La fuerte amistad entre Miguel Insfrán, alias Tío Rico y un exfuncionario de la Senad designado por Arnaldo Giuzzio y Mario Abdo Benítez, abortó un sinnúmero de operativos contra la mafia. Este caso, según el actual ministro antidrogas, configura un concurso de hechos punibles y es el más claro ejemplo de arco libre en la era abdista.
El cierre de un caso lleva a la apertura de otro. Esto puede suceder con la acusación fiscal presentada contra el narcotraficante Miguel Insfrán, alias Tío Rico, donde la transcripción de conversaciones vía Whatsapp destapan una olla de impunidad y complicidad de un exfuncionario de la Senad con el crimen organizado.
En la transcripción de chats entre Insfrán y Sebastián Marset, Tío Rico se jacta de su contacto de la Senad para zafar de todo operativo en su contra y despotrica contra la división SIU (Unidad de Información Sensible, en español) que es donde “lo mordieron”.
“Este es el más claro ejemplo de que esto era un arco libre”, dijo esta mañana el titular de la Senad, Jalil Rachid, en una entrevista con el canal Gen-Nación Media.
El ministro señaló que, solamente a partir de estas conversaciones filtradas se puede ver un “concurso gigantesco de hechos punibles”, por el dinero que recibía el funcionario de la Senad, hombre de confianza de Arnaldo Giuzzio y de Mario Abdo Benítez, a cambio de alertar sobre los procedimientos antidrogas.
Asociación criminal, enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y violación de la confidencialidad del secreto profesional son algunos de los delitos que saltan a la vista, a criterio de Rachid, quien sostiene que, si él fuera fiscal, abriría una carpeta al respecto.
Lo primero, por la asociación entre el funcionario y un eslabón principalísimo del narcotráfico, lo segundo, porque el mimado de Giuzzio no tendría cómo justificar el dinero que recibía y, en caso de pretender depositarlo en un banco o entidad financiera, tendría que hacer un lavado. Por último, la grave filtración información de carácter confidencial.
Durante mucho tiempo se describió como un arco libre el levantamiento de controles y la exclusión de canes antidrogas que olfateaban y detectaban estupefacientes ocultos entre las cargas que llegaban a los puertos y puestos fronterizos. Todo esto, por orden del entonces ministro Arnaldo Giuzzio.
Si bien en la sumatoria esto representaba grandes volúmenes de drogas, este ejemplo quedó corto frente al nexo directo que tenía uno de los capos de la mafia, Miguel Insfrán, con el funcionario antidrogas de confianza de Giuzzio y Abdo, quien le permitía evitar todo posible operativo en su contra.
Arnaldo Giuzzio reconoció que este funcionario era de su más entera confianza y dijo que le extraña mucho que ahora se lo vincule al narco Miguel Insfrán.
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