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Jue. Nov 21st, 2024
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En Cocina con química (Appletv+) una mujer de voluntad inquebrantable e inteligencia sobresaliente lucha por su carrera como científica en los años cincuenta y sesenta contra un machismo que lo impregna todo.

La heroína, Elizabeth Zott, se enfrenta a obstáculos enormes con obstinación y encuentra una salida inesperada en la televisión utilizando una cocina como laboratorio.

Se convierte así en el modelo que no pudo existir en la realidad o cuya historia no trascendió. Y no está sola. Hemos visto esquemas similares en varias series recientes.

La maravillosa señora Maisel hizo lo mismo en el mundo de la comedia. Se ofreció como el ejemplo que desearíamos haber tenido en el sector que vive del ingenio, de la escritura cómica y del valor de dar la cara en el escenario. Gambito de dama lo consiguió magníficamente en el universo del ajedrez de alta competición, donde una mujer se imponía por derecho en un ambiente masculino.

En todos los casos se reinventaba el mundo haciendo saltar por los aires techos de cristal que encerraban a las mujeres de los años cincuenta y sesenta. Estas series han sido acogidas con aplausos porque tienen sentido.

Estas ucronías de lo femenino, estos giros que se da al pasado para contarlo como un ¿y si las cosas hubieran ocurrido de otra manera? parecen pedir a gritos pioneras, modelos que seguir que hubieran abierto caminos antes de lo que se han recorrido.

Trabajadoras con un éxito que hubiera permitido a nuestras abuelas o madres vivir sus vidas profesionales con mayor libertad y hubieran dejado en herencia un mundo más equilibrado para todas nosotras.

Si las mujeres vamos cortas de mitología nos la inventamos. Desde la niña anarquista Pippi Calzaslargas, obra de Astrid Lindgren, a la Jo de Mujercitas, escrita por Louisa May Alcott. Aunque también hay autores que cultivan esa veta, como Walter Tevis o Scott Frank en el caso de la citada Gambito de dama.

Existe una corriente de heroínas imaginadas con la cabezonería para romper las normas como rasgo común. La primera misión de esta narrativa reside precisamente en identificar esos límites a lo femenino y ponerlos bajo el foco. Después llega toda la peripecia que implica saltárselos y sobrevivir en el empeño.

En el caso de Cocina con química, el detonante para la autora del libro en el que está basado, Bonnie Garmus, se dio cuando en una reunión en su empleo de publicista, un colega se atribuyó una idea que le pertenecía a ella. La escritora ha contado en entrevistas, como la concedida a la CBS, que el incidente desencadenó su “ira constructiva”.

Cuando se puso a escribir pensó en que la generación de su madre lo había tenido aún más difícil. “Oí en mi cabeza que el personaje me decía que su década fue incluso peor”, añade Garmus.

Así creó a su Elizabeth como alguien que se toma a sí misma en serio, que no se preocupa por su aspecto. “Básicamente escribí mi modelo a seguir”, señala la escritora.

A partir de lo ocurrido en su trabajo, Garmus reunió material para su primer capítulo que completó casi del tirón, aunque la novela al completo le llevó casi cinco años. Parte de ese tiempo lo empleó en realizar experimentos científicos en su casa. En una de las ocasiones los vecinos vieron llamas tan grandes que llamaron a los bomberos.

Su científica pertenece a un perfil que hemos visto también en abundancia en ficción, personas obsesivas, con pocas capacidades para socializar y reconocer la ironía, con algunos rasgos cercanos al autismo.

Gracias a sus peculiaridades se convierte en una fuente constante de sorpresas y con un punto de vista alternativo al común. Algo que cuadra también con las personas de altas capacidades.

Garmus le ha dado un hábito de sí misma, la pasión por el remo, “deporte de masoquistas” según afirma, que ella misma práctica. Y la compañía de un perro, de los que también disfruta la escritora. Eso sí, la raza del can de la serie, Seis y media, un goldendoodle, no apareció hasta los años noventa.

Con la historia de Elizabeth la autora ha debutado en la literatura con sesenta y cinco años. Su éxito ha sido rotundo, pero ha llegado después de sufrir 98 rechazos al material. En cambio, después de eso ha sido sorprendente la velocidad a la que disponemos de la serie.

El libro fue publicado en abril de 2022 y poco más de un año después sus personajes se habían convertido en actrices y actores que se movían por los platós en su versión televisiva. El motivo de esta rapidez es que la adaptación comenzó antes que la publicación impresa.

La actriz Brie Larson, ganadora de un Óscar por la película La habitación y primera protagonista femenina de una película de superhéroes de Marvel, Capitana Marvel, se ha convertido en la estrella y una de las productoras de la serie.

La encargada de adaptar el texto a la pantalla ha sido Susannah Grant, veterana guionista entre cuyos trabajos destaca el guion de Erin Brockovich y de Creedme, estupenda serie en la que también ejerció como directora.

La cincuentera banda sonora corre a cargo de Carlos Rafael Rivera, quien recibió numerosos premios por su trabajo en la música de Gambito de Dama.

Aún no se ha completado la emisión de los ocho episodios de la serie, que se suben cada viernes a la plataforma y no está siquiera decidido si podría caber una nueva temporada.

En cualquier caso, Cocina con química ofrece un entretenimiento de calidad alta con algunos momentos estupendos y el libro en el que se basa ha servido de inspiración a muchas jóvenes que aún tienen recelos ante las carreras de ciencias.

Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/videolibre/continuara/cocina-quimica-reescribir-pasado-mujeres-mejorar-futuro_1_1629835.html


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