Una respuesta sentida a María Jimena Duzán
Columnista de Opinión: CARLOS FAJARDO
PARA PRENSA MERCOSUR
Cuenta en X : Fastidiardo
En el país de la desigualdad, la injusticia, la corrupción y la violencia, a quien lucha contra la corriente por equidad, justicia, honestidad y paz lo miran con desdén, le cuestionan su rectitud, su salud; lo señalan de delirante, adicto, loco, talvez porque “volar es imposible”.
Quizá porque atreverse a soñar es una temeridad, compartir un sueño es una indiscreción y buscar la manera de perpetrarlo en una comarca de fatalistas, resignados y escépticos es de una osadía intolerable.
Apuntan entonces sus caucheras para truncar el vuelo del que sueña. “Es un loco, un impostor” señalan unos, “es un falsario, un criminal” le gritan otros, “un subversivo” dice la prensa faldera, “un adicto”, concluyen.
Un país territorio de la muerte desdeña al que defiende la vida y anclado en el pasado se ríe del que camina hacia el futuro…Y si por alguna razón el soñador tropieza, caen como jauría a destrozarlo, desmembrarlo, zaherirlo: Clavan sus colmillos con furia en el caído, se refocilan con su sangre, se disputan sus entrañas. Los que antes callaban recuperan el habla: “Si ve lo que les pasa?”, “Se lo dije”
Para su entendimiento vivir es atarse a la tierra, “seguir las reglas” sin cuestionar sus fundamentos ni propósitos.
Afirman con patético pragmatismo: “Soñar no cuesta nada”. Se equivocan, soñar es el portal del futuro, seguir nuestros sueños es el propósito de nuestra vida. Creen que el soñador camina sobre nubes, levita, trasiega por un sendero vaporoso con la mirada perdida en un horizonte ficticio, en un mundo de ensoñación y delirio.
Viven en un presente continuo, monótono, gris, adaptándose pasivamente a los cambios que alguna vez alguien soñó.
“La vida es sueño” decía el clásico español, para los soñadores soñar es su forma de trascender del presente continuo y mirar por el ojo de la cerradura del tiempo un futuro talvez mejor, quizá peor, pero siempre diferente. Más soñar se queda corto si uno no lucha por sus sueños.
Y la lucha por alcanzar nuestros sueños es, en últimas, una bella y sucinta descripción de lo que podría ser nuestra vida, si nos atreviéramos a soñar y a hacer realidad nuestros sueños.
Pocos son los que superan la presión del rebaño, la inercia de la masa que ahoga tu ilusión, pocos son los que tienen el valor de desoír los reproches, liberarse de las manos que quieren atarlos a la tierra, desafiar la incredulidad, restañar las heridas de las acerbas críticas y osan seguir adelante con valor y confianza en sí mismos.
No, no es un lecho de rosas…
Soñar nos puede costar la vida.
Colombia es un país donde se asesinan soñadores con la pretensión de ahogar sus sueños, pero los sueños están hechos de un material que se pega, como semillas de maleza, a la piel de quien los pisa.
La causalidad fusiona los sueños con el futuro.
LA ADICCION
Le cerraron un canal a Vicky Dávila en YouTube y “casualmente” del closet de su hipocresía sale María Jimena Duzán a pedirle a Gustavo Petro que reconozca una presunta adicción a las drogas…
Afirma en su escrito que se encuentra decepcionada, que según su respetable parecer las cosas no andan muy bien en el país, que los cambios no se ven y que en su lugar hay caos e incertidumbre e intenta explicar la crisis que percibe retomando el infundio de la salud del presidente, pero salpimentándolo con una sospecha según la cual Gustavo Petro es un adicto a las drogas.
Nunca antes un presidente había sido tan irrespetado en la dignidad de su cargo, tan pordebajeado, tan ultrajado y tan ninguneado.
Entiende uno que las hienas de la ultraderecha criminal lo hagan y que llenen su vacuidad argumentativa con ultrajes y calumnias, como siempre lo han hecho.
¿Pero María Jimena?
Duele más el ataque condescendiente de los falsos amigos que las calumnias virulentas y asqueantes de los enemigos.
De todas maneras, como se dice en el póker, “pago por ver”.
Si algo aportan los momentos de crisis es revelar las genuinas amistades y las reales afinidades de quienes se pretenden dueños de la verdad desde una “sensata” medianía.
Las aguas mansas suelen ser las más peligrosas…
Mas hablando de adicciones, para nadie es un secreto la adicción de Petro y de los once millones y pico que validamos con nuestros votos su mandato por la paz, por la rectitud, por la equidad y la justicia.
Una adicción que lo ha llevado a ser blanco de ultrajes, amenazas y calumnias…
Una adicción que lo convirtió en objetivo de las críticas de los clanes privilegiados dominantes y su prensa faldera.
Una adicción que lo obliga a persistir en la senda que trazó y que, con grandes dificultades ante la inercia y resistencia de los dueños del país, intenta seguir.
Una adicción que contrasta en un país adicto a la violencia, a la corrupción, a la inequidad y la impunidad, una nación anclada en el pasado, hundida hasta el cuello en un pantano de sangre de inocentes.
Una adicción que propende por un nuevo país, emporio de la vida: Una nación viable, solidaria, respetuosa e incluyente que mira hacia el futuro con optimismo.
Una adicción a soñar, pero también una adicción a luchar por la concreción de esos sueños al precio que sea.
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