100 toneladas de flores han sido desechadas en los últimos 40 días. Según la Asociación de Pequeños Productores de Claveles, en Rusia se busca otros mercados en Turquía, Colombia, Holanda u otros países del sur de África.
La crisis que atraviesan los pequeños productores de claveles del Cotopaxi se agudiza. De febrero a marzo de 2024, 1 000 personas de las 5 000 que se dedican a esa actividad, en Cotopaxi, han perdido su empleo. La razón: desde hace 40 dias, Rusia -su principal cliente de exportación- dejó de comprar sus flores.
“Los clientes han preferido migrar a otro tipo de mercado. Por ejemplo, Turquía, Colombia, Holanda u otros países del sur de África en donde también se produce el clavel. No tiene la misma calidad que nuestro producto, pero los clientes prefieren mudarse allá”, dijo Edison Remache, presidente de la Asociación de Pequeños Productores de Claveles.
Todo empezó tras la tensión diplomática que se generó entre los gobiernos de Ecuador y Rusia, a fines de enero, cuando el presidente Daniel Noboa Azín anunció que entregaría equipamiento militar ruso a Estados Unidos. Pese a que luego se descartó la medida y las relaciones bilaterales superaron el impasse, Moscú dejó de comprar a los proveedores de Cotopaxi.
En la comunidad de Patután, 10 km al noroccidente de Latacunga, hay 48 familias que se dedican a esta actividad. Entre ellas, la de Miriam Cando. En medio del llanto, ella relata que tuvo que dar como alimento para sus dos vacas los 220 mil tallos de claveles valorados en 40 000 dólares, que tenía previsto enviar a Rusia.
“Hice un crédito y si es triste no que no nos lleven porque en si la deuda se nos cae encima y tengo que darle a mi hijo la universidad a mi hija la escuela y no me alcanza”, dijo Cando.
En la parroquia de Poaló, 25 km al occidente de Latacunga, el escenario es similar. Cinco productores han tenido que apilar los claveles para -tras su descomposición- para utilizarlos al menos como abono.
En los últimos 40 días, 100 toneladas de claveles han sido desechadas, lo que representa 25 millones de dólares en pérdidas para los floricultores de esta provincia. Esto ha desencadenado también en que 25 pequeños productores pongan en venta sus terrenos.
“Solo hay gastos y nada de ingresos. Entonces, para poder viajar e irnos a los Estados Unidos a buscar trabajo”, dijo Erika de la Cruz, pequeña productora de claveles.
A medida que los claveles son cortados, los tallos permanecen por dos semanas en 15 cuartos fríos que son utilizados como bodegas, con la esperanza de ser vendidos, pero transcurrido ese tiempo, las flores empiezan a marchitarse e inmediatamente se remplazan por una nueva producción.
ecuavisa.com
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