Barcelona, 29 oct (EFE).- El historiador británico Edward Shawcross, autor de una biografía sobre el emperador Maximiliano de Austria, sostiene que de haberse consolidado aquella monarquía del siglo XIX, “México habría respetado más al mundo indígena de lo que lo hizo el porfiriato, y se habrían estrechado más las relaciones con Europa”.
En una entrevista con EFE, Shawcross califica aquella aventura imperial mexicana de “tragedia, ópera bufa y drama político” resultado de “la confluencia de varios factores que convirtieron México en un campo de batalla que tuvo repercusiones en el futuro de Latinoamérica” y en medio de un debate general entre republicanismo y monarquía, en un momento en el que Estados Unidos es una potencia ascendente y, a nivel interno, tiene lugar el enfrentamiento entre liberales y conservadores.
Además de los hechos y el contexto, el autor subraya la importancia de los protagonistas: “Maximiliano, archiduque de Austria que acepta la corona mexicana; Carlota, su esposa, que es una mujer muy decidida; Napoleón III, emperador de los franceses, que impulsa este proyecto de la monarquía mexicana y que es un instigador muy dado a las conspiraciones; o la figura heroica de Benito Juárez, que se opuso a la invasión francesa y el imperio mexicano”.
El programa político de Maximiliano pretendía, según Shawcross, “fusionar los dos partidos mexicanos, que acababan de protagonizar una guerra civil entre 1857 y 1861, pero su visión del mundo era bastante opuesta, ya que los liberales querían modernizar México y para ello pretendían reducir el poder de la Iglesia y nacionalizar la propiedad eclesiástica, mientras que los conservadores consideraban la tradición católica como la esencia del país”.
Cuando Maximiliano llega a México en 1864, por iniciativa de los conservadores, “su capacidad de mediación es limitada por esos antecedentes”.
Según la biografía, publicada por Ático de los Libros, la conspiración que llevó a Maximiliano al otro lado del Atlántico se gestó en México, pero se incubó en la corte de Napoleón III Bonaparte, emperador de los franceses, cuyas tropas invadieron México en 1862 y plantearon el mayor desafío del siglo a la doctrina Monroe, la política estadounidense que prohibía la intervención europea en el continente americano tras el colapso del Imperio español.
Cuando Maximiliano confirmó algunas de las reformas de Benito Juárez, los conservadores, que eran sus valedores, le retiraron su apoyo y lo dejaron “totalmente aislado”, pero “también fracasó porque llegó apoyado por tropas extranjeras y así la población lo vio como una imposición” además de sufrir “las prácticas brutales de contrainsurgencia que Francia había perfeccionado en Argelia, con torturas y ejecuciones extrajudiciales”.
En una carta, el comandante francés de las contraguerrillas, Charles du Pin llegó a escribir: “qué guerra tan atroz estamos librando en México, si yo fuera mexicano, odiaría a los franceses e intentaría vengarme”.
Además, fue determinante para que no se consolidara el Segundo Imperio mexicano el hecho de que “la ocupación del territorio por las tropas francesas fue lenta, casi un año y medio desde el desembarco en Veracruz y seis meses después de la llegada de Maximiliano acabó la Guerra Civil de Estados Unidos, país que exigió a partir de entonces al gobierno francés que retirara su apoyo al emperador mexicano, “cosa que hizo para no entrar en guerra con EE.UU.”.
La parte trágica de la historia llega en 1867 cuando Maximiliano es capturado en Querétaro, procesado y finalmente fusilado junto con los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, “a pesar de que las cancillerías extranjeras, incluida la de Estados Unidos, pidieron que fuera indultado.
Para su próximo ensayo, Shawcross prepara una nueva biografía, en esta ocasión de Napoleón III, sobrino de Napoleón Bonaparte. EFE
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(Texto)
Jose Oliva
Fuente de esta noticia Infobae
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