“Es urgente, es urgente. ¡Mi vida corre peligro!”. Quien alerta sobre su vida a través de un video difundido en redes sociales en la víspera de Semana Santa es un hombre de 62 años, con una pañoleta rojinegra al cuello que lo identifica como “sandinista. “Acaban de dar señales de que no son mentiras las amenazas que desde hace tiempo vienen haciendo contra mi integridad física. Acaban de dar señal de que no es falso que pretendan atentar contra mi vida”, denunció.
Marlon Sáenz, conocido con el alias de “Chino Enoc” es un antiguo guerrillero que durante los años de la revolución sandinista sirvió en la Seguridad del Estado y que 2018 fue llamado por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo para engrosar un ejército paramilitar destinado a reprimir con armas de fuego a las personas que hacían parte de una de las más célebres rebeliones ciudadanas de Nicaragua. El saldo de esa represión fue de al menos 330 asesinados, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El temor de Sáenz no es contra opositores que quisieran vengarse sino contra el mismo régimen al que sirvió. “Si me matan, viene del gobierno nuestro”, advierte desde el video y señala a una persona tras el plan de asesinarlo: Rosario Murillo.
La denuncia del exguerrillero, admirador declarado de Daniel Ortega, es parte del enfrentamiento que mantiene la vieja guardia sandinista, los denominados “sandinistas históricos”, contra Rosario Murillo, a quien culpan de muchos de los errores del régimen.
“Se le denomina sandinismo histórico a todos aquellos sandinistas que vienen de la guerrilla contra Somoza o que estuvieron en la guerra de los años 80, tanto en el Ejército como en el Ministerio del Interior, también en las estructuras políticas y del Estado o el gobierno, muchos de ellos con grados militares u honoríficos. La mayoría ha estado al lado de Daniel Ortega”, explica el mayor en retiro del Ejército de Nicaragua, Roberto Samcam.
“Evidentemente existe una crisis entre el sandinismo histórico y la Rosario Murillo”, añade Samcam. “Todos ellos ven a la Rosario como el obstáculo para surgir de nuevo y agarrar prebendas, beneficios. Todo esto se reduce a pesos y centavos. Aquí no hay problema de ideología, ni político, aquí lo que hay es un problema de dinero. La crisis es contra la Rosario Murillo, no contra Daniel Ortega. Ellos se subordinan totalmente a Daniel Ortega y volverían a organizarse y a matar si Daniel da la orden”.
La historia del “sandinismo histórico” es de idas y venidas. Tras el regreso al poder de Daniel Ortega en 2007, Rosario Murilo diseñó un plan para excluir a la vieja guardia sandinista de la gestión política y de gobierno en un partido que ha acostumbrado medir la importancia de sus miembros por la participación en las guerras del país. “Todos ellos tienen más historia que la Rosario (Murillo), todos hacían hincapié de que ellos estuvieron en las columnas guerrilleras y que la Rosario es además un personaje que no se granjeaba la amistad de nadie”, señala Samcam.
“El sandinismo histórico reclamaba el lugar que tuvieron en los años 80: un lugar de dirección, cargos en el gobierno, mando, manejo de recursos, pero Rosario no los contemplaba, porque ella tenía en sus planes la creación de una falange juvenil que la pudiera controlar perfectamente donde no hubiera viejos”, dice.
Basta ver las fotografías y videos de las grandes celebraciones del régimen para notar la ausencia de la vieja guardia y la presencia de jóvenes perfectamente alineados, uniformados, aplaudiendo, coreando consignas o cantando según el guion de celebración. Estos jóvenes, procedentes de la Juventud Sandinista, universidades, colegios e instituciones estatales, también integraban los grupos de choque destinados a atacar las manifestaciones opositoras. Sin embargo, esta estructura se vio rebasada en 2018 por las multitudinarias manifestaciones de protestas que pedían la salida de Daniel Ortega del poder.
“Los sandinistas históricos quedan desplazados, a excepción de los que estaban integrados a las fuerzas de choque”, explica Samcam. “Cuando se dan los tranques de abril tienen que recurrir de nuevo a ellos; Rosario se aparta y la orden la da directamente Daniel Ortega a Edén Pastora que es quien organiza la estructura de las fuerzas paramilitares. Recurren a la vieja guardia, y organizan la fuerza paramilitar porque era la única forma de quitar los tranques (barricadas) sin meter al Ejército”.
Marlon Sáenz, Chino Enoc, reconoció en una entrevista al diario La Prensa su participación “consciente” en las fuerzas paramilitares señaladas de asesinar a centenares de jóvenes que habían levantado barricadas en calles y carreteras. “No nos dejamos utilizar. Fuimos conscientes. Pasamos casi tres meses diciéndole, comandante, denos la orden y los descachimbamos (desbaratamos). Nosotros mismos se lo pedimos, no nos utilizaron”, dijo y aseguró que no hubo más muertos porque “hubo hasta orientación de disparar hacia arriba. Si se les ha operado militarmente, verdaderamente, la matancina hubiera sido superior, más de mil muertos”.
El ejército paramilitar creado después de abril es calculado por Chino Enoc en unas 20 mil personas, de los cuales unos tres mil podrían ser “históricos”. Estos últimos son en general mayores de 60 años. “La mayoría de la gente llevaba escopetas. Había un 40 por ciento de jóvenes junto con los viejos. Había lisiados, panzones, que ni correr podían, lo único que con experiencia”, explica Chino Enoc en la entrevista citada.
El segundo aire que tomaron los “sandinistas históricos” entorpece los planes que se le atribuyen a Murillo de controlar al gobernante partido sandinista aun después de Daniel Ortega, y recientemente se filtró un memorándum firmado el 28 de marzo por Leopoldo Rivas Alfaro, coordinador nacional de atención al “sandinismo histórico”, donde se ordena la “desactivación” de las estructuras de la vieja guardia.
El memorándum de Rivas Alfaro puso en evidencia la pugna entre la vieja guardia y Rosario Murillo. Chino Enoc, un conocido youtuber sandinista pidió públicamente la renuncia de Murillo, otras estructuras denunciaron los impedimentos para salir del país y, el sábado 2 de abril, la militante sandinista Sandra Martínez denunció que policías impidieron la realización de una reunión de “sandinistas históricos” en su casa, en Managua.
“La carta que firmó Leopoldo Rivas demuestra que hay una jerarquía”, señala la experta en seguridad Elvira Cuadra para quien se confirma una estructura paramilitar como la define la teoría. “Los paramilitares se definen por las características de grupo, tipo de acciones que realizan, el tipo de recursos que tienen a disposición, que sí tienen una estructura, o como dicen en términos militares, una cadena de mando, y uno de los factores más importantes es si es promovido o tiene algún tipo de vínculo con el gobierno”.
Cuadra, aunque reconoce que hay “posibilidades de una crisis” entre el régimen y esta estructura paramilitar, atribuye los recientes conflictos a “una ampliación” que Rosario Murillo está ejecutando sobre el control del aparato gubernamental y partidario. “Hay una nueva reconfiguración de estos grupos, los están limpiando, sobre todo de gente descontenta, gente muy leal a los íconos, a la revolución y que no son tan leales a Rosario Murillo, y se están quedando con los más leales, sobre todo jóvenes”.
Para Samcam, el fiel de la balanza en cualquier crisis lo representa el Ejército que hasta ahora se ha mantenido fiel a Daniel Ortega. “Si el Ejército se inclina a un lado por ahí se va a inclinar la balanza”, dice. “Habría que ver qué pasará una vez que se muera Daniel (Ortega), si la gente va a aceptar a la Rosario (Murillo). Ella podrá quedarse mientras tenga en control del Estado, de los recursos, del presupuesto. Eso es lo que manda, y mientras tenga una estructura fuerte va a preservarse, pero eso está largo todavía”.
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