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Mar. Nov 5th, 2024
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VOA.- La cumbre es parte de la promesa de campaña del presidente Joe Biden de fortalecer la democracia en todo el mundo en un momento de auge de gobiernos autócratas.

El 9 y 10 de diciembre, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, celebrará la Cumbre para la Democracia que agrupará a líderes mundiales, de la sociedad civil y el sector privado.

El evento virtual tiene como objetivo “trazar una agenda afirmativa para la renovación de la democracia y abordar las mayores amenazas que enfrentan las democracias actualmente por medio de una acción colectiva”.

La cumbre es parte de la promesa de campaña de Biden de fortalecer la democracia en todo el mundo en un momento de auge de gobiernos autócratas.

¿Cuál es la meta?

Las metas de la cumbre son fortalecer la democracia contra el autoritarismo, abordar la corrupción y promover los derechos humanos.

De acuerdo con la administración Biden, se exhortará a los líderes a anunciar “acciones específicas y compromisos para reformas internas coherentes” destinadas a esas metas.

No está claro cuántas promesas de los asistentes se pondrán en marcha. Aunque los compromisos no son legalmente vinculantes, los gobierno aún necesitarán el apoyo de sus ciudadanos y los recursos para convertirlos en realidades.

“Si uno observa la agenda, es realmente abstracta”, dijo Stacie Goddard, profesora de ciencias políticas del Wellesley College, a la Voz de América. A ella le gustaría ver acciones más prácticas, como grupos de trabajo sobre seguridad electoral.

Steven Feldstein, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, dijo que el encuentro refleja un distanciamiento completo de la administración Trump y que eso es importante.

Para Christopher Walker, vicepresidente para estudios y análisis de la Fundación Nacional para la Democracia, “la movilización y el enfoque colectivo en esos temas importantes de la democracia han sido ya un paso beneficioso tomado por la administración”.

Walker dijo que parte de la meta de la cumbre es implementar una cooperación entre gobiernos y la sociedad civil, incluyendo temas como la corrupción transnacional.

Un resultado adelantado serían más acciones directas de un pequeño grupo de países. En una audiencia a los reporteros el jueves, altos funcionarios de la administración dijeron que anunciarían una lista de países que han prometido trabajar unidos para reducir las exportaciones de tecnología que pidieran usar gobiernos represivos y otras partes para violar los derechos humanos.

La administración dijo que habrá consultas de seguimiento en el llamado “año de acción”. Biden celebrará una cumbre en persona en aproximadamente un año para “calibrar el progreso y delinear un camino común en el futuro”.

¿Quiénes asistirán?

Más de 100 países han sido invitados, que incluyen democracias liberales, democracias más débiles e incluso algunos estados con características autocráticas.

Según el Índice de Democracia de Freedom House, 77 de los países invitados están clasificados como “libres”, 31 como “parcialmente libres” y tres como “no libres”. Esos tres son Irak, Angola y la República Democrática del Congo.

La lista ha generado interrogantes de por qué se invitó a unos y no a otros.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo a la VOA que una invitación no significa un “sello de aprobación” de Estados Unidos.

“Cada democracia es un trabajo en progreso y eso no significa que estamos dando aprobación a unos y a otros no. Lo que significa es que se incluye e invita a una serie de voces diversas, países que pueden hablar a nuestro esfuerzo global de proteger la democracia”, explicó Psaki.

En el caso de Latinoamérica, la lista de invitados excluyó a El Salvador, Guatemala, Honduras, Cuba, Nicaragua y el gobierno del presidente Nicolás Maduro en Venezuela (aunque sí fue invitado Juan Guaidó, a quien Washington reconoce como presidente encargado de esa nación).

“Algunos de los países que no fueron invitados son democráticos, pero han tenido algunas actividades muy preocupantes que nos llevaron a excluirlos”, dijo González en una rueda de prensa virtual, en referencia a las naciones del Triángulo Norte.

Según Feldstein, varios factores determinaron la lista de invitados, como las dinámicas regionales y los intereses estratégicos de EE. UU., entre ellos usar la cumbre para alentar a un movimiento en un país hacia la democracia.

La administración invitó también a estados muy pequeños. Alrededor de 30 países con menos de un millón de habitantes asistirán a la cumbre.

¿Es una movilización contra Rusia y China?

En realidad es también una oportunidad para Biden para movilizar respaldo contra una percibida influencia autoritaria de Rusia y China, dijo Goddard.

La invitación de Taiwán es una fuente particular de frustración para China, que considera a la isla como una provincia renegada.

En noviembre, los embajadores en Estados Unidos de Rusia, Anatoly Antonov, y China, Qin Gang, criticaron la cumbre en un artículo de opinión como “un producto evidente de una mentalidad de Guerra Fría” y dijeron que creaba “nuevas líneas divisorias”.

En respuesta, Psaki dijo que Estados Unidos siempre continuará trabajando para fortalecer la democracia en el mundo y que “no va a pedir disculpas por eso”.
¿Hay dudas sobre la democracia en Estados Unidos?

En un reporte divulgado en noviembre por el Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral, por primera vez Estados Unidos fue señalado como una “democracia en retroceso”.

El centro, con sede en Europa, dijo que hubo un giro histórico cuando el expresidente Donald Trump cuestionó los resultados de las elecciones de 2020, que culminó con el asalto al Capitolio el 6 de enero por sus simpatizantes.

Un pesimismo similar se reflejó en una encuesta de la Universidad de Harvard que arrojó que el 52% de los jóvenes en EE. UU. cree que la democracia en el país está “en problemas” o “ha fracasado”. Solo el 7% respondió que su estado es “saludable”.

Algunos han cuestionado si Estados Unidos tiene la fuerza moral para celebrar la cumbre.

A ello, la administración dice que precisamente la capacidad de admitir imperfecciones y confrontarlas con transparencia es una fortaleza de las democracias y eso es lo que la cumbre quiere demostrar.


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