fue sencillo, aunque alcanzó una meta frente a ella aparecieron otras más. En el país del sueño americano eran cinco directores para la Cruz Roja. “La mesa de la gente que tomaba las decisiones estaba conformada por hombres. Me dije algo está fallando, faltaba más diversidad en cuestión a líderes no solamente de género o raza, si no que no teníamos una representación de Latinoamérica”, recuerda.
Marcela Espinoza también es presidenta de la Asociación Latinoamericanos en la Cruz Roja, donde el principal objetivo es promover el reconocimiento de talentos latinos en el país del norte. “Se me metió como idea que yo podía tratar de pasar a ese cargo, donde sabía que era muy competitivo y que había mucha gente muy capaz, pero mi meta era tomar uno de los asientos del directorio nacional. Hoy soy la única mujer latina entre cuatro hombres dentro de este cargo. Esto es importante para que todas las generaciones de las mujeres vean que realmente podemos”, alienta desde la casa de su hermana en la ciudad de La Paz, a donde llegó para pasar su baja de maternidad.
Alegrías por duplicado
En la escalada de su carrera profesional llegó una satisfacción que vale por dos. La noticia de un embarazo sólo trajo alegrías y el desafío de cumplir con las metas de su trabajo y como mamá. Rodeada de su familia, en poco tiempo volvió a sentir los mimos de quienes la aman. Así en medio de esa tranquilidad fue sorprendida con la noticia del premio por su trabajo en la Cruz Roja.
“Estaba con mi hijo en un brazo cuando sonó el teléfono y era una llamada con el código 202 que generalmente es de Washington, quedé sorprendida de que el presidente de la Cruz Roja Americana, Trump Reagan, me informe que había sido nominada desde octubre del año pasado y que también había sido ganadora del premio nacional”, relata acerca de aquel momento inolvidable.
Los pequeños nacieron este año y así Marcela pasó a tener tres retoños incluyendo a Maya, que nació en 2017. Desde entonces el corazón de Marcela está dividido. Sus hijos son su mundo y, como todo lo que pasa en su vida, ella espera hacerlo de la mejor manera. Es una madre que se esmera en todos los detalles y tiene un batallón de biberones para llenarlos como alternativa a la lactancia materna. Los pequeños volverán a Estados Unidos junto con su mamá, no sin antes conocer la ternura y calor de ser mecidos en aguayos bolivianos que pidió para ambos.
Papá, el héroe
Marcela retrata a su padre como el principal motivador de su camino. La seguridad de la joven madre y galardonada economista viene de una relación afectiva con su progenitor. “Él es mi ejemplo y a quien desde siempre he admirado por su labor como general y comandante del Ejército. Siempre queremos darles una buena noticia a los padres, casualmente el mío está delicado de salud, entonces contarle del premio de esa magnitud para mí fue una alegría inmensa”, explica. Su mamá es Ruth y su papá Rolando. Ella tenía la ilusión de viajar a Estados Unidos acompañada por su padre, hasta último momento aguardó a que se diera esta opción, pero debido al estado de salud de su papá esto no será posible. Eso sí, ella sabe que él estará en sus pensamientos y ella en los suyos.
Acciones más que palabras
“Yo tenía una amiga dentro de la Cruz Roja a la que admiraba mucho y fue ella quien me dijo: tú tienes una maestría en negocios internacionales, te sugiero que entres a esa área porque es súper importante dentro de la organización y así vas a seguir creciendo si quieres llegar a un puesto nacional’. Entonces empecé a escalar primero como directora regional y luego a nivel nacional”, rememora.
Los roles de género que se arrastran desde hace muchos años, siglos, fueron derrumbados por Marcela sin decir palabras, sino con acciones. Para ella la excelencia no es una opción. “Si soy madre debo ser una excelente madre y excelente profesional. Ahora estoy encontrándome a mí misma y eso me permite estar al tanto de las cosas de mis bebés, pero la otra parte de mi recuerda el premio y dice “wow, esa es otra Marcela”. Es como mi otra personalidad”, dice emocionada.
El premio para Marcela se convirtió en un incentivo para pensar en la Cruz Roja, pero boliviana. “Me gustaría crear una cosa propia con enfoque a Bolivia, siempre ha sido una meta mía que se dará en algunos años”, dice segura mientras vuelve a sus tareas de madre y a la vez hace proyectos en su mente.
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