AVANCES. Ganaderos de la zona de Agua Dulce, en Bahía Negra, producen en 600.000 hectáreas. PROBLEMAS. En el sitio no hay energía eléctrica y los caminos son intransitables tras las lluvias. CAMINOS. Los animales pierden peso y se golpean durante su traslado a los frigoríficos de Asunción. INDUSTRIA. Con un hato de más de 400.000 cabezas, los productores piden una planta cárnica.
Enviada especial
La fertilidad del suelo y la disponibilidad de agua en un área de 2,8 millones de hectáreas en el Alto Chaco atrajeron inversiones privadas que permitieron el crecimiento del hato ganadero y la integración de la agricultura extensiva, pero la falta de energía eléctrica y de caminos de todo tiempo impiden acompañar este desarrollo con la instalación de industrias y puertos en la zona.
Excluyendo los parques nacionales Defensores del Chaco y Cerro Chovoreca, los productores son propietarios de 2 millones de hectáreas de tierras en la zona de Agua Dulce, distrito de Bahía Negra. Como la legislación los obliga a conservar el 50% de los bosques, pueden desarrollar la agricultura y ganadería en 1 millón de hectáreas, de las cuales aprovecharon hasta el momento el 60%.
Este crecimiento es el resultado de una minuciosa planificación de los ganaderos, quienes desde el 2015 trabajan unidos a través de la Asociación Agropecuaria Agua de Dulce (Apad), con 80 socios que producen más de 400.000 bovinos de exportación, pero con una expectativa de llegar a más de 600.000 cabezas, teniendo en cuenta que hay un remanente de tierras de 400.000 hectáreas que a aún no se están utilizando.
Para lograr sus objetivos realizaron grandes inversiones en infraestructura, que incluyó la construcción de la sede de la asociación, el arreglo de algunos caminos vecinales y enripiados, a través de comisiones y subcomisiones, así como la instalación de grandes tajamares, que a través de motobombas cargan agua a un tanque gigante de 2,5 millones de litros que sirve para aguantar los meses de sequía. Esta obra, que demandó un gasto de aproximadamente USD 300.000, se perfila como el primer sistema de riego por surcos en el Chaco, una vez que culminen los trabajos complementarios.
Estos reservorios se alimentan de las lluvias gracias a un microclima en Agua Dulce, donde el acumulado de precipitaciones supera los 1.000 milímetros anuales, que representa al menos 20% más que el resto de la Región Occidental, mientras que, por otro lado, colaboran las aguas subterráneas de dos acuíferos.
Esta disponibilidad de agua favorece al sector pecuario con una pastura constante y la preparación de forrajes para alimentar a los bovinos.
INCONVENIENTES
Pensando en una retribución diferenciada por todos sus esfuerzos e inversiones, los socios de la Apad encontraron una oportunidad de negocios en el modelo sostenible que empezaron a poner en práctica y que con una certificación los llevaría a los mercados más exigentes y con mejores precios; en esta discusión no entra la calidad, un requisito que ya se logró hace tiempo en el país. Sin embargo, encontraron barreras en la falta infraestructura pública para seguir avanzando.
“Lo que nos falta es electricidad y mejores caminos para que se instalen esas industrias, incluso nosotros con la unión de productores podemos hacer la planta sin problema. Porque eso trae muchos beneficios para la sanidad y bienestar, para reducir la huella de carbono y para mejorar la eficiencia, ya que en vez de recorrer 800 kilómetros, nosotros vamos a faenar localmente”, dijo al respecto el titular del gremio agropecuario, Celso Muxfeldt, durante un recorrido en el que mostraba a las autoridades del Gobierno central los trabajos realizados por la asociación.
En ese sentido, buscan que el Estado actúe como contraparte, primeramente en la provisión de energía eléctrica, servicio que se estancó a unos 100 kilómetros de distancia de Agua Dulce. Actualmente los ganaderos utilizan algunos paneles, pero en gran medida recurren a generadores que funcionan a diésel, lo que consideran una contradicción a la producción sostenible que promocionan. Entendiendo esta situación, piden la instalación de molinos de viento y un parque solar para apostar por energías renovables. Las conversaciones sobre este proyecto se esfumaron con la renuncia de Pedro Ferreira de la Administración Nacional de Electricidad, tras el escándalo por el acta secreta de Itaipú.
FALTA DE CAMINOS
Si bien los productores trabajaron para mejorar el acceso de los caminos, quedan pendientes 170 kilómetros de mejora para conectar la comunidad con la ruta principal de Bahía Negra y otros 200 kilómetros para llegar a Teniente Montanía y al Corredor Bioceánico, que permitirá exportar sus productos por el Océano Pacífico a través de Chile y por el Atlántico mediante los puertos de Brasil.
Una facilidad que ya expusieron al Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones es el acceso a piedras locales para la construcción, ya que hay varias potenciales canteras en los alrededores que pueden proveer de materiales a un costo bajo.
Por el momento los productores envían animales vivos a los frigoríficos de Asunción y de Concepción en un viaje en que los mismos se golpean, estresan y pierden peso, y con ello también el precio. Las condiciones empeoran si en el trayecto llueve y los camiones quedan varados durante días.
Esta situación es inaceptable para los inversionistas, que proponen como solución la instalación de un frigorífico en Agua Dulce o Bahía Negra, entendiendo que hay un potencial de faena de 15.000 cabezas por mes, un movimiento similar a las cooperativas menonitas en sus mejores temporadas.
No faltan empresarios interesados en instalar una planta cárnica, dijo Muxfledt y señaló que incluso se contempla la construcción de una fábrica con los socios de la Apad, siguiendo el modelo de las cooperativas Neuland, FrigoChaco y Frigochorti. Pero esta inversión necesita no solo de caminos, sino también de puertos que deben operar en Bahía Negra, aprovechando el buen calado del río Paraguay en esta zona.
En ese sentido, los dirigentes del gremio ven la necesidad de explotar comercialmente el puerto natural, que ya está siendo utilizado como atracadero de embarcaciones que tienen como destino el Brasil, pero además indican que hay tres empresas interesadas en instalar puertos multimodales para embarque de granos y de contenedores, obras que a su vez pueden generar empleos para los pobladores de Bahía Negra y Puerto Diana, donde habitan importantes poblaciones indígenas.
CERTIFICACIÓN
Los socios de la Apad miran a mediano plazo la certificación que avale su producción sostenible. Si bien se basan en los altos parámetros de la Mesa Paraguaya de Carne Sostenible, aún falta trabajar con certificadoras, que puede ser una de las tres firmas que operan en el país.
“Lo que producimos acá está adecuado a los más altos niveles mundiales, recorrimos Holanda, Australia, Brasil, Argentina y Uruguay y vimos que nuestros estándares son muy altos, ya sea en calidad de genética, terminación de animal, calidad de carne, medioambientalmente cómo se conserva la zona, la parte social”, agregó Muxfeldt.
Ahora se está trabajando en un plan piloto con la consultora Mentu para empezar los faenamientos de la línea de productos certificados, en un principio a través del frigorífico Frigochorti y a partir de ahí buscar cupos en países compradores, como Taiwán, cuyo embajador, José Chih-Cheng Han, valoró durante el recorrido el modelo de producción pecuario, en que se destacan las buenas prácticas en manejo animal, respetando instintos naturales de selección y otras características de Agua Dulce.
Impacto del modelo agroganadero en la comunidad
Los ganaderos de Agua Dulce entienden que el factor social es uno de los aspectos que deben ser atendidos para hablar de una producción sostenible. En ese sentido, ante la ausencia estatal, decidieron crear una escuela desde el prescolar hasta el noveno grado, con un servicio de transporte que en la prepandemia recorría diariamente 120 kilómetros. Ahora buscan crear un colegio técnico agropecuario, en que los jóvenes puedan aprender con prácticas de campo y asegurar un trabajo en la comunidad al terminar sus estudios.
Para la economista e investigadora de Base Investigaciones Sociales, Sarah Zevaco, están bien estas acciones, pero advierte que de igual manera “cualquier sector productivo tiene su impacto, la cuestión es si este impacto no es tan grande como para modificar las relaciones con los habitantes”.
Se refirió a las relaciones desiguales que se crean con el modelo de desarrollo productivo, en que los ganaderos, al tener un poder económico sobre una población empobrecida, pueden imponer un modo de vida que altera la cultura y pone en riesgo su pertenencia identitaria, teniendo en cuenta además en que Alto Paraguay hay una gran colectividad indígena.
Si bien no habló del caso específico de Agua Dulce, recordó las experiencias en el Chaco acerca de cómo los productores que ostentan los títulos de propiedad impactan de manera negativa en la vida de los pueblos indígenas, en algunos casos al no acceder a la indemnización que ofrece el Estado para recuperar las tierras y restituirlas a sus ocupantes originales. Las demandas de las comunidades Yakye Axa, Sawhoyamaxa y Xákmok Kásek incluso pasaron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde el Estado paraguayo fue condenado a tomar medidas para reparar los daños.
En cuanto a la sustentabilidad Zevaco explicó que cuando se trata de una producción a gran escala no se puede hablar de este modelo, pues implica la destrucción de bosques y la alimentación de los animales con soja transgénica.
FUENTE ULTIMA HORA
Por Lida Duarte
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